Trump no deja sitio para medias tintas en Palestina

Primero Donald Trump abogó por trasladar a los gazatíes a Egipto o Jordania. También sugirió que Israel se anexionara Cisjordania. A pesar del rechazo general, y ya con Benjamín Netanyahu como testigo en la Casa Blanca, Trump fue directo al grano y explicó que había que echar a los palestinos de Gaza y que ese territorio debería quedar bajo dominio de EEUU para construir una «Riviera» en Oriente Próximo, esto es, una urbanización para ricos a orillas del Mediterráneo. Puntualizó que había que mover «a todos, a 1,7 o 1,8 millones», unas cifras que contrastan con los entre 2,1 y 2,3 millones que vivían en Gaza, y que indica que si los palestinos no han podido salir, la cifra de muertos por la incursión israelí estaría incluso por encima de lo estimado por la revista médica "The Lancet".

Las palabras de Trump constituyen un claro llamamiento a la limpieza étnica y fueron rechazadas por los representantes de los palestinos, que las calificaron como racistas y de crimen contra la humanidad. Auguraron que la implementación de ese plan solo traerá el caos a la región. La idea de Trump concitó asimismo el rechazo unánime de la comunidad internacional. En ese sentido, la ONU recordó que toda deportación «desde un territorio ocupado está estrictamente prohibida». Sin embargo, ese guión es tristemente reconocible en la historia de Palestina. EEUU siempre ha apoyado el proyecto colonial y la limpieza étnica que desde su fundación ha llevado a cabo Israel. Ha sido, asimismo, el principal suministrador de las armas con las que el Ejército israelí ha establecido a la fuerza un régimen de apartheid, ha destruido la Franja de Gaza y perpetrado un genocidio. Trump quiere acelerar ese proceso y además lo dice a viva voz.

Ante los cada vez más explícitos llamamientos a la limpieza étnica en Palestina, el 31 de enero se formó el grupo de La Haya, nueve países que se comprometieron a cumplir la orden de detención del TPI contra Netanyahu y Yoav Gallant, así como impedir el suministro de armas a Israel. Europa, en vez de invitar a Netanyahu a visitar Auschwith, debería liderar este tipo de iniciativas. Ya no queda espacio para medias tintas. 

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