Miguel FERNÁNDEZ
PRISTINA
Entrevista
GLAUK KONJUFCA
DIPUTADO DE VETEVËNDOSJE (AUTODETERMINACIÓN) EN KOSOVO

«No queremos una República Srpska serbia en Kosovo»

Licenciado en filosofía, es uno de los 16 diputados de Vetevendosje, tercera fuerza parlamentaria pero primera de la oposición al Gobierno de coalición entrela LDK Y el PDK. Su formación ha incrementado sus acciones de protesta, incluyendo ataques con gas en el Parlamento, lo que ha acentuado los enfrentamientos con las fuerzas internacionales y la represión del Ejecutivo kosovar.

La sede de Vetëvendosje («Autodeterminación») está vacía. Su puerta, bloqueada. Unos obreros están retirando de las enormes cristaleras las grandes letras del partido. Allí tendría que haberme esperado Adea Balusha, la encargada de comunicación, para llevarme hasta el diputado Glauk Konjufca, en arresto domiciliario. Adea nunca apareció. Fue detenida esa mañana, como casi una decena de sus compañeros. «Solo en el último año han detenido a 450 de nuestros activistas», aseguraría más tarde Konjufca a GARA en respuesta a un cuestionario.

¿Cuál es el objetivo de su formación política?

Vetëvendosje fue creado en 2005 como un movimiento de protesta. Es heredero del movimiento de independencia de Kosovo, que seguía los principios anticolonizadores y de liberación nacional. Era un movimiento de izquierda que perseguía el derecho de autodeterminación y la igualdad entre naciones. Es lo que seguimos pidiendo hoy, cuando Kosovo se encuentra bajo un protectorado de instituciones y poderes internacionales. Kosovo merece ser soberana y libre. El principal significado de la democracia es tener el derecho potencial a la autodeterminación no excluyente y no reaccionaria.

Han advertido de que continuarán luchando si el Gobierno aprueba la autonomía de la Asociación de Municipalidades Serbias o el acuerdo de demarcación territorial con Montenegro. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar?

Usaremos todos los métodos democráticos para frenar esos acuerdos. No somos un movimiento violento, al contrario que la Policía. En 2007, dos activistas, Mon Balaj y Arben Xheladini, fueron asesinados por la policía internacional. Ocho años después un tribunal decidió que fue un error. Los culpables, que están por encima de la ley, nunca fueron condenados.

Además, esos acuerdos constituyen un acto de violencia del Estado contra la gente de Kosovo. El proceso de demarcación territorial causaría una pérdida de más de 8.200 hectáreas. No podemos afrontar la pérdida territorial por un oscuro acuerdo entre políticos corruptos. El otro acuerdo quiere crear un proto-estado étnico en Kosovo, lo que se llama Asociación de Municipalidades Serbias. Esta entidad quiere seguir el patrón de la República de Srpska en Bosnia, que no es un Estado funcional porque las comunidades no están integradas, sino separadas e instrumentalizadas desde Belgrado. Queremos la integración, no impulsar e institucionalizar las divisiones.

Cada mes se producen 25 enfrentamientos de probable carácter étnico. La mayor parte de las víctimas son serbias. ¿Funciona la integración?

El Gobierno está erróneamente convencido de que a través del diálogo en Bruselas entre Belgrado y Pristina se podrá llegar a un tipo de integración. Este diálogo solo ha traído daño y compromiso a costa de Kosovo. Para resolver este problema tiene que haber un diálogo directo con los serbios. La integración tiene que ser primero económica para que serbios y albaneses trabajen juntos.

¿Por qué están en contra de la Asociación de Municipalidades Serbias?

El acuerdo le otorga poderes ejecutivos, legislativos e incluso judiciales. Nuestro Gobierno ya tiene problemas por su limitada soberanía, pero la creación de este protoestado iría en contra de lo que hemos ganado en el proceso de creación de un Estado soberano. Construir la soberanía estatal para las minorías podría ser muy problemático para los Balcanes e incluso Europa. Lo que Belgrado está pidiendo para los serbios de Kosovo podría también convertirse en una reclamación de los albaneses, rumanos o bosnios de Serbia. ¿Lo aceptaría? No. Serbia tiene que retirar su chauvinista demanda territorial en Kosovo y dejar de dividir a la sociedad kosovar con líneas étnicas y territoriales y financiando las estructuras paralelas en el norte de Metrovica.

