GARA
KOSOVO

Malestar y decepción tras ocho años de «independencia» de Kosovo

Crítica con la tutela occidental y con cualquier acuerdo de normalización on Serbia, la oposición está aprovechando la ola de malestar por la corrupción del gobierno de Pristina y de decepción tras ocho años de fracasado intento de crear un Estado viable.

La exigencia de dimisión del gobierno de Pristina congregó ayer a al menos 15.000 personas, decenas de miles según los convocantes, en el octavo aniversario de la declaración de independencia de Kosovo,

La marcha deslució el desfile militar de conmemoración en el centro de la capital y estuvo plagada de cientos de banderas albanesas rojinegras. Brilló por su ausencia la enseña oficial, azul y amarilla, kosovar.

No en vano tanto la manifestación como la reciente ola de protestas, que ha incluido protestas reprimidas por la Policía y la interrupción de varias sesiones del Parlamento con el lanzamiento de gas lacrimógeno, está liderada por el principal grupo opositor, Vetevendosje (Autodeterminación), muy crítico con la independencia de Kosovo tutelada por EEUU y la UE –en el último caso a cambio de forzar el entendimiento con Serbia–, y que coquetea con la exigencia histórica de integrara el enclave en una suerte de Gran Albania.

Municipios serbios

Vetevendosje, liderada por Albin Kurti, denuncia especialmente el acuerdo de normalización de relaciones con Serbia, que ha supuesto la creación de una asociación de municipalidades serbias en Kosovo en aras a garantizar derechos a esta minoría. Para sus detractores, el acuerdo, exigido por la UE a Pristina como condición para el progreso de su proceso de adhesión, garantiza la tutela de Belgrado sobre los municipios serbios de Kosovo.

No obstante, esta reivindicación no es sino el catalizador de una protesta mucho más profunda, y que apela a la decepción por la situación en un país que no funciona y al malestar por la corrupción.

«Kosovo no es lo que nosotros soñamos», señala Petrit Ramadani, un informático de 32 años. «Estamos totalmente decepcionados», añade.

Tanto él como sus compañeros de marcha denuncian la corrupción y el desprecio de la clase política hacia los 1,8 millones de habitantes de Kosovo, el 70% menores de 30 años.

Muchos de ellos deben salir al extranjero para huir de la pobreza y el paro, que asola al 40% de la población.

Por si esto fuera poco en uno de los países más empobrecidos de Europa, el acuerdo con Serbia no ha mitigado la segregación total de las comunidades serbia y albanesa en Mitrovica, separadas por el río Ibar.

En el lado serbio, plagado de banderas de Serbia y pintadas prorrusas, un inmenso grafiti en un edificio muestra al presidente ruso, Vladimir Putin, sobre una Casa Blanca en llamas.

Rusia lidera desde la crisis kosovar el rechazo a la independencia de Kosovo, secundada, entre otros, por China y el Estado español. Así las cosas, Kosovo siguen sin ser miembro de las Naciones Unidas.