Raimundo Fitero
DE REOJO

Contento

Estoy viendo al fiscal Horrach diciendo que «está contento con la sentencia a la Infanta porque se ajusta a mis tesis». El abogado de la esposa de Urdangarin se sentía pletórico, eufórico con la misma sentencia. No cuesta mucho imaginarse cómo estarán de contentos los implicados en toda la trama de Valencia y Madrid. Y hasta es posible que estén contentos los sentenciados con penas bastante menores que las peticiones fiscales. Es decir, el paripé está apunto de completarse con el no ingreso en prisión de los juzgados hasta que en el Tribunal Supremo le den el último peinado a la misma zarzuela bufa.

Yo también me puedo sentir contento porque ha vuelto “Salvados” y no precisamente con algo metido en asuntos de política partidaria, sino con algo tan importante como es el uso de los teléfonos inteligentes, esos que casi todos llevamos en la mano y que parece ha suplido, entre muchas otras cosas, a la memoria. No hay manera de tener ya una discusión sobre la fecha de un importante gol de Txiki Begiristain recurriendo a tu archivo neuronal activado o atemperado por las botellas de sidra sin que algún listo, en una esquina de la mesa, consulte y te fastidie la tesis, acabe con la bronca, y sea imposible llevar a buen término la apuesta que estabas convencido ibas a ganar de calle.

En esta entrega lo peculiar fue que el propio Jordi Évole acabó convirtiéndose en una caso a estudiar ya que su compañero en la dirección del programa intervino para decir que era incapaz de salir de casa sin su teléfono, que está todo el día pendiente de sus aplicaciones y se pusieron a sumar las horas que le dedica. Y eran muchas. Como son muchas las que dedican los niños que desde una edad temprana consideran un derecho tener su teléfono. No es para estar contentos con el mundo que hemos creado.