El expresidente egipcio Hosni Mubarak, que fue derrocado en un levantamiento popular en 2011, será puesto en libertad y saldrá del hospital militar en el que está recluido, según dictó la Fiscalía ayer, un fin simbólico definitivo a una «primavera» egipcia que el golpe de Estado de Abdelfatah al-Sissi se encargó de enterrar. «Se irá a su casa en Heliópolis mañana o pasado mañana», indicó el abogado de Mubarak. El expresidente egipcio fue condenado a cadena perpetua por conspirar para matar a 239 manifestantes, pero un tribunal ordenó la repetición del juicio y, en 2014 el expresidente logró salir absuelto. Tras el recurso presentado por la Fiscalía, el caso llegó a la máxima instancia de apelaciones de Egipto, que absolvió de forma definitiva a Mubarak el pasado 2 de marzo.

«La sangre de nuestro hijo se derramó para nada. La corrupción ha vuelto con fuerza. Pensaba que la primavera árabe nos daría una vida mejor, pero es peor. Todo es peor», lamentaba Mostafa Morsi, que perdió a su hijo en 2011.

La imagen de Mubarak en su casa ilustra el retroceso a una represión aún más dura si cabe. Además del golpe contra el Gobierno de Mohamed Morsi y la persecución contra los Hermanos Musulmanes, centenares de personas han sido encarceladas bajo la ley de protestas, incluidos líderes de 2011.

Al-Sissi indultó ayer a 203 de estos jóvenes condenados por participar en manifestaciones, pero excluyó a activistas destacados como Alaa Abdelfatah, uno de los líderes de la revuelta; el portavoz del Movimiento 6 de Abril, Mohamed Adel, y el bloguero Ahmed Duma.