Isidro ESNAOLA
GUERRA DE DIVISAS

AL GOBIERNO CHINO NO LE INTERESA DEVALUAR EL RENMINBI

La fortaleza del dólar y la debilidad del renminbi ha suscitado una amplia polémica y acusaciones al Gobierno chino de manipular su divisa. Las fuerzas que impulsan esas tendencias tienen, en realidad, otras causas, tanto políticas como, sobre todo, económicas.

El que fuera secretario general del PCUS, Nikita Jrushev, en su única visita a Estados Unidos, dijo que la economía era «una materia que no solía acompasarse a los deseos personales». Algo de eso le está ocurriendo al actual presidente estadounidense. Donald Trump ha sido muy crítico con el valor de la moneda china (renminbi); en sus intervenciones ha sugerido repetidamente que el Gobierno chino manipulaba su divisa para que sus productos sean más baratos y puedan ser vendidos más fácilmente en el resto del mundo. El corolario lógico es que esa estrategia está costando muchos empleos en Estados Unidos.

La tesis del nuevo presidente es relativamente sencilla. La realidad es, sin embargo, bastante más compleja. Los expertos calculan, por ejemplo, que el Gobierno chino lleva gastado cerca de un billón de dólares de sus reservas en mantener el curso de su moneda estable. En enero las reservas del Banco Popular de China apenas llegaban ya a los 3 billones (2,998 exactamente).

Así lo reconoció el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) Ben Bernanke en una entrevista periodística: dijo que el Gobierno chino está trabajando duro para mantener su moneda y concluía asegurando que acusar a China de manipular su divisa «no coincide con la realidad». A pesar del gasto, el renminbi continúa cayendo con respecto al dólar. Las causas de esta pérdida de valor son múltiples.

La presión del dólar

Paradójicamente, la política anunciada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca empuja al dólar a revalorizarse con respecto al renminbi. La rebaja fiscal y el aumento del gasto público, especialmente el destinado a defensa e infraestructuras, harán que el agujero en el presupuesto federal aumente considerablemente. Y para financiar el déficit el nuevo Gobierno deberá emitir deuda pública que será interesante si ofrece altos intereses. Esta perspectiva hace que la demanda de dólares en todo el mundo haya aumentado ya y, a pesar de los deseos de Trump, está revalorizando la moneda estadounidense. La política fiscal y la presupuestaria empujan a que el dólar se mantenga fuerte.

No es el único factor que estimula la revalorización del dólar. La Reserva Federal tomó hace casi dos años la decisión de aumentar el tipo de interés. Tipos más altos hacen más atractiva la moneda y, por tanto, más cara. Hace unos días, la actual presidenta de la FED, Janet Yellen, anunció que estaba «preparada para subir los tipos muy pronto», lo que ha sido interpretado por los analistas como que es posible que se tome una decisión en esa dirección en la próxima reunión, que se celebrará el 14 y 15 de marzo.

La anterior subida se produjo en diciembre, casi un año después de que se cambiara el curso de la política monetaria a finales de 2015. La decisión fue aplazándose por las turbulencias durante los primeros meses de 2016, y por el Brexit en la segunda parte del año. Finalmente, en diciembre la FED subió los tipos. Ahora los analistas hablan de tres subidas este año.

El hecho es que el cambio de ciclo de la política monetaria también impulsa al dólar a revalorizarse. No parece que Trump tenga sencillo su objetivo de abaratar su moneda respecto a otras divisas para poder exportar productos americanos baratos.

La debilidad de la divisa china

Por el lado chino, las cosas tampoco son sencillas. Pekín consiguió en 2015 que su divisa fuera aceptada por el FMI como moneda de reserva; es decir, como una de las divisas en las que los bancos centrales mantienen sus reservas. Desde entonces el Gobierno chino ha facilitado mucho la circulación financiera, permitiendo que el movimiento de entrada y salida de capitales sea mucho más fluido.

