Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La Torre Oscura»

Un rutinario viaje iniciático

Alejado de los parámetros habituales del terror, el prolífico Stephen King concebió su más ambiciosa y monumental propuesta “La torre oscura” como un espacio literario en el que ha volcado buena parte de sus inquietudes seudofilosóficas camufladas en un entorno fantástico en el que lo real y lo improbable son delimitados por una frontera muy difusa. La obsesión del firmante de “El resplandor” le llevó incluso a elaborar un idioma enraizado en el viaje iniciático protagonizado por una especie de caballero templario readecuado a la iconografía del salvaje oeste, un pistolero errante. La ambiciosa propuesta tal vez requería de una distancia mayor que la que oferta el formato largo y solo los caprichos de la taquilla podrán certificar si el periplo protagonizado por el atormentado Roland Deschain de Gilead contará con una prolongación en formato saga.

Ateniéndonos al resutado de esta tarjeta de presentación, intuímos en el conjunto ciertos elementos muy interesantes que, si bien gozaron de un mejor tratamiento –sobre todo en lo relativo a los universos paralelos– en la iconográfica “Matrix”, hubiesen adquirido mayor relevancia de no ser por el talante meramente comercial que asoma en cada fotograma.

Es una lástima que el duelo que protagonizan dos intérpretes de gran empaque como Idris Elba y Matthew McConaughey se limite a un cruce de miradas rocosos y a una serie de diálogos poco elaborados y enfocados a un público juvenil.

Dejando a un lado las obligadas referencias a lo que plasmó J.R.R. Tolkien en su imaginario de la Tierra Media, en “La torre oscura” merecen una mención más destacada el cuidado diseño del personaje encarnado por el precoz Tom Taylor y los peculiares laberintos interiores que inspiran un viaje iniciático excesivamente deudor de los recurrentes efectos digitales de última generación.