Javier Iglesias Rodriguez, Gasteiz

Un pleno municipal convertido en una falta de respeto institucional

El pasado viernes 21 de noviembre acudí al Pleno del Ayuntamiento de Gasteiz para intervenir en el turno popular, acompañando a mis compañeras de un movimiento social. El contenido de la enmienda que llevábamos es casi lo de menos, porque lo verdaderamente grave fue el espectáculo que dieron varios representantes públicos, especialmente el grupo municipal del Partido Popular. El procedimiento es sencillo: quienes intervenimos disponemos de diez minutos para exponer nuestra enmienda; después hablan los grupos políticos y finalmente se vota. Eso es lo que debería ocurrir. Pero lo vivido ese día distó mucho del mínimo respeto democrático que cabe exigir en un pleno municipal. Desde el primer momento, ningún concejal del Partido Popular utilizó el servicio de traducción simultánea del Ayuntamiento, pese a que nuestra intervención se realizó íntegramente en euskara. No les interesaba entender lo que las ciudadanas tenían que decirles. La imagen que ofrecieron fue la de un grupo político incapaz de escuchar a quienes pagan sus salarios. Pero lo peor estaba por llegar. El concejal Iñaki García Calvo y la concejala Marta Alaña Alonso pasaron buena parte de nuestra intervención hablando entre ellos, sin molestarse ni siquiera en bajar la voz, revisando sus teléfonos móviles y compartiendo pantallas que les provocaban carcajadas perfectamente audibles para quienes estábamos intentando exponer nuestra enmienda. Resulta difícil imaginar un desdén mayor hacia la ciudadanía. Esperábamos, al menos, una mínima llamada al orden por parte de la alcaldesa, que tampoco hizo uso de la traducción simultánea. Pero no hubo nada. Silencio absoluto. Debió de considerar normal aquella conducta impropia de un pleno municipal. El resto del grupo del Partido Popular no se quedó atrás: móviles, WhatsApps, ordenadores abiertos... cualquier cosa menos escuchar a las personas que hacen uso del turno popular, un derecho democrático esencial. Tampoco fueron mejores otros comportamientos. El concejal jeltzale situado a mi lado dedicó esos diez minutos a ver los últimos reels de Instagram. Esa es, al parecer, la prioridad de algunos representantes mientras la ciudadanía intenta hacerse oír. Conviene recordarles algo fundamental: sus sueldos los pagan las ciudadanas y ciudadanos a los que decidieron ignorar. Y hay dos obligaciones básicas que deberían cumplir sin excusas: guardar silencio y escuchar, y utilizar los servicios de traducción para entender lo que se expone en euskara, una de las lenguas oficiales de nuestra ciudad. Actitudes como las observadas ese día degradan la vida pública y revelan una preocupante falta de respeto hacia la participación ciudadana. Representantes que se comportan así deberían ser apartados de toda responsabilidad política. El Partido Popular demuestra, pleno tras pleno, que supone un riesgo para la calidad democrática de nuestras instituciones, tanto por su desprecio hacia la ciudadanía como por la arrogancia con la que ejercen sus cargos. Es justo decir que la totalidad de representantes de EH Bildu y de Elkarrekin-Podemos mostraron un respeto absoluto, guardaron silencio y siguieron con atención toda nuestra intervención. Eso es lo que debería ser lo normal en un pleno municipal. Lamentablemente, hoy no lo es.


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