Israel se ensaña en Gaza y espolea el rechazo social

El Ejército israelí bombardeó ayer Gaza con aviones y tanques, y mató al menos a tres palestinos que, un viernes más, protestaban cerca de la frontera. Desde que comenzó la llamada Gran Marcha por el Retorno, el 30 de marzo, el Tzáhal israelí ha acabado con la vida de más de 140 palestinos, entre los que hay que contabilizar a varios periodistas y personal sanitario. La mayoría han sido abatidos por francotiradores del Ejército, aunque ayer el calibre de las armas utilizadas cambió radicalmente la escala de la agresión.

Al constante acoso militar contra la franja de Gaza se sumó el jueves la aprobación en el Parlamento israelí de la Ley Estado-Nación que establece el carácter judío del Estado y, en consecuencia, la segregación de las minorías que viven en el país. Una ley que suprime la igualdad de derechos y adultera profundamente los fundamentos de un estado de derecho democrático, por lo que ha sido calificada unánimemente como racista. De hecho, la ley establece un régimen de apartheid en Israel y lo hace, precisamente, un día después de que se conmemorara en todo el mundo el centenario del nacimiento de uno de los más destacados luchadores contra la discriminación racial y la segregación: Nelson Mandela. Tanto la ley como los bombardeos son muestras palpables del desprecio a la comunidad internacional y de la total falta de compromiso del Gobierno de Israel con la democracia, los derechos humanos y con una paz justa en la región.

Ante la inoperancia de la ONU y las tímidas protestas de la UE, la decisión de Donald Trump de llevar la embajada de EEUU a Jerusalén parece haber espoleado a los halcones israelíes. Sin embargo, la reciente suspensión de un concierto de Shakira en Tel Aviv y del partido de fútbol entre las selecciones de Argentina e Israel, o el boicot de la actriz Natalie Portman al «Nobel judio», indican que las atrocidades del Gobierno israelí concitan un rechazo social cada vez mayor en todo el mundo.

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