Algunos analistas achacan a esa facilidad el hecho de que muchas familias y empresas estén sacando sus ahorros para invertirlos en el exterior. Una fuerte salida de capital provoca que el valor del renminbi caiga, puesto que tiene un doble efecto en la misma dirección. La salida supone una venta de moneda china para comprar dólares u otra divisa, lo que aumenta la oferta de moneda local bajando su cotización y, al mismo tiempo, aumenta la demanda de moneda extranjera, produciendo una revalorización del resto de divisas. Esta es la principal razón que se aduce para explicar la constante caída en la cotización y no las manipulaciones del Gobierno chino.

El efecto sobre el comercio chino

La pérdida de valor del renminbi debería ayudar al país a vender sus mercancías en el resto del mundo, según el discurso que ha popularizado el nuevo presidente estadounidense. Sin embargo, cuando la competencia está en el mismo país, la devaluación no consigue ese efecto.

Un ejemplo puede ilustrar la situación. En la actualidad se construyen en China 4/5 partes de los aparatos de aire acondicionado que se colocan en las ventanas. Una caída de la moneda permite a los productores chinos obtener una ganancia extra, digamos, el primer mes. Pero, inmediatamente, todos los clientes empiezan a exigir que se apliquen descuentos por la caída del renminbi. Cuando prácticamente todas la competencia está en la misma situación, todos los productores se ven obligados a ofrecer descuentos. El riesgo de no hacerlo es que la fábrica de al lado se lleve los pedidos. Las rebajas de precios terminan por comerse cualquier beneficio, traduciéndose la devaluación en pérdidas para todos los productores.

Y eso es lo que ocurre en China. Convertida en la fábrica del mundo, multitud de mercancías se fabrican fundamentalmente allí. Una devaluación de la divisa no provoca una ganancia de mercado, sino pérdidas a las empresas del gigante asiático.

 

la devaluación de la moneda y La estabilidad macroeconómica

Michael Pettis, profesor de Finanzas de la Universidad de Pekín, apuntaba en un artículo otro efecto macroeconómico de la devaluación de la moneda local. Cuando un país tiene excedentes comerciales, como es el caso de China, está en condiciones de ahorrar. Ese ahorro le permite financiar sus propias inversiones sin tener que recurrir a prestamistas externos, al contrario de lo que le ocurre, por ejemplo, a Estados Unidos, que para sufragar sus inversiones pide dinero al resto del mundo. Ahora bien, en un país con excedentes comerciales, si además devalúa la moneda, el efecto más probable es que aumente todavía más el ahorro. En China no ocurre debido a que gran cantidad de sectores industriales concentran allí la mayor parte de la producción mundial.

La devaluación de la divisa tiene otro efecto interno: en el país en cuestión todo se encarece con respecto al resto del mundo, lo que se traduce en un menor consumo interno. Con un consumo interno débil, la economía depende para crecer de otros dos factores: las inversiones y la exportación de mercancías. Y si esa economía invierte en el exterior, solo quedan las exportaciones para tirar del carro del crecimiento. Algo así ocurrió en Japón, donde una baja cotización del yen impulsó las exportaciones niponas al resto del mundo, pero estranguló el mercado interno, impidiendo el crecimiento durante décadas.

Una situación similar se está produciendo en Europa, aunque en este caso no se ha devaluado la moneda sino los salarios. El efecto es el mismo: el consumo interno se debilita y el crecimiento se estanca, excepto para aquellos países que exportan. En un principio esta situación favoreció a Alemania que, como China, se ha convertido en la fábrica europea. En la actualidad ya se observan las consecuencias de un estancamiento que también está afectando a Alemania, pues la mayoría de sus socios comerciales europeos no están en condiciones de aumentar el consumo a consecuencia de los bajos salarios.

El Gobierno chino es consciente de este peligro y el primer ministro, Li Keqiang, lo volvió a repetir en su discurso a la Asamblea Nacional Popular el pasado día 5. El objetivo no es tanto el crecimiento cuantitativo, sino un crecimiento mucho más armónico en el que el consumo interno aumente su participación en el resultado final. Para ello necesita que los sueldos de los trabajadores aumenten y también que la moneda mantenga su valor. Y por ello está gastando ingentes cantidades de reservas en mantener el valor de su moneda estable. Definitivamente, Donald Trump se equivoca.I. E.