Pablo CABEZA
UDATE BETE

Seis mil aficionados en «la red» de Euskal Encounter

A veinte años de su inicio, Euskal Encounter emprende un largo fin de semana en el BEC de Barakaldo con unas prestaciones y dimensión inimaginables en su debut. Alrededor de 4.000 ordenadores y cerca de 6.000 internautas son los protagonistas sin microchip de esta comunidad en red.

El 6 de agosto de 1994 se organizaba en Urretxu la Euskal Amiga Party, que conseguía reunir en el frontón Ederrena 25 ordenadores y 36 participantes. ¿Una hazaña? Es posible teniendo en cuenta que la informática doméstica no contaba con una historia mayor de diez años y que la comunicación por Internet se realizaba con módems que no pasaban de los 56 Kbits por segundo. Bajarse o enviar una foto, una canción, podía llevar media cara de un reloj y horas bajarse un disco.

Veinte años después lo que ofrece la Euskal Encounter (continuación de la Party de Urretxu) con el apoyo de Euskaltel es una conexión a Internet de 20 Gbps (Gigabites por segundo). Si alguien quiere realizar un cálculo le recordamos que un gigabit equivale a 1.000.000 de Kb/s, recordemos esos no tan lejanos 56 Kbits. Además, las cifras se apoyan en más de 35.000 metros cuadrados ocupados en el Bilbao Exhibition Centre y más de 50.000 euros en premios. En cuanto a las actividades, la lista es devastadora siquiera para intentar simplificarla.

No obstante, la Euskal Encounter no solo trasciende por lo que ofrece el programa oficial, que no deja de ser amplio y agotador, sino por algo más sencillo: la comunidad. El hecho de reunirse miles de jóvenes (son abrumadora mayoría) a lo largo de cuatro jornadas, aún restan tres, supone una convivencia que traslada a la gente a lo más lejano de nuestra historia, la manada. El tiempo en el que un ser discretamente parecido al actual no sabía vivir si no era en manada y con empatía. Así que estos reclamos de unidad no son más que la llamada de un cuerno o un grito que excita a nuestros genes, que nos «ordenan» acudir al origen del sonido. Aquí todo es empático. No solo se sabe cómo se siente el de al lado o el de cinco filas más adelante, qué emociones circulan por su sangre, sino que se le tiene y aprecia como uno más del grupo, un colega sin distancia. Sin distancia porque está en la gran bóveda, porque está interconectado por una red de fibra, otra parte inalámbrica y otra, finalmente, neuronal.

En Euskal Encounter se disfruta del entorno interior, de todo lo que se ofrece, desde lo lúdico hasta lo más instructivo. Es como un parque temático, una gran feria. Lo fácil es lo que más éxito tiene, el camino más sencillo también va en los genes, y lo común son los juegos, las batallas, y las descargas.

Conocer nuevos «adictos» también es sugerente, así que las relaciones se cultivan, en especial en los intervalos de la comida o las noches, que son aún más especiales para quienes pernoctan en otra cúpula mágica contigua a la gran nave nodriza. No les pidas, en consecuencia, a los participantes que madruguen. No, las noches son ajetreadas, de actividad. Juan Carlos Lauzirika y Aritz Lopetegi se han acercado desde Galdakao. Les separa de su localidad un metro y un pequeño viaje en bus, pero no: «Preferimos traer la tienda y todo lo necesario. Nos gusta este ambiente, conocemos colegas y nos separamos de la rutina del pueblo. Además, ya hemos estado otros años y sabemos dónde comprar, dónde es más barato y cómo armar la fiesta». Juan Carlos y Aritz acaban de llegar, aún no se han asentado y parece que en sus mochilas se traen el salón de su casa.

Para un grupo de «gafapastas», y están orgullosos de serlo, esta es su primera experiencia: «Quisimos venir el año pasado, pero al final no nos cuadraron las fechas. Ahora lo hemos planeado mejor y aquí estamos. Llevamos poco tiempo aún, pero esto es alucinante, una pasada». Han llegado desde Iruñea y nos piden que citemos sus nombres: Anakin, Darth, Obi-Wan y Yoda, que debe de ser el más bajito, son sus alias en las diferentes redes sociales. «Ah! Y no te olvides de R2», mientras señala al ordenador más tuneado de los cuatro.

Acercarse al BEC

Quienes no vivan la pasión por la informática y el aliciente de estas concen-traciones/fiesta, quizá no puedan imaginarse el poder que se percibe en la bóveda, cómo se acelera el corazón a escasos metros de la entrada a esta especie de microsociedad conectada. Entrar en el BEC es una cosa, pero acceder a la nave nodriza es otra bien distinta. Desembalar el ordenador, conectar los periféricos, buscar la red, mirar a un lado y a otro en un mundo de personajes (abundan los disfraces) y extraños ordenatas (el modding es una afición que luce en estos cruces de camino) libera dopamina como agua una presa en invierno.

El asunto del modding es un fenómeno que viene de lejos y que cuenta con muchos seguidores. Las formas extrañas, las luces y la refrigeración del microprocesador a lo bestia son los elementos ornamentales más frecuentes, por lo que Euskal Encouter cuenta con su concurso que reta a la imaginación de los participantes y a su habilidad para ensamblar las piezas sin el orden habitual, o casi. Aunque no es menos interesante el concurso de lanzamientos de cedés, que pronto tendrá que ser sustituido ante la inminente desaparición de este soporte. Otra sección en alza es la edición fotográfica, que también tiene su hueco y sus premios.

En otra encuesta de urgencia nos sale que la mayoría no están muy actualizados: pocos USB 3.0 aún, algo más en discos sata 3 y poco almacenaje por encima de los 2 Terabits. Para saber qué comen lo usuarios no hace falta preguntar, las mesas están repletas de chuches, bebidas espumosas, galletas y poco más. Es media tarde, quedan pocos huecos en las mesas, como un 10%. Llega un grupo de franceses, es su segunda visita. El goteo es continuo, gente cargando con sus ordenadores y soportando la temperatura de bochorno exterior, dentro bien, frescos y aplicando y recibiendo el conocimiento.