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WASHINGTON

La alcaldesa de Charlotte decreta el toque de queda ante la tercera noche de protestas

Cientos de personas protestan en las calles de una militarizada Charlotte (Carolina del Norte, EEUU) en la tercera noche de manifestaciones contra la violencia policial pese a que rige un toque de queda decretado después del fallecimiento del hombre herido de bala este miércoles.

Manifestantes en las calles de Charlotte. (Nicholas KAMM/AFP)
Manifestantes en las calles de Charlotte. (Nicholas KAMM/AFP)

Las protestas del jueves han sido menos violentas que las de los dos días anteriores, pese a que la Policía ha lanzado gases lacrimógenos para dispersar a algunos de los manifestantes.

Las calles de Charlotte han estado llenas de soldados y blindados de la Guardia Nacional después de que el gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, decretase el estado de emergencia tras dos noches de fuertes disturbios.

Al estado de emergencia se le ha unido el toque de queda que ha decretado para toda la noche la alcaldesa de Charlotte, Jennifer Roberts, ante las de protestas–, una medida que «estará en vigor cada día» hasta que concluyan los disturbios.

«Se prohíbe desplazarse por la calle, callejón, carretera o cualquier otra propiedad pública, excepto aquellos que estén buscando asistencia médica, comida o servicio necesario para el bienestar de sí mismos o sus familias», señala la proclama.

La Policía, de todos modos, informó la pasada la medianoche que no impondrá el toque de queda mientras la protesta sea pacífica.

Antes de decretar el toque de queda, la alcaldesa supo que el joven herido de bala este miércoles durante los disturbios falleció en el hospital.

Además del muerto, los disturbios han dejado numerosos heridos y medio centenar de detenidos.

Las protestas estallaron el martes después de que un policía matase a tiros al afroamericano Keith Lamont Scott, de 43 años, en el aparcamiento de un edificio de apartamentos mientras esperaba que su hijo regresase del colegio para recogerlo.

La Policía acusó a Scott de ir armado –en un estado en el que llevar una pistola es legal si se tiene permiso– y de suponer una «amenaza de muerte inminente» para los agentes, un relato que familiares y testigos rechazaron.

Los familiares de Scott, precisamente, han tenido acceso a los vídeos del suceso grabados por policías y han pedido que las imágenes se hagan públicas «inmediatamente».

El jefe de la Policía de Charlotte, Kerr Putney, ha dicho al diario ‘The Charlotte Observer’ que, según lo que él ha podido ver en las imágenes del vídeo, la actuación del agente Brentley Vinson, autor de los disparos, estuvo justificada, una postura compartida por la alcaldesa Roberts.

El abogado de la familia, Justin Bamberg, ha afirmado por su parte que de acuerdo con lo que han podido observar en la cinta Scott no muestra signos de agresividad y no se aprecia si empuña un arma, como aseguraron los uniformados en su reporte.

El representante legal de la familia ha indicado que en las imágenes, tomadas por las cámaras de los agentes, es «imposible distinguir» lo que Scott sostiene en sus manos, si es que portaba algo, pero cuando fue abatido tenía las manos en sus costados y «caminaba lentamente hacia atrás».

Ante la diversidad de opiniones, la familia ha pedido al Buró Estatal de Investigación de Carolina del Norte (SBI) que investigue lo sucedido y esta agencia ha informado de que ha comenzado sus pesquisas y determinará si el agente que disparó es imputado o no.

Mientras en Charlotte siguen las protestas, en Tulsa (Oklahoma), también en el ojo del huracán por un caso de violencia policial, el fiscal del condado ha presentado cargos contra una agente acusada de haber disparado contra un afroamericano desarmado.

La Fiscalía de Tulsa ha anunciado que Betty Shelby, una agente de policía blanca, tendrá que enfrentarse a un cargo de homicidio en primer grado por la muerte de Terence Crutcher, un hombre de 40 años al que se le averió la furgoneta en una zona boscosa de la ciudad, lugar en el que fue abatido.

Las muertes de Crutcher y Scott se enmarcan dentro de los episodios de tensión racial que ha vivido Estados Unidos desde hace dos años, especialmente tras la muerte en Ferguson (Misuri) en agosto de 2014 del joven negro Michael Brown.