La transición ecológica es una cuestión capital
Los primeros datos sobre el consumo energético de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en 2024, facilitados ayer por la Entidad Vasca de la Energía (EVE), vuelven a mostrar una tendencia alarmante. Por mucho que se destaque el aumento de consumo eléctrico, que fue del 1,2%, esta será realmente una buena noticia si viene acompañada de un descenso del uso de combustibles fósiles. No es el caso, dado que el consumo de gas natural aumentó un 4,4%, mientras que el uso de los carburantes en la automoción creció otro 4,2%.
Siguiendo una tendencia global, el debate sobre la preservación futura de las condiciones que sustentan la vida que conocemos en la Tierra ha pasado a un segundo plano absoluto también en Euskal Herria. La irrupción de Trump ha puesto patas arriba la agenda climática de mínimos que, aunque insuficiente, se había logrado consensuar globalmente a través del Acuerdo de París. Pero ni la guerra comercial ni el ardor guerrero que ha embriagado las capitales europeas va a esconder la emergencia climática. Trump se irá, pero el principal reto civilizatorio que afronta la humanidad seguirá ahí.
En la CAV, el foco se ha puesto ahora en la necesidad de la industria de disponer de mayor potencia eléctrica. Dado que la electrificación de la industria es uno de los pilares de la transición energética –junto a un irremediable decrecimiento del consumo–, la resolución de las trabas logísticas debe ser una prioridad compartida. Pero el problema es mucho mayor y hay que abordarlo con una visión de conjunto. Electrificar la industria es prioritario, pero también lo es pensar en redes descarbonizadas de transportes de mercancía. Igualmente, el despliegue de renovables sigue siendo un caos permitido, para empezar, por la ausencia de un Plan Sectorial que ordene mínimamente las instalaciones; una situación que deja vía libre a proyectos que no tienen nada que ver con las necesidades del tejido socioproductivo vasco, como pueden ser los centros de datos. El Ejecutivo de Lakua debe aclarar si la transición ecológica –que va más allá de la energética– es una muleta con la que intentar desgastar al principal partido de la oposición o una cuestión capital para el futuro del país.