Otra política migratoria: ¿capacidad o voluntad?

La actual crisis migratoria o, si se prefiere, la agudización de la permanente crisis migratoria en Europa, ha puesto de manifiesto, por si alguien aún no se había dado cuenta, la ineficacia de las políticas europeas en esa materia. La reunión, anteayer, de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, para buscar soluciones a esta crisis había creado ciertas expectativas pero, lejos de sorprender, de ella no salió ninguna propuesta que tan siquiera sugiera esas soluciones. El relator especial de la ONU sobre Derechos Humanos de los Migrantes, François Crépeau, destacó ayer esa falta de eficiencia y pidió a la UE una política migratoria basada en los derechos humanos.

Resulta lamentable que un representante de la ONU tenga que recordar que los migrantes son personas, que se vea obligado a hacerlo porque las medidas que se vienen aplicando no están pensadas para hacer frente a un grave problema que padecen seres humanos. Es algo que se viene comprobando día a día, y que se vio claramente cuando, tras la muerte en el Mediterráneo de más de mil personas en escasos días, la urgente reacción de la UE fue acordar más de lo mismo, dificultar la entrada en Europa. Estos días han saltado las alarmas por el aumento de ataques xenófobos relacionados con la llegada de refugiados a Europa, y las condenas institucionales no se han hecho esperar. Seguramente los discursos en favor de la igualdad y los derechos humanos calarían más entre la población si fueran acompañados de prácticas no excluyentes.

Es cierto que se trata de un asunto muy complejo, y por ello mismo afrontarlo no está en manos de cualquiera, pero sí debería estarlo, por responsabilidad y capacidad, al menos para paliar este drama, en manos de la UE. La duda es si verdaderamente los líderes europeos, en mayor o menor grado implicados en las causas de ese éxodo masivo, son incapaces de acometerlo en los términos señalados por la ONU o no tienen voluntad de hacerlo.

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