Mertxe AIZPURUA
MEDIDAS ANTICONTAMINACIÓN

Las ciudades europeas ponen coto al automóvil

Aún estamos muy lejos de llegar a prescindir de los vehículos en las urbes, pero se van dando pasos paulatinos. La contaminación, más que la conciencia, obliga. París ha sido noticia estos días por implantar un nuevo sistema: la «circulación diferenciada».

Una ciudad libre de tubos de escape es toda una batalla. Social y económica, contra los intereses del sector y las inercias de los hábitos adquiridos. Desde su aparición, el automóvil se colocó en el olimpo de la mitología moderna al lograr su identificación mimética con un espacio de libertad. Todavía hoy los anuncios de coches basan sus referencias en esta idea. Caló en Estados Unidos y desde allí esa identificación fue exportada al resto del mundo. Y la todopoderosa industria convirtió el automóvil en una necesidad vital. En la actualidad, los altos índices de contaminación de las ciudades han obligado a tomar medidas restrictivas en un camino que no ha hecho más que empezar.

De esta forma, el pico de contaminación atmosférica que se vivió en el norte del Estado francés impulsó a las autoridades a imponer restricciones de tráfico en muchas ciudades y a inaugurar en la capital parisina el sistema de etiquetas, que impide circular en la capital a los vehículos catalogados como más contaminantes.

Actualmente, más de 230 ciudades europeas han delimitado zonas de baja emisión en las que el acceso de los no residentes está prohibido o solo se permite el paso a los vehículos con menos emisiones de partículas contaminantes. Sucede en Atenas, París, Oslo, Estocolmo, Helsinki, Londres, Viena, Budapest, Lisboa, Bucarest o Dublín, entre otras capitales.

La novedosa medida inaugurada en París el pasado lunes, 23 de enero, no solo es de aplicación en la capital francesa, sino que afecta también a 69 municipios de su periferia. En ellos ya está en marcha la denominada «circulación diferenciada» en lugar de la «circulación alterna» (pares o impares, según el día del mes) que se aplicó en los anteriores picos de contaminación.

Desde el 1 de julio de 2016, los coches más antiguos –matriculados antes de 1997– tenían prohibida su circulación por París entre las 8.00 y las 20.00 horas. Ahora, además, los conductores parisinos están obligados a llevar una etiqueta en función de lo contaminante o limpio que sea el vehículo.

Del verde al gris

Hay seis categorías ordenadas por colores, desde la verde (coches eléctricos y de hidrógeno) hasta la gris (los diésel matriculados entre 1997 y 2000). En estos días, los vehículos con distintivo gris no pueden circular bajo ningún concepto. Para quien contravenga la prohibición, la multa oscila entre 45 y 180 euros. Otras medidas puestas en marcha en la capital francesa han sido el cierre al tráfico rodado de los muelles de la rivera derecha del Sena y la peatonalización de la avenida de los Campos Elíseos cada primer domingo de mes.

Pero París no es la única gran ciudad europea que lucha contra la contaminación restringiendo el tráfico. Actualmente, más de 230 urbes han delimitado zonas LEZ (Zonas de Baja Emisión) donde solo los residentes y los vehículos menos contaminantes pueden circular. Se distribuyen en 23 países, pero la gran mayoría se encuentran en Alemania, Italia y Países Bajos.

Londres, ciudad de peajes

Ya desde el 2008, los vehículos más contaminantes tienen prohibido entrar a la zona LEZ, que abarca la mayor parte del área metropolitana de Londres. Los conductores que quieran traspasar ese límite deben abonar peaje, además del que se paga por entrar en el centro de la ciudad. Es la llamada “Congestion Charge”.

Sin embargo, las medidas no han acabado con los descomunales atascos diarios que colapsan Londres, con unos índices de contaminación que superan los estándares marcados por la Unión Europea. Una de sus calles más populares, Oxford Street, es también la más contaminada de la ciudad. La municipalidad prepara un plan para convertirla en calle peatonal en 2020.

Berlín, ley anticontaminación

La ley anticontaminación ya lleva más de una década en vigor en Alemania. Con ella se impuso la creación de espacios verdes urbanos. Desde 2010, en el centro de Berlín existe una «zona ecológica» donde solo los vehículos poco contaminantes pueden entrar, y por la ciudad hay señales que permiten circular y estacionar por distintas vías en función del distintivo del parabrisas.

