Iker Casanova
Militante de Sortu

Mañana, Frente Amplio

Hoy es día de examen y hasta los mejores estudiantes sienten en esos momentos un cosquilleo de incertidumbre. El trabajo está hecho, y se ha hecho bien, pero los cambios políticos, la irrupción de nuevos agentes y el carrusel demoscópico de los últimos meses no permiten certezas absolutas. Lo apretado de las previsiones en muchos lugares hace que vayamos a vivir una noche electoral apasionante.

Mi impresión es que la izquierda soberanista va a salir en general fortalecida, consolidando el tsunami de hace cuatro años con una ligera tendencia al alza, aunque los pactos post-electorales pueden complicar la conservación de alguna plaza importante. Y mucha atención, cómo no, al posible cambio en Nafarroa…

A la espera de lo que determine el recuento de esta noche, la realidad es que la izquierda soberanista viene de los mejores resultados de la historia en Iparralde y hoy tiene opciones de ganar, o liderar un gobierno alternativo, en tres de los cuatro herrialdes de hegoalde y en varios eskualdes de Bizkaia. EH Bildu es ya la alternativa consolidada a las derechas del PNV y UPN, y su proyecto ha adquirido solidez estructural. Es el instrumento organizativo clave del nuevo ciclo y la llave para la construcción de una nueva hegemonía soberanista y de izquierda tanto en lo electoral como en lo ideológico. Por eso es necesario cuidarlo y mejorarlo, por eso es necesario que pase de ser una coalición de partidos a ser un Frente Amplio.

La reciente visita de Pepe Mujica a Euskal Herria y su significativo encuentro con representantes de EH Bildu han vuelto a poner de actualidad el proyecto político que llevó a Mujica a la presidencia de Uruguay, el Frente Amplio. Esta denominación ya había sido elegida hace meses por EH Bildu para designar a su nueva filosofía organizativa. Con este apelativo pretendemos definir un modelo distinto de una simple coalición de partidos, un modelo que proporcione unidad en la diversidad, que permita aunar pluralidad ideológica con eficiencia política. Adoptar la filosofía de Frente Amplio no supone que desaparezcan los partidos que constituyen EH Bildu, sino que junto a ellos se crearán estructuras conjuntas para gestionar el espacio compartido en lo político y lo institucional. Ello redundará en una mayor agilidad y eficacia, en el fortalecimiento de la identidad común y en un mejor encaje de militantes independientes. Las primeras estructuras de este Frente Amplio ya se han constituido en pueblos y barrios para organizar las elecciones municipales y pervivirán para gestionar la representación obtenida. A partir de mañana seguiremos profundizando en esa vía para construir un modelo organizativo sólido con el que articular la lucha por la soberanía y el cambio social. Es importante también saber vertebrar la diversidad ideológica con un programa táctico de unidad que defina un espacio político amplio pero definido y coherente.

Quizás desde fuera del ámbito militante no se valore adecuadamente la importancia de contar con un modelo organizativo adecuado. Hacia el exterior, la coalición EH Bildu ha proyectado una gran imagen de unidad, más sólida incluso que la de muchos partidos unitarios. Ello ha sido posible gracias a la buena voluntad, a la ilusión compartida, a la sintonía estratégica y ¿por qué no decirlo? a las buenas relaciones personales, pero también ha exigido consumir un buen número de energías en cuestiones internas, coordinación y debate. Energías que no se han podido invertir en lo realmente importante, la acumulación de fuerzas para el cambio. Perder menos tiempo en cuestiones burocráticas y debates técnicos, eliminar estructuras duplicadas y contar con instrumentos organizativos más ágiles y adecuados nos permitirá responder con más rapidez en la lucha cotidiana, hacer mejores análisis y generar mejores propuestas, ganar credibilidad y apoyo. Y, al mismo tiempo, abrir cauces a la participación nos permitirá ser más democráticos, plurales y activos.

Pero, junto a la cuestión organizativa, hay también retos políticos importantes que afrontar de forma inmediata. Además de las cuestiones centrales de la agenda política, entre las que destaca el desarrollo del Euskal Bidea, la situación socioeconómica y el avance en el proceso de resolución del conflicto, hay dos elementos de fondo de carácter estructural que deberíamos abordar. Creo que no se podrá consolidar una mayoría favorable al cambio social y el derecho a decidir si no se desatan dos nudos que actualmente obstaculizan el desarrollo de este proyecto: la política comunicativa y la debilidad en el Gran Bilbao. Y aclaro que estos problemas no son en absoluto responsabilidad de las personas que trabajan estas áreas o zonas, más bien al contrario, son ellas quienes más sufren unas deficiencias cuya resolución es una responsabilidad colectiva.
 
El constante sirimiri de negatividad hacia la gestión institucional de EH Bildu (en realidad hacia el conjunto del proyecto) en el que por distintas razones participan casi todos los medios de comunicación del país, es un lastre difícil de superar si queremos incorporar nuevos sectores. Este bombardeo mediático anti-Bildu, se hace desde la información sesgada, la manipulación, la ocultación, las medias verdades y hasta las mentiras, gracias a que la estructura de medios en el país es profundamente oligárquica y antidemocrática. Pero el caso es que una gestión institucional que en la mayoría de los casos es buena y hasta ejemplar, respaldada por los medidores objetivos que son los datos, queda distorsionada ante la mayoría de la sociedad, caricaturizada hasta lo irreconocible. Los instrumentos de comunicación de la fase anterior son ahora insuficientes, porque ya no se trata de mantener cohesionado a un bloque combativo y compacto, sino de acumular, y más tarde ideologizar, a personas menos politizadas y por tanto más permeables a la influencia de los medios de comunicación. La nueva fase política exige una nueva estrategia de comunicación que fortalezca los instrumentos propios, cree otros nuevos, use las nuevas tecnologías y limite el impacto de los medios del sistema.

En las últimas elecciones EH Bildu ha venido obteniendo en torno al 25% de los votos en la CAV. En el área del Gran Bilbao el porcentaje oscila en torno al 16%. Si en la zona que agrupa a un tercio de la población de Euskal Herria no llegamos a superar el 20%, si el PNV sigue doblándonos o casi triplicándonos, como en el caso de Bilbo, nunca superaremos la distancia que actualmente nos separa. En los últimos tiempos este análisis se ha repetido con frecuencia dentro de la izquierda soberanista, hasta el punto de que puede darse por asumido en un plano teórico. Pero es necesario ahora actuar en consecuencia y establecer una detallada planificación de trabajo para hacer frente al problema. Y creo que no se trata de hacer más, que también, sino de hacer distinto, renovando incluso el discurso en aspectos claves para, sin perder la base y origen abertzale del que partimos, articular un nuevo soberanismo urbano adaptado a la realidad sociológica del país.
 
Junto a la renovación organizativa, ya en marcha, y al acierto en la gestión de la agenda política, necesitamos mejorar nuestra política comunicativa e incrementar nuestra presencia en el Gran Bilbao, lo que repercutiría además en un avance global en otras zonas urbanas. No tenemos prisa ni urgencias, nuestros tiempos son los tiempos de la historia, pero es fundamental activar sendas estrategias de avance en estos espacios para continuar con el proceso de cambio social y liberación nacional. Hay que sustituir el vértigo que nos producen los cambios por la ilusión, desde la certeza de que el proceso emprendido es el que nos va a llevar a la consecución de nuestros objetivos.

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