Pablo GONZÁLEZ
Donetsk

El atentado mortal contra «Motorola», puerta a la realidad del Donbass

Hace justo un mes moría en atentado otro comandante icónico de las fuerzas rebeldes. «Motorola» era un héroe para las repúblicas de Donetsk y Lugansk, «terrorista» para Kiev. Guerra, contrabando e ideas políticas se mezclan en ese complejo conflicto.

El 16 de octubre moría en un atentado con una bomba en el ascensor de su casa Arsen Pavlov, también conocido como «Motorola». Pavlov era desde hace más de dos años comandante de la unidad «Sparta» de las fuerzas militares de la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), Además, era una de las figuras rebeldes más carismáticas y conocidas a ambos lados del frente. Su muerte se suma a la de varios comandantes ocurridas de forma violenta lejos de la línea del frente. Héroes para unos, terroristas para otros.

Pavlov nació en 1983 en la república de Komi, en el norte de la Rusia europea. No tiene más estudios que la escuela primaria. Combatió contra las guerrillas chechenas en los años 2000 en el Erjército ruso, donde recibió el apodo «Motorola» por trabajar con radios de esa marca estadounidense. Tras ello trabajó como limpiacoches en la zona de Rostov. A principios de 2014 se trasladó a Ucrania para participar en los movimientos anti-Maidán, protestas prorrusas para contrarrestar a los movimientos pro-occidentales. Finalmente acabó en Slovyansk bajo el mando de Igor Strelkov, el primer líder militar destacado de los rebeldes.

Participó desde el comienzo en los combates, primero como soldado raso y luego encabezando su propia unidad «Sparta«, una suerte de batallón de fuerzas especiales. Varias veces se informó falsamente de su muerte en combate En esta ocasión era inevitable. La bomba destrozó el ascensor en el que subía junto a su guardaespaldas a su casa, donde vivía junto a su esposa originaria de Slovyansk y sus dos hijos nacidos en guerra. Su muerte es una más entre los comandantes rebeldes, que si a simple vista parecen simples venganzas del bando ucraniano, aevocan una realidad más compleja.

Mandos importantes eliminados

El comandante de la brigada «Prizrak», Aleksei Mozgovoi murió por una mina colocada en la carretera y ametrallado en su coche. Otros comandantes destacados como Aleksander Bednov, durante un tiempo ministro de Defensa de la República Popular de Lugansk (RPL), o Pavel Dremov, importante comandante cosaco, murieron el primero por una emboscada y el segundo por una bomba. Más allá de sus distintos perfiles y ambiciones políticas, sus muertes ha destapado la pugna entre las élites rebeldes..

La realidad va mucho más allá de la propaganda que las muestra o como la punta de la invasión rusa en Ucrania, o como la última defensa contra el fascismo en Europa. La guerra informativa impide que se vean otras constantes de ese conflicto, que no interesa sacar a luz ni a los rebeldes del Donbass, ni a las tropas ucranianas.

El propio «Motorola» mezclaba símbolos difícilmente compatibles como la bandera zarista de los Romanov, familia reinante durante más de 300 años en Rusia antes de la revolución, con referencias al Estado soviético y sus victorias contra el fascismo. No es un caso único. La unidad Vostok ipuso las dos banderas en un único escudo. En el otro lado los soldados ucranianos llevan en ocasiones insignias de inspiración fascista, cuando fueron varios centenares de miles de ucranianos los que lucharon en el bando alemán, y más de 9 millones en el soviético..

Contrana¡bando e intereses

Dejando de momento a un lado el plano ideológico, conviene reparar en la vertiente económica del conflicto. Los dos lados se benefician, a pesar de –o por– los enfrentamientos armados, del contrabando de carbón, gasolina y cigarrillos, del pago de los peajes improvisados a los que someten a las mercancías, en muchos casos medicinas y alimentos, que cruzan la línea del frente. Hay relaciones comerciales que van más allá. El carbón del Donbass es insustituible para las centrales eléctricas ucranianas. Los intentos de comprar carbón en Sudáfrica no han resultado por el tipo de mineral y los altos costes. Por ello, varias unidades militares rebeldes tienen a su cargo minas de manera no oficial, y su producción se va cruzando la línea hacia Ucrania, donde tampoco paga más impuestos que los aranceles que les impone la unidad ucraniana de turno.

Algo similar pasa con la gasolina. Siempre ha sido más barata en Rusia, productor, que en Ucrania, mero consumidor, lo que siempre ha impulsado el contrabando. Ahora que la frontera del precio se ha movido hacia la línea del frente, se sigue haciendo caja. Por razones obvias ello requiere de la colaboración y coordinación de los dos bandos enfrentados, algo que consiguen los comandantes locales sin poner en aviso a mandos superiores. Cuando estas historias salen a la luz, los resultados no suelen ser demasiado buenos para los improvisados contrabandistas en tiempos de guerra.

Si bien no parece que «Motorola» albergó aspiraciones políticas, sí participaba activamente en la vida interna de las repúblicas. Cuando en septiembre varios comandantes planearon un golpe de estado en Lugansk por sus problemas con la distribución de los beneficios del contrabando con el presidente Plotnitskiy, la unidad «Sparta» fue enviada desde Donetsk a Lugansk a apoyar a las autoridades con vistas al posible golpe.

Los conflictos actuales mezclan cada vez más elementos, y son difíciles de zanjar en términos de buenos y malos desde una perspectiva ideológica clásica. Los héroes modernos de cada bando tienen cada vez más sombras, y solo el trato posterior a su figura hará que una visión u otra predominen. En Donetsk murió un lavacoches terrorista ruso para unos, pero fue enterrado un héroe despedido por 50.000 personas para otros.