Cambio de tendencia en la creación de empleo

Los datos del desempleo registrado en el mes de agosto han sido malos sin paliativos. Incluso la patronal y los Gobiernos de Gasteiz e Iruñea, de forma más o menos disimulada, lo reconocieron en las valoraciones que hicieron públicas. Quizás los números no sean tan negativos en términos absolutos, pero la sensación generalizada es que marcan el inicio de un cambio de tendencia en un momento en el que el paro en Euskal Herria sigue siendo de los más altos de la Unión Europea.

El desempleo creció el mes pasado en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, y si bien es cierto que en el conjunto del año ha descendido, los datos de la contratación no invitan al optimismo: se han firmado menos contratos que en julio de este año, pero también menos que en agosto del pasado ejercicio. Además, los contratos indefinidos han caído en mayor medida que los eventuales y no llegan a ser ni siquiera uno de cada diez registrados. La reforma laboral ha permitido recortar salarios y derechos, y a pesar de todo el paro sigue siendo muy elevado. Los datos denotan el fracaso de una política que no solamente no va a acabar con el desempleo, sino que además ha conseguido ya que los índices de pobreza sean los peores en décadas. Ha aumentado el número de personas en riesgo de pobreza y casi una de cada cuatro personas no puede hacer frente a gastos imprevistos. Pero lo más llamativo es que crece el número de familias que aun teniendo a todos sus miembros ocupados están en situación de pobreza real o de ausencia de bienestar, algo que afecta especialmente a los hogares monoparentales encabezados por mujeres. Es la cruda realidad del empleo precario, intermitente y mal pagado que han traído las sucesivas reformas laborales.

El modelo neoliberal basado en precarizar las relaciones laborales no sirve para crear empleo, y además agudiza las desigualdades sociales. El bienestar para la mayoría trabajadora se logrará con paradigmas que pongan el acento en el reparto de la riqueza y del trabajo.

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