Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
LIDE HERNANDO
VOZ Y GUITARRA ACÚSTICA DE LIHER

«Encima del escenario eres consciente de por qué amas la música»

Lide Hernando es una donostiarra con una voz favorecida por la naturaleza y matizada por el talento cultural adquirido con los años. Nace al público como solista, desnudez que muestra los valores innatos de Lide, quien ahora solo desea ser Liher, un grupo de rock junto a Iñigo Etxarri, Joshka Natke y Ander Vildósola, con quienes ha grabado el notable «Hutsa». Hoy lo presenta en Torreberri de Zumaia. 22.30.

«Tengo pensamientos bastante difusos sobre cómo me inicié cantando. El momento preciso. Me acuerdo de que tenía un disco de Mariah Carey, un recopilatorio de sus grandes éxitos, y que hacia los doce o trece años me quedé embelesada con la voz de la diva. Me viene a la mente la curiosidad que me creció en el interior: ¿podría yo llegar a cantar así?, y que empecé a intentar imitarla, la verdad es que bastante torpemente. Pero poco a poco empecé a disfrutar más cuando cantaba, pasando a escuchar otras artistas del soul como Janis Joplin o Aretha Franklin. Eso sí, siempre a solas. Nunca he sido de mostrar lo que hago a los demás. Inevitablemente, claro, al final las personas cercanas a mí (sobre todo amigas) fueron escuchándome cantar, y ellas fueron las que me recomendaron que pasara a cantar en público. Y a partir de entonces, me creció también el gusanillo de componer. Cogí la guitarra de mi madre, le cambié las cuerdas de orden (ya que soy zurda), y empecé a aprender los acordes básicos que me ayudarían a crear canciones».

En “Hauts” Lide da la impresión de ser una vocalista académica. Se sitúa con facilidad en los tonos bajos y medios, terreno acogedor, de tú a tú, y los domina. Pero si el rock, el blues-rock-soul, la distorsión, abren la puerta ella se abraza al recién llegado con una voz ágil, capaz de subir tonos con llamativa facilidad. En una y otra tesitura controla, que nada se desmadre más allá de la intensidad adecuada, siempre sin desafinar y a pesar de los riesgos tomados.

El control parece conllevar algún tipo de certificado. «Tengo muy poca educación musical. En la ikastola aprendíamos solfeo y coro por elegir un instrumento, en mi caso la trikitixa (¡vaya tiempos!), pero eso que aprendí se ha diluido completamente de mi memoria. Hace casi tres años conocí en un bar de karaoke a un pianista excepcional, Iñaki Miguel, y me propuso hacer un dúo de versiones soul y rockandroll de los años sesenta y setenta. En cuanto empecé a tocar en las calles de Donostia, me di cuenta de que la voz se me cansaba cada vez más, y él me recomendó recibir alguna clase de canto. Lo hice durante un año, me pareció que avancé algo, y luego ya lo dejé. Quizá tenga un poco de falta de disciplina…En cuanto a la guitarra, siempre he sido autodidacta y creo que eso es un poco peligroso, ya que en el grupo los demás compañeros me dicen siempre que he adquirido manías muy malas. Acabo de empezar a tomar clases de guitarra también con el guitarrista del grupo, Iñigo Etxarri»

En 2013 Lide ofrece su primer concierto fuera del sofá de su casa. Con guitarra acústica se sitúa en la plaza de la Trinidad de Donostia y ofrece un amplio repertorio de versiones. Fue un concierto dentro de la Aste Nagusi Pirata. Ya tenía algunas composiciones propias, pero aún no era el momento de quitarlas el lazo.

«Ahí fue cuando mis amigos Joska Natke y Beñat Antxustegi, al escucharme, me preguntaron a ver si tenía alguna canción mía, y al contestarles que sí, me invitaron a pasarme por el estudio que habían montado en Zaldibia para grabarlas. De ahí surgió la maqueta “Arrazoi gutxi, denbora asko”, y se inició el proyecto Liher». Grabarse, enfrentarse a metas, destinos, la visión de otros, es una situación tensa,, pero también necesaria, por lo que esa primera demo se convierte en un punto de inflexión, camino necesario para el siguiente quiebro: “Sí, un cambio mucho más fuerte; el de pasar de ser yo a ser nosotros».

En noviembre de 2015, un compañero de oficio, Unai Pelayo, le invita a participar en el festival Ez Dok Amaitu, pero con una condición: «Que tocara con banda». Para Lide el condicionante es un envite, pero, en realidad, no deja de ser una posibilidad que ya se había planteado en los últimos meses en reflexiones diversas. «Mis canciones pedían más instrumentaje, más potencia, más distorsión... Así que, sin dudarlo, empecé a reclutar a los que hoy forman el grupo».

