En una comparecencia pública, el colectivo Karmele Gogoan ha recordado cómo Karmele Solaguren falleció el 6 de diciembre de 2004 mientras se dirigía «junto a su compañero José Luis Guerra Carrillo a visitar a su hijo Ekain, preso en una cárcel a más de 500 kilómetros de Barañain».

Desde entonces, «los poderes públicos han reprimido las movilizaciones para denunciar la muerte de Karmele. Han prohibido actos de homenaje e iniciativas que pedían el reconocimiento de lo sucedido».

Karmele Gogoan ha denunciado que en los últimos doce años, se ha intentado «negar lo evidente. Karmele no murió en un accidente de tráfico, murió a consecuencia de la dispersión. Tanto empeño en evitar que en este pueblo se hiciera memoria no se explica sin un intento claro de no asumir responsabilidades. Ha habido una intención continuada y deliberada para que esta muerte pase al olvido y no se recoja en la memoria colectiva de nuestro pueblo».

Ha añadido que «cada año que las instituciones se niegan a reconocer que Karmele murió a consecuencia de una decisión política, es un año más de tremendo dolor para nosotras. Es como si Karmele muriera cada 6 de diciembre». Por ese motivo, han procedido a colocar doce estelas-mojones que «simbolizan cada uno de estos doce años de no reconocimiento».

Pero el objetivo de Karmele Gogoan es la colocación de un monolito que recuerde de manera permanente a Karmele Solaguren. El 18 de febrero ya se anunció la intención de erigir ese recuerdo y considera que «ha llegado el momento de iniciar el camino hacia el reconocimiento con la colocación de un monolito en nuestra localidad». Con ese fin, «vamos a seguir trabajando para que 2017 sea por fin el año del reconocimiento».

Para impulsar esa tarea, los próximos días 24, en el Olentzero, y el 31, en la San Silvestre, «estaremos en la plaza del Ayuntamiento de Barañain recabando fotos de vecinas y vecinos que deseen mostrar su respaldo a iniciar el reconocimiento con la colocación de un monolito en Barañain que recuerde que Karmele murió como consecuencia de la política de dispersión del Estado español».

La misma política que «condena hoy a familiares y amigas del joven de Barañain Xabier Sagardoy a poner en riesgo sus vidas, yendo a visitarlo todos los fines de semana. Estamos preocupadas porque la actitud de no reconocer lo sucedido, hace posible que cualquier día sea otro 6 de diciembre».