Ya desde 2008, la etiqueta roja, amarilla o verde indica las emisiones del vehículo, basadas en la acción de los filtros del tubo de escape. Las verdes implican la libre circulación. Otras ciudades europeas han implementado su propia versión de esta medida. Así ocurre en urbes suecas, italianas, holandesas, danesas o británicas. No respetar la norma comporta multa económica en todos los casos.

Graduación en Bélgica

Desde el pasado 1 de enero se aplica en Amberes un esquema por fases basado en las normas euro, ligadas a la antigüedad del vehículo, y con una pena por vulnerar las normas que arranca en los 125€ y que va aumentando. Además, los vehículos con matrícula extranjera tienen también que inscribirse de antemano en un registro.

El próximo año será la región de Bruselas la que limitará los coches más contaminantes, según su antigüedad. La prohibición arrancará para los vehículos diésel fabricados antes del año 1997. En este caso, el control se realizará por medio de las cámaras de tráfico instaladas en las vías.

Roma, límite a la calefacción

En Italia no hay una normativa global sino que cada municipio lo regula como considere más efectivo. En Roma, una de las urbes europeas peores en lo que al medio ambiente se refiere, se ha utilizado el sistema de tráfico alterno aunque en los últimos años se inclinan por la limitación progresiva de vehículos en picos de contaminación. El veto se impone en primer lugar a los viejos diésel, luego a los más nuevos y seguidamente a los más viejos de gasolina. Si la polución no baja, el bloqueo al tráfico es total y en invierno se impone un límite a la calefacción de los hogares: 18 grados.

En Roma se han instaurado también los «domingos ecológicos», que prevén la prohibición total de la circulación entre las 7.30 y las 20.30 horas, a ritmo, por ahora de uno al mes. Ciudades como Milán, Turín, Nápoles o Florencia también han puesto límites al paso de vehículos en función de la calidad del aire.

Madrid y Atenas, pares e impares

La circulación alterna de vehículos con matrículas par e impar ha sido el modelo ensayado en primer lugar en casi todas las ciudades europeas. Así se sigue haciendo en Atenas (Grecia) desde 1982. La medida se suspende de julio a septiembre, cuando muchos atenienses abandonan la capital para disfrutar de las vacaciones. Madrid aplicó por primera vez esta medida el pasado mes de diciembre de 2016.

En otras ciudades como Lisboa, el acceso al centro histórico está cerrado entre semana a los vehículos fabricados antes del año 2000 y la prohibición, en un radio más amplio del centro, afecta a los fabricados antes de 1996.

Escandinavia, peaje y coche eléctrico

Las ciudades suecas de Estocolmo y Göteborg tienen un peaje urbano. Copenhague y otras urbes danesas prohíben la circulación a los vehículos demasiado contaminantes. En Noruega, Oslo también contempla una tasa de congestión y prohíbe la circulación de los vehículos diésel los días de alta contaminación, tal y como ha sucedido recientemente. Este país es líder en coches eléctricos gracias a fuertes incentivos (exención de impuestos, peajes y estacionamiento gratuito), por lo que representó el 15,7% de las nuevas matriculaciones en el 2016.

 

Los diésel, en el punto de mira

La pasada semana Oslo prohibió temporalmente y por vez primera la circulación de vehículos diésel como medida para contener el índice de contaminación.

La nueva restricción causó polémica en la capital, principalmente en los conductores a quienes se animó hace unos años a comprar este tipo de automóviles, que en aquel momento se consideraban más respetuosos con el medio ambiente que los de gasolina. El impulso de estos vehículos coincidió con un momento en que las políticas europeas se focalizaron en mitigar el cambio climático reduciendo las emisiones de CO2 (principal gas de efecto invernadero). Los diésel lograron disminuir el CO2, pero el resultado fue un incremento de NO2 (dióxido de nitrógeno). La decisión del Ayuntamiento de Oslo es un ejemplo de cómo se está señalando con dedo acusador a los coches diésel, a los que se responsabiliza de ser el principal causante de que la calidad del aire no mejore. París, Atenas y México DF se han unido en una acción conjunta para prohibir la circulación de vehículos diésel por el centro de las ciudades a partir del 2025.M.A.