BERTA GARCIA
CONSUMO

Protectores solares

Tomar el sol es saludable por los beneficios que nos aporta, pero hacerlo en exceso puede traer complicaciones a corto y también a largo plazo, porque la piel tiene memoria y nos recuerda las dosis elevadas de rayos UV de las que nos atiborramos para «ligar bronce».

Cuando la piel siente que le llegan rayos UV pone en marcha la generación de melanina, una proteína que «transforma» casi toda la radiación UV en un poco de calor. Es de color oscuro, por eso nos broncea la piel. Y ahí está la cuestión, pues hay que favorecer su presencia y esto es algo que se logra, no con cremas, sino con buena alimentación.

Hay alimentos que favorecen la producción de melanina, como son los ricos en carotenos. Entre ellos los de color anaranjado (por ejemplo, zanahorias, boniato, calabaza o albaricoques) y también otros como espinacas, perejil, berros o brócoli. Parte de los efectos nocivos de los rayos UV son contrarrestados por las vitaminas A (la obtenemos de los mismos alimentos que los carotenos), C (pimienta roja, perejil y fruta, entre otros) y E (por ejemplo frutos secos, espárragos o aceitunas).

Además de bien alimentarnos e hidratarnos para tomar el sol –menos horas pero más productivas– debemos cubrirnos con ropas de fibras más protectoras, como son las naturales (lino, cáñamo, algodón sin blanquear o las anti-UV) que alcanzan una equivalencia de factor de protección hasta un 30. También conviene saber que cuanto más húmeda esté la ropa (por ejemplo, por el sudor), menos nos protege de los UV.

Por último, están las cremas protectoras que también son necesarias. Pero pasa como con los alimentos: no todos son naturales y hay que revisar las etiquetas. Ninguna crema protege al 100%, pero las hay muy deficientes en su composición.