Bajo la guerra comercial, la guerra tecnológica

La detención en Canadá de la directora financiera de la compañía china de alta tecnología, Huawei, a raíz de un requerimiento de la Justicia estadounidense, ha aumentado nuevamente la tensión entre Estados Unidos y China. El incidente, sin embargo, ha revelado, más que ninguna otra cosa, los entresijos de la guerra comercial lanzado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra China.

El arresto muestra que lo que está en juego en esa guerra comercial tiene poco que ver con los aranceles a determinadas mercancías, y mucho con el control de las infraestructuras tecnológicas de comunicaciones y datos. China ya no se dedica a copiar sino que está en condiciones de disputar la hegemonía tecnológica a Estados Unidos en ámbitos hasta ahora exclusivos de los grandes gigantes de Silicon Valley. El discurso sobre la libertad de empresa que aseguraba a Estados Unidos su posición de dominio y el flujo libre y sin restricciones de los datos de todo el mundo hacia sus sistemas ha quebrado cuando ha surgido un competidor de su misma categoría. Ahora, como siempre en estos casos, se vuelve al discurso del miedo, aparecen los riesgos para la seguridad porque el Gobierno chino pueda apropiarse de la información. Lo cierto es que hasta la fecha han sido las grandes empresas estadounidenses las que han permitido el acceso a sus datos, tanto al Gobierno –tal y como denunció Edward Snowden–, como a otras empresas con oscuros intereses –como quedó acreditado con el escándalo de Cambridge Analytica y el uso de millones de datos de Facebook–.

Los responsables europeos también están «preocupados» con las empresas chinas, cuando los estadounidenses han espiado hasta el teléfono de Angela Merkel. Preocupación cínica de subalterno. Mejor harían en ocuparse de que los datos de la ciudadanía europea no fluyan libremente ni hacia Silicon Valley, ni hacia China; esos datos pertenecen a los ciudadanos europeos.

Recherche