Asumido el paso, Lide no tiene dudas de con quién quiere caminar por bares, gaztetxes, salas o festivales. «Conocía a Iñigo Etxarri (guitarra eléctrica y coros) y Joska Natke (bajo) de la ikastola, y eran personas que llevaban dentro del mundo de la música más tiempo que yo. Supe que eran un valor seguro y, sobre todo, que habría buen rollo. En cuanto a Ekaitz (batería), entró un poco más tarde, no lo conocía, y ha sido un lujo también tenerle en el grupo. Desde el momento en que empezamos a ensayar me di cuenta de que las canciones en banda ganaban muchísimo, y que eso era lo que yo buscaba en un grupo. Liher ha pasado a ser un proyecto coral, cada instrumento tiene su momento protagonista, y entre todos se complementan muy bien. No he cuestionado en un solo momento la mejora del proyecto desde que pasamos a ser grupo; era lo que Liher necesitaba».

“Hauts” es un disco corto, media hora, o quizá la medida más equilibrada para centrarse y no forzar. La canción que abre el disco y le da nombre es la más… “formal”. Sus trazas recorren el pop y el rock melódico para concluir en un corte muy asequible, pegadizo y para muchos oídos. Es una excelente composición, se desmembra un poquito del resto, pero entra dentro del capítulo Liher, de su amalgama de propuestas. En disco cada electro-acústica canción propone su rebeldía. El rock, el blues, los silencios, los ataques, el pop y el soul escondido juegan su partida. Es el momento de pensar si la variedad despersonaliza o, si acaso, divierte y es más ambiciosa y solariega que la quietud. Nuestra mente está confusa en positivo, ¿por qué no todas las canciones con la brutalidad emocional de la balada “Lurrean hegan? ¿Por qué no todas como la rockera “Kaiola y su juego de coros stonianos, con esa guitarra garagera, con Lide sumergida en zona pasional? ¿Por qué no como la equilibrada “Hauts”? ¿Por qué no como “Kiskaliz berpiztu”, con su ligereza y reventón de voz? ¿Por qué no como “Maitemina”, tan etérea, tan cromática y tan hermosa? (aquí Joseba Baleztena, invitado, demuestra una vez más qué enorme capacidad de matiz posee, a la par que brota el talento de Iñigo Etxarri y Lide nos recuerda a Aiora Renteria) o ¿Por qué no todas como el espectacular blues-rock “Behazun beltza”, con un arreglo de piano a cargo de Iñaki Miguel descomunal?

“Hauts” podría ser más homogéneo, pero como está representa un misterio adictivo. ¿Cómo será la siguiente canción? No, la pregunta no se acaba con una o dos escuchas, el enigma, la dinámica, continúa. Incluso por la audacia de “colar” dos arreglos de viento que sin saber si tiene mucho o poco sentido, singularizan el disco y la valentía de Liher, que pasa ya por ser uno de los debuts más esperanzadores de los últimos años. Además, es un disco que se intuye que se amplía con el directo, que las ondulaciones de la melena de Lide son olas para el público. Que las texturas y las diferentes atmósferas juegan a favor.

«Nos gusta muchísimo el directo, es nuestro fin, el objetivo final de Liher es tocar y tocar y tocar. Ejemplo de ello es que desde noviembre de 2015 a agosto de 2016 hemos tocado casi 60 conciertos, y casi todos ellos los hemos buscado nosotros… Nos gusta tener un concierto a la semana por lo menos, pisar diferentes escenarios, tener experiencias buenas y malas para aprender, estar en el barro siempre». Y en la mente una obsesión, sí: verles en directo, empaparnos de Liher. «Mientras grabas todo es contención, llegar a la perfección, es frío… Encima del escenario, todo se vuelve real. Ahí eres consciente de por qué amas la música», lo cuenta y lo siente una gran voz.

Liher se dispersa entre Gipuzkoa. Etxarri es de Pasai Donibane, Joska de Zaldibia, Ekaitz de Bergara y Lide de Donostia. «Sin embargo, se podría decir que el grupo es donostiarra, ya que aquí es donde nos conocimos y donde surgió el proyecto. No obstante aún expanden más sus alas, ya que ensayan en un caserío en Oiartzun, propiedad de los grupos Anai-Arrebak y Naizroxa. «Son conocidos y nos han hecho un gran favor en dejarnos ensayar ahí».

Liher cuenta con un calendario apretado en los próximos quince días: hoy en Zumaia junto a Rukula (grupo de Martxel Arkarazo). El cinco en Arrigorri de Ondarroa. El 7 en Orbeko Etxea de Laudio. El 8 en el gaztetxe de Oñati. El día 9 Matiena, de Zubiri y el 15, y por ahora, gaztetxe de Mutriku.