Nerea GOTI

LA OTRA VENDIMIA ALAVESA, LA DE TXAKOLI, ACABA DE ENTRAR EN BODEGA

En Araba, no solo se vendimia en Errioxa. Al norte del herrialde, en Aiaraldea, huele aún a uva recién cogida que acumulan las bodegas hasta que allá por enero comience a embotellarse con distintos nombres, pero un mismo apellido, Arabako Txakolina.

La Denominación de Origen Arabako Txakolina es el paraguas bajo el que se ha recuperado y ha dado profesionalidad y reconocimiento a una tradición que viene de muy antiguo en la comarca. Algunos testimonios datan la elaboración de txakoli en la zona ya en el siglo IX, y no como algo aislado sino como una práctica generalizada, sobre todo en Amurrio, Laudio y Aiara. Las horas bajas llegaron al principio del siglo pasado y acabaron con la práctica desaparición de la vid. A finales de los 80 se trazó un camino a la inversa para la revitalización de un pilar de la economía de la zona con la creación de la Asociación Alavesa de Productores Artesanos de Txakoli Arabako Txakolina y en 2002 nació la Denominación de Origen Arabako Txakolina. En 14 años las cosas han cambiado y mucho, tanto que la elaboración de txakoli se ha convertido en una actividad económica, muy familiar aún, pero de marcada importancia y con una proyección en crecimiento también en la oferta turística de la zona.

Hoy, ocho bodegas están en el Consejo Regulador de Arabako Txakolina y 96 hectáreas son viñedos. En total, son unos 50 los productores de uva, de unas 650 toneladas que darán lugar a 600.000 botellas.

Por eso, llegada esta época no es extraño observar cuadrillas provistas de cajas aquí y allá para recoger la uva. De hecho, son muchos los pequeños productores asociados a bodegas grandes para los que el txakoli quizá no sea la principal fuente de ingresos, pero tiene un peso importante en la economía familiar.

Cerca de Urduña, Artomaña Txakolina es la bodega más grande de la zona. Un edificio de color teja de una planta alberga la bodega y demás instalaciones, rodeado de viñedos que ven a un lado la sierra de Gorobel y al otro, el pequeño núcleo urbano de Artomaña, unas pocas casas unifamiliares junto a la iglesia. Con 20 hectáreas de viñedo propio, mantiene el compromiso con pequeños productores de la comarca. «Cogemos uva mecanizadamente, eso nos permite elegir el momento idóneo de maduración», explica Maialen Guerrero, responsable de calidad de la bodega. No todo puede hacerse con máquina. Para ello, los viñedos deben estar dispuestos con una determinada anchura y en un terreno que permita su uso. En zonas altas, con terrenos en pendiente se sigue haciendo a mano, según precisa. A unos días para terminar con la recogida de la uva, acusan el cansancio propio de esta época. «En nuestro caso, la mayor complicación es la de organizar la entrada de la uva en bodega, alternando los remolques de uva propia del viñedo de Artomaña con las entradas de los pequeños productores», señala.

Proyectos familiares

El suyo es un proyecto de hondas raíces familiares. Cuenta que fueron precursores de la propia DO, algo que empezó a coger forma 25 años atrás. Su suegro, Eugenio Álava, se propuso recuperar la elaboración de txakoli que históricamente había sido pilar de muchas economías familiares en la zona.

La bodega de Artomaña es mucho más grande que la primera que se abrió en Amurrio y que pronto será desmantelada. Este año trabajan con una previsión de unos 200.000 kilos de uva recogida en las 20 hectáreas que tienen en producción y calcula que darán lugar a unas 130.000 botellas. «A esto hay que añadir –según precisa– lo que compramos. Tenemos capacidad en la bodega para más de 300.000 litros».

La vendimia en Artomaña es ese tiempo que comienza a eso de mediados de octubre, aunque dependiendo de cómo venga el año se puede adelantar, y en la que hay que mirar mucho al cielo. Explica que con lluvia no se puede vendimiar en condiciones y si la uva esta muy mojada baja el grado. También es muy importante la climatología, porque «con la humedad que hay aquí en cuanto sube un poco la temperatura proliferan todo tipo de hongos... enfermedades», según detalla Guerrero.

A unos pocos kilómetros, en Laudio, también apuran la vendimia en Beldui Txakolina, otros «locos» que apostaron por recuperar la elaboración de txakoli y que este año creen que andarán entre los 35.000 y los 40.000 litros. Como en Artomaña, comentan que este año está saliendo «muy bien». «No ha sido un mal año, salvo algún problema en esos días de sol excesivo», según cuenta. En su finca trabajan en la vendimia unas seis personas. Hay viñedos en los que se recoge en familia y quienes contratan a gente. Dependiendo de la prisa y la necesidad de recoger ha habido ocasiones en los que con cuatro personas ha bastado y algún año en el que han necesitado las manos de hasta 10 personas. En su caso, recogen todo a mano. Cuentan con seis hectáreas propias y trabajan también con otra gente que tiene viñedo. En total, unas 12 o 13 hectáreas.

«Lo primero que necesitamos es saber cuántos kilos tenemos para, entre otras cosas, llevar los controles que cualquier bodega debe llevar. Hay bodegas que solo tienen una variedad de uva pero en otras, como en la nuestra, tenemos alguna cantidad de tinto, no excesiva, que tenemos que pesar aparte», explica Rosa Segurola, responsable del plan de enoturismo de la bodega.

