Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Entrevista
MARINA HEREDIA
CANTAORA

«Tengo que volver a mis raíces, tocar tierra para coger impulso»

Marina Heredia (Granada, 1980) es una flamenca que tiene a su lado esa parte visceral y atávica del flamenco, la que proviene del ADN, la que se aprende naturalmente en espacios familiares o en ágoras callejeras.

Marina Heredia también tiene esa parte capaz de discernir el arte en su estado más privilegiado y sensible, ya provenga del bel canto, la poesía cultivada o la música barroca. Es una de las mejores voces femeninas flamencas contemporáneas que se balancean entre las voces negras y blancas del flamenco. Mañana, dentro del ciclo BBK Flamenco, se podrá disfrutar de su espectáculo “Garnata”, que protagoniza junto a su padre Jaime “El Parrón”.

¿Qué le aporta el haber aprendido el flamenco en casa?

Lo más importante es que lo tienes interiorizado, sin haber ido en busca de ello. Eso sí, luego, como quien aprende el flamenco académicamente, tienes que trabajar, estudiar, preocuparte más por tu profesión, si es que quieres dedicarte a ello. Yo tengo la suerte de tener a mi padre a mi lado y puedo ir a él para hablar de flamenco, que me cuente sus vivencias o bien echar un rato de cante.

El nombre del espectáculo dice mucho...

Sí, “Garnata” es como los árabes llamaban a mi ciudad, Granada. Quisimos ponerle ese nombre porque somos dos cantaores definidos como “granaínos”. El flamenco de Granada lo llevamos como bandera. Creemos que es un flamenco al que no se le ha dado el sitio que merece.

¿Y cuál es ese flamenco de Granada al que hace referencia?

Es un flamenco muy genuino, muy característico. Con un sonido muy definido. El sonido de la guitarra de Granada es muy diferenciable, al igual que el baile. Hay cantes muy propios como los “Fandangos del Albaycín”, la Mosca, la Alboreá, etc… pero estos no se han dado tanto a conocer como los tangos de “Graná”, que son los que más identifica al flamenco de mi tierra. Estos tangos tienen una cadencia especial o su melodía árabe.

¿Cómo vive ese salto generacional entre su padre y usted?

El cambio generacional que ha habido entre mi abuela y mi padre, no ha sido tan grande y abismal, como la de mi padre a la mía. La sociedad actual ha avanzado mucho, más progresivamente, con sus pro y sus contras, como todo en la vida, claro. Antes, mi abuela, para aprender una Seguiriya de un cantaor de la época tenía que ir en busca de él y estar unos días de fiesta para captar e interiorizar ese cante. Hoy en día, todo esto está al alcance de un clic. Lo aprendemos en una tarde, pero claro, falta un componente que no te lo da la inmediatez ni el progreso, que es lo verdadero, el alma, lo espiritual.

Es una flamenca abierta y ecléctica capaz de adentrarse en territorios aún no colonizados. ¿Qué le hace ser tan inquieta?

Renace de la capacidad que tengo de codearme con gente que no tiene que ver con el flamenco. Soy una artista inquieta, aunque siempre tengo que volver a mis raíces para coger impulso. Para crear tengo que tocar suelo. Mi Soleá, mi Seguiriya, mi Malagueña… y otra vez a impulsarme para crear cosas nuevas, pero siempre mi pie en mi Albaicín.

Estuvo en Flamenco On Fire de Iruñea del año pasado con una propuesta que quedó para los anales, junto al piano de Dorantes. Y en la edición de este año del F.O.F., creo que también preparan alguna sorpresa. ¿Qué nos puede adelantar?

Es un nuevo espectáculo donde estaremos Carmen Linares, Arcángel y yo. Una propuesta en la que el disfrute va a ser el leitmotiv. Echar un ratito de buen cante y de buena música. Con mis guitarras y brazo derecho Miguel Ángel Cortés y “El Bola”. También la guitarra de Paco Sanlúcar e Isidro Sanlúcar en la sombra.

¿Marina, qué le da Granada?

(Risas). Me lo da todo. Yo tengo que ver todo los días mi Alhambra. Yo tengo que bajar al Albaicín a comprar pescado, yo tengo que ver a mi gente, mis niños. Mi camino del monte. Aunque por la profesión se que es más fácil vivir en Madrid o Sevilla, de momento me quedo en mi “Graná”. O como la llamaban los árabes que estuvieron aquí hace ocho siglos, “Garnata”.