Pensionistas, pasado y presente de lucha obrera

Miles de pensionistas y jubilados salieron a la calle ayer para denunciar la raquítica subida aprobada por el Gobierno y para exigir unas pensiones públicas dignas. Aunque no fue la única, la  manifestación de Bilbo fue multitudinaria y llegó a colapsar el centro de la ciudad. El mensaje de indignación y determinación que lanzaron los pensionistas fue muy potente y todo indica que tendrá continuidad.

La supuesta bonanza económica, los empleos precarios, el gasto de la llamada hucha de las pensiones, el encarecimiento de la vida, los continuos recortes y unas pensiones prácticamente congeladas conforman un coctel que ha terminado con la paciencia de jubilados y pensionistas. Gran parte de la explicación de lo que sucede la dio el Eurogrupo el lunes cuando eligió como vicepresidente del Banco Central Europeo al ministro español de Economía, Luis de Guindos. Sin perfil técnico –su mayor logro es haber sido presidente de Lehman Brothers en la península cuando el banco quebró–, su carrera ha sido política y ha estado estrechamente ligada a cumplir las exigencias de la Troika: rescatar bancos con dinero público, impulsar la reforma laboral, recortar gasto social, congelar las pensiones y priorizar la devolución de la deuda. Tal era la ausencia de méritos que tuvieron que retirar al otro candidato para poder nombrar a De Guindos y así recompensarle por los favores prestados. Una Europa condescendiente premió a su mejor alumno mostrando la dependencia y sumisión del Gobierno español hacia los designios de los poderosos.

Posiblemente muchos de los que participaron ayer en la manifestación fueron los trabajadores que años atrás protagonizaron las movilizaciones contra la reconversión  que terminó con nuestra industria. Ahora como entonces, Madrid sigue decidiendo sobre nuestras pensiones, sobre nuestra industria y sobre nuestras vidas. Es hora de que empecemos a decidir en Euskal Herria.

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