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EEUU BOMBARDEA AL EJÉRCITO SIRIO

Rusia apela a la ONU tras el golpe de mano de Trump

Rusia apeló a la ONU para denunciar el ataque de EEUU contra una base militar siria y evitar más intervenciones, como sugirió Washington y animaban algunos de sus aliados.

Al día siguiente del ataque lanzado por EEUU contra una base militar en Siria, Moscú denunció el bombardeo como una agresión contra un Estado soberano y acusó a Washington de haber violado el derecho internacional y de haber cometido un acto de agresión.

La intervención estadounidense hizo a Rusia apelar al Consejo de Seguridad de la ONU y al grupo de trabajo sobre Siria del mismo organismo. El Kremlin advirtió de que la acción de Washington perjudica de forma considerable las relaciones ruso-americanas, «que ya están en un estado lamentable». «Las consecuencias para la estabilidad regional e internacional pueden ser extremadamente graves», advirtió el representante ruso en el Consejo de Seguridad, Vladimir Safronkov.

Además, el Ejército ruso anunció que reforzará las defensas antiaéreas en Siria, que ya cuenta con las baterías S-300 y S-400 desplegadas por Moscú. A la vez, Rusia anunció la suspensión del acuerdo sobre prevención de incidentes aéreos en Siria, aunque Washington negó que se hubieran cortado los canales de comunicación militar.

Moscú trató además de contener la reacción estadounidense, que varios países occidentales animaban a continuar, y de evitar una escalada. Así, convocó al Grupo Internacional de Apoyo a Siria que se reunió de urgencia.

Una nueva intervención

Pero Washington elevó el reto y su embajadora en la ONU, Nikki Haley, amenazó con otra intervención, «aunque esperamos que no haga falta». El Pentágono dijo, además, que investiga si Rusia participó en el supuesto ataque químico que motivó el bombardeo estadounidense.

Si hasta ahora Trump se había mostrado reticente a intervenir en el país árabe y había mantenido que no había alternativa viable al actual presidente sirio, tras el bombardeo en Jan Sheijun, que dejó al menos 86 muertos por un agente químico, afirmó que su actitud hacia Al-Assad había cambiado y que «algo iba a ocurrir». Y la tensión ha aumentado también frente a Rusia, con la que Trump parecía querer alcanzar una normalización de relaciones, y que el secretario de Estado, Rex Tillerson, tiene previsto visitar la semana que viene. Pese a todo, la visita se mantiene en la agenda. «Dejémosle venir y que explique las cosas extrañas que han hecho», afirmó la portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, Maria Zajarova.

Para Vladimir Putin, Trump era quien podía propiciar un acercamiento entre las dos potencias, pero el presidente ruso se ha visto desafiado por su homólogo estadounidense en su propio terreno, la guerra siria, donde era el maestro del juego desde 2015. El presidente de EEUU ha optado por seguir la ortodoxia republicana y distanciarse de la «debilidad» que había achacado a su predecesor, Barack Obama.

Los rusos fueron avisados

La base Al-Shayrat fue atacada hacia las 00.40 GMT del viernes por 59 misiles Tomahawk lanzados desde los buques estadounidenses USS Porter y USS Ross, que se encontraban en el Mediterráneo oriental. Según el Pentágono los aviones que lanzaron el ataque químico contra la localidad de Jan Sheijun habían despegado desde esa base.

La agencia oficial siria Sana informó de que el ataque provocó la muerte de nueve civiles, entre ellos cuatro niños, causó siete heridos y ocasionó importantes destrozos en viviendas cercanas. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos dio un balance de siete soldados muertos. Las primeras evaluaciones estadounidenses mencionaron «grandes daños o destrucción de aviones» y de infraestructura de la base. Según el Observatorio, «el aeropuerto fue casi totalmente destruido: los aviones, la pista, el depósito de combustible y las instalaciones de defensa aérea fueron pulverizados», pero ayer afirmaba que aviones habían despegado del mismo.

El capitán Jeff Davis, portavoz del Pentágono, indicó que «se tomaron todas las precauciones para ejecutar el ataque con un mínimo de riesgos» para el personal presente en la base, sobre todo para los rusos que se encontraban allí, y que estos fueron advertidos con anterioridad.

«Se trató de una respuesta proporcional» al ataque a Jan Sheijun, destinado a «disuadir al régimen de utilizar armas químicas de nuevo», señaló Davis. Pero dejó la puerta abierta a intervenciones similares: «Será la decisión del régimen si hay otros (bombardeos), eso se decidirá sobre la base de su comportamiento futuro».

Los aliados de EEUU respaldaron claramente el bombardeo unilateral y lo consideraron justificado. La canciller alemana, Angela Merkel, el Gobierno británico, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y la mayor parte de los países árabes apoyaron la acción.

Algunos pidieron más. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, animó a ejecutar acciones similares contra Irán y Corea del Norte. El presidente, francés, François Hollande, solicitó continuar la respuesta «en el marco de Naciones Unidas, si es posible». Y la crítica del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, fue considerar el ataque «insuficiente». Solo Egipto e Irak hicieron llamamientos a que el conflicto no se extienda.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, pidió contención y evitar una escalada que aumente el sufrimiento de los ciudadanos sirios.

Supervivientes y rebeldes piden más ataques contra el régimen

«Que Dios bendiga a Trump», grita Abu Ali, uno de los habitantes de Jan Sheijun, localidad donde 86 personas –30 menores– murieron gaseadas el pasado martes.

Abu Muhib, un desertor del Ejército de 37 años, quiere que Estados Unidos vaya más lejos. «Hay que castigar al criminal, no al instrumento del crimen», exige.

Haij Kassar, un comerciante de la localidad, urge a EEUU a «vengar la muerte de los bebés, de las mujeres muertas mientras dormían, de la gente que se desplomó en la calle o que pensó ilusamente que podía hallar refugio».

«¿Dónde están los americanos?», exclama al señalar un avión que bombardea una carretera al norte de la villa. Ali al-Jaled, otro vecino del pueblo, agradece a EEUU por «la respuesta a la masacre», pero añade que «solo queremos que Trump y su Administración pongan fin a esto».

Mohamed Alouche, dirigente del grupo rebelde Jaish al-Islam y miembro de la comisión negociadora de la oposición en el exilio, coincide en que «bombardear un aeropuerto no es suficiente. Hay 26 aeropuertos listos». Lo mismo opinan los habitantes de Ghuta Oriental, en el extrarradio de Damasco, zona controlada por ese grupo rebelde. Otros grupos como Sultan Mourad (turcomanos apoyados por Ankara) y el Frente del Sur, presente en la provincia de Deraa, coinciden en saludar el bombardeo, pero piden más.GARA