A partir de ahí, es difícil calcular el número de botellas, porque están haciendo alguna de medio litro para degustaciones pequeñas, que también está funcionando muy bien para regalos. «En bodas, se lleva muchísimo regalar productos de la tierra, y más en casos en que cada miembro de la pareja proviene de diferentes lugares», apunta.

exportar y hacer enoturismo

El txakoli alavés viaja y mucho. Beldui llega a Japón, donde «se está vendiendo bien», quizá porque, como dice Segurola, es un vino blanco que casa muy bien con la gastronomía nipona, con mucho pescado y verdura. Los txakolis de Artomaña, Eukeni y Xarmant, también llegan a Oriente. Según precisan, una tercera parte de us producción se vende en el mercado local, otro tanto en el mercado español y el resto se dedica a la exportación, con importadores «muy consolidados en Estados Unidos y Japón» y trabajando en Sudamérica, sobre todo en Argentina, México, Panamá y Colombia, aunque también explorando Austria.

En un mercado global con excelentes vinos, cuentan los elaboradores alaveses que el txakoli marca la diferencia, una singularidad que reside sobre todo en la uva, la autóctona hondarribi zuri. En Artomaña remarcan que «un vino hecho con esta uva solo lo puedes encontrar aquí», remarca Guerrero, para quien las diferencias entre los txakolis del país residen más entre zonas como costa o interior, en el aporte de la tierra..., pero especialmente en la forma de elaboración del enólogo de cada bodega.

«Quizá nosotros nos parezcamos más al txakoli vizcaino que al guipuzcoano. Históricamente siempre hemos tenido el txakoli tinto o el ojo de gallo y luego están nuestras tierras. Al estar bastante altos tenemos la suerte de estar bastante aireados, es difícil que nos hiele y el pirare sol de la mañana es mío», explica Segurola.

Hay otra cara del negocio que los productores están viendo crecer y que tiene que ver con el enoturismo. La única ruta del txakoli oficial, subrayan en Laudio, es la de las bodegas de Arabako Txakolina.

Apunta Segurola que hasta hace poco «lo típico era visitar el Guggenheim y dar el salto a Rioja alavesa, pero ahora empiezan a venir y con cierta asiduidad». La ruta recorre Aiaraldea y entra también en Urduña. Esta faceta del enoturismo «está cogiendo mucha fuerza», según comentan en Artomaña, donde apuntan que todavía es «muy convencional», pero que viendo el potencial existente han realizado una apuesta por rematar la zona social y creen que pronto se crearán puestos de trabajo dedicados exprofeso a la actividad turística y que esta será un importante polo de atracción en la comarca para alojamientos, restauración, comercio...

En Artomaña, en las faldas de Gorobel, les visitan sobre todo montañeros, amantes de la naturaleza, cuadrillas y visitas de grupos ya organizadas. Beldui es una de las bodegas que este año ofertaba visitas para realizar «vendimias nocturnas».

Según cuentan, ya tiene una amplia experiencia en la oferta de visitas guiadas, que van desde la básica para quien tiene curiosidad por saber «si esto del txakoli es muy diferente al vino de Rioja» hasta las preparadas para quien quiere redondear el día con más planes y contenidos. Lanzan, por ejemplo, una propuesta que se llama “Historias, neveras y txakoli’ que incluye una visita a una nevera natural y la explicación de cómo se hacía el hielo, para qué se usaba....

La propia vendimia también tiene tirón, comenta Segurola, porque «puedo vendimiar sin la necesidad de comprarme un montón de hectáreas, aprendo un poco y llama la atención, es divertido». Este año también de noche, algo que «tiene su lado romántico».

Getariako eta Bizkaiko uztak ere upeltegietara heltzen ari dira

Aiaraldean bezala, Getariako eta Bizkaiko zenbait ekoizle ere mahats bilketan buru-belarri ari dira oraindik. Bizkaiko Txakolinaren Jatorri Deiturakoek azaldu dutenez, aurten berandu hasi dira eta bukatzear badaude ere, oraindik upeltegiren bat falta da. Ez da ohikoa. Azaldu dutenez, inoiz baino luzeagoa izaten ari da aurtengoa. Ekoizle gipuzkoarrek nabarmendu dute 2016koa kanpaina ona izango dela kalitatearen aldetik. Bilketa hasteko uneak txakolina ekoizteko mahatsak behar duen heldutasun maila egokiarekin du zerikusia. Mahatsak izan behar duen puntu hori da gakoa biltzen hasteko.

Hori dela-eta, oraindik ezin dute datu zehatzik eman 55 upeltegi biltzen dituen Bizkaiko deituran. Espero dute iaz lortutako 2.680.000 kiloei 140.000 inguru gehitzea (%5eko igoera).

Bizkaian eskuz biltzen dute dena, landaketa txikiak baitira gehienak, leku aldapatsuetan. Horrek mahatsa garestitzen duela nabarmendu dute. Lagun batek eguneko 400 kilo mahats bil dezakeela kalkulatzen da. Lanpostuak sortzen ditu uztak, aldi baterakoak baina. Bilketan aritzen direnetako asko Saharaz hegoaldeko afrikarrak dira eta eskarmentu handikoak, urtetik urtera uztan aritzen direnak.

Getariako txakolinaren bilketari dagokionez, kalkulatzen dute 600 lagun inguru ibili direla lanean. Guztira 33 upategi dauden jatorri deituran, 427 hektarea hartzen ditu jarduerak eta 4.000.000 kilotik gora jasotzea espero dute, «oso uzta ona» izaten ari den honetan. N.G.