En esos barcos está la brújula moral de Europa

La situación que están viviendo los barcos de salvamento Open Arms y Ocean Viking y los alrededor de 500 migrantes rescatados que llevan a bordo resulta incomprensible casi desde cualquier punto de vista. De hecho, el único punto de vista comprensible es el que defiende el líder ultraderechista Matteo Salvini. En su caso, tanto por su ideología totalitaria, como por su moral despiadada, pero sobre todo por sus intereses políticos –el adelanto electoral y el asalto al poder que está impulsando en Italia–, su postura es fácil de entender. Esta situación le conviene, casi pase lo que pase. Es terrible, pero sencillo de comprender y de explicar.

Lo incomprensible en términos políticos es que grandes poderes como Alemania o el Estado francés permitan a este fascista rampante salirse con la suya. Como si estas victorias no fuesen a tener réplicas en el resto de estados europeos. No es fácil de entender que en medio de una pugna pueril por el relato, Pedro Sánchez no sea capaz de postularse como un líder y aparezca como un irresponsable e inhumano. Es inaudito que las instituciones europeas no tengan recursos, no ya materiales, sino de pura falta de talento para buscar una salida a esta crisis. Que en este momento el destino de esas personas –y el valor simbólico y político de lo que les ocurra– dependa de unos jueces. No se puede entender que tengan tantos problemas para adoptar un acuerdo de compromiso y den esta imagen.

Esos barcos señalan una vergüenza continental. Los estados europeos no solo han hecho dejación de sus obligaciones más básicas, sino que están persiguiendo a quienes sí asumen la responsabilidad de socorrer a los náufragos. Estos organismos mantienen, además, una campaña por el asilo y por unas rutas seguras que eviten más muertes. En este éxodo ya han muerto al menos 14.000 personas en el Mediterráneo. El acoso contra estas ONGs es infame. Los estados van a la deriva y esos barcos marcan la única brújula moral que puede salvar al continente.

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