Los cuatro municipios al norte de Metrovica pemanecen fuera del control de Pristina. ¿Devendrá en un conflicto congelado?

A menos que el Gobierno tome la decisión de expandir el control institucional sobre el norte de Kosovo. La gente vive allí bajo una constante amenaza por las estructuras paralelas y criminales de contrabandistas que controlan el área. La UE y EEUU tienen que ayudar y condicionar a Serbia para que deje de financiar esas estructuras.

¿Qué opina del Plan Ahtisaari, la hoja de ruta del exenviado especial de la ONU que da forma a su Constitución y reconoce una descentralización?

Surgió para balancear los múltiples intereses en los Balcanes. El plan da a Serbia más autoridad sobre Kosovo: nuevas comunidades, la extraterritorialidad de 45 iglesias que ahora se definen como serbias, una mayoría doble en el Parlamento que significa que los cambios constitucionales son imposibles sin el apoyo de los serbios. Como conclusión, el Plan Ahtisaari da a Serbia luz verde para controlar nuestra estabilidad política.

La Unión Europe3a vive una crisis de identidad, ¿cómo afecta al proceso de normalización con Serbia?.

Las relaciones con Serbia son problemáticas. Hace 17 años nos enfrentamos en una guerra. Esas heridas no son fáciles de curar y se necesita tiempo. Serbia tiene que reconocer la independencia de Kosovo. Si no llega el reconocimiento, ¿qué estamos normalizando? Pero no bastaría con ello. Tiene que haber una disculpa por los crímenes de guerra, así como compensaciones. No seamos hipócritas, porque Serbia tendría que afrontar esta realidad.

¿Qué daría por entrar en la Unión Europea?

La prioridad es convertirnos en un país en el que la economía sea sostenible y haya un verdadero gobierno democrático. Puede que la UE no esté en un buen momento, pero aún representa los mejores estándares. Queremos integrarnos porque geopolíticamente no tenemos otra alternativa. Queremos ser capaces de hablar con Bruselas sin la intermediación de Belgrado u otro país. Es lo normal para cualquier Estado independiente. Nunca aceptaremos las conversaciones con la UE por menos que la independencia ni nos integraremos como parte de Serbia ni como país menor.

Los kosovares tienen problemas para viajar al extranjero, el desempleo supera el 30%... ¿Cómo es la vida aquí?

Bastante dura. El país no genera movimientos económicos por sí mismo. Todas sus industrias fueron privatizadas y luego cerradas. Las políticas neoliberales, conducidas como casi siempre con prácticas corruptas, nos han traído hasta aquí. Básicamente es un Estado gobernado por oligarcas, criminales y gente corrupta que no pueden ofrecer estabilidad incluso aunque puedan tener por un tiempo el apoyo de la comunidad internacional. Pero Kosovo tiene recursos naturales y humanos, y un marco económico diferente cambiaría esta situación.

Parece que el Tribunal Intenrancional de La Haya investigará las acusaciones de tráfico de órganos y ejecuciones de serbios que involucran a antiguos miembros del UÇK que hoy dirigen Kosovo.

Experimentar con cortes especiales dirigidas por jueces internacionales no traerá justicia a Kosovo. Un tribunal puede instaurarse para un periodo o conflicto específico, pero no solo para que una parte sea juzgada. Creemos que será usado para construir un argumento que distribuya las culpas de manera equitativa, y esto es una revisión histórica que no podemos aceptar.

Apuestan por un referéndum para integrar Kosovo en Albania. ¿Lo permitirá la comunidad internacional?

El Plan Ahtisaari no lo permite, pero debemos cambiarlo –en la Constitución– y hacer posible el referéndum. La gente desea la unión con Albania por ser un derecho negado durante muchos años. Cuando la gente esté decidida, la comunidad internacional tendrá que aceptarlo.