Pablo GONZÁLEZ Donetsk
CRISIS EN UCRANIA

Una radiografía de los rebeldes del Donbass

Los combatientes que se han enfrentado al Ejército ucraniano para defender su independencia quieren ahora convertirse en un ejército regular y recuperar terreno. A pesar de que lo nieguen mayoritariamente, queda patente la ayuda rusa tanto en hombres como en material.

El este de Ucrania ha vivido desde finales de abril una rápida y drástica transformación social. Una parte importante de la población se ha visto obligada a abandonar sus hogares tras el inicio de las hostilidades. El enfrentamiento entre el Ejército regular ucraniano apoyado por batallones de la Guardia Nacional, integrada esta última por las milicias salidas del Maidán de Kiev, y los guerrilleros locales apoyados desde Rusia ha provocado miles de muertos y ha llevado al país a una guerra civil.

Las fuerzas enfrentadas han sido distintas durante las diferentes fases del conflicto. Al inicio de las protestas en la región del Donbass pidiendo más autonomía, los hombres armados anti Kiev eran pocos y se componían de una mezcla de voluntarios rusos venidos de Crimea y elementos locales. Según la respuesta del gobierno ucraniano aumentó en hostilidad con el envío del ejército regular, las filas rebeldes se fueron nutriendo cada vez más de diferentes elementos, tanto locales, en su mayoría, como soldados de fortuna del espacio de la ex URSS, e incluso otros países.

Ucrania tenía sobre el papel unas fuerzas armadas formidables. La herencia del equipamiento y la industria militar soviética hacía presuponer que la operación para doblegar a los territorios sublevados de Donetsk y Lugansk (Donbass) sería sencilla. La realidad mostró que los años de independencia le habían sentado muy mal al Ejército ucraniano. Pudo poner sobre el terreno unas fuerzas insuficientes. Recurrió asimismo al uso de la ya mencionada Guardia Nacional, fuerzas irregulares de escasa disciplina.

La intervención armada y destrucción que provocó hizo que la población local se fuera movilizando cada vez más. La ayuda material rusa hizo el resto. Al comienzo los rebeldes utilizaban material militar capturado a las tropas ucranianas y el saqueado de las bases de almacenamiento. Poco a poco la llegada de armas de fuego, y sobre todo armas anticarro modernas procedentes de Rusia hizo que las tropas de Novorossiya (proyecto de unión de todos los territorios del este y sur de Ucrania) pudiera hacerle frente a los soldados de Kiev de manera más efectiva.

Sin embargo estas tropas rebeldes no han conseguido por ahora más que detener al ejército ucraniano. Por el camino han perdido importantes núcleos, sobre todo en lo simbólico, como Slovyansk o Kramatorsk. Ello se debe a que, a pesar de todo, los combatientes anti Kiev son una mezcla de comandantes, en ocasiones prácticamente señores de la guerra, con poca coordinación entre ellos. No hay un mando centralizado. Se esperaba que las elecciones celebradas a principios de noviembre acabaran con esta situación al establecer un mando único central, pero hasta ahora sin resultados. Las diferentes unidades que forman el conjunto de las fuerzas que se enfrentan a Kiev son conjuntos variopintos, tanto en sus comandantes y personal, como en la ideología que les mueve.

Ideología de las unidades

El primer mando militar que se hizo famoso en Donbass fue el ruso Igor Strelkov (apellido real Guirkin). Para este exagente del FSB (antigua KGB) la guerra del este de Ucrania era ya la quinta tras los conflictos de Transnistria, Yugoslavia y las dos guerras de Chechenia. A él le pertenece la idea de crear Novorossiya y su simbología como proyecto por el que movilizar a la población local. Se declara patriota ruso y monárquico. Abandonó, por motivos aun no explicados del todo, el Donbass a mediados de agosto. Aun así su figura ha ganado gran popularidad, tanto en el propio Donbass, como sobre todo en su Rusia natal. Gran parte de los voluntarios rusos que se han desplazado al Donbass lo han hecho atraídos por las mismas ideas que Strelkov, la idea del renacimiento del Imperio Ruso. Es una de las caras más conservadoras del movimiento rebelde.

La unidad más de izquierdas es el batallón (brigada según algunas calificaciones) Prizrak (Fantasma) comandado por Aleksei Mozgovoi. En esta unidad se suelen integrar los voluntarios socialistas y comunistas, tanto locales como extranjeros. Precisamente entre los extranjeros es donde encontramos peculiaridades, ya que hay varios combatientes europeos en el Prizrak. Un grupo que ha aparecido varias veces en los medios de comunicación es el formado por ex miembros de la Legión Extranjera francesa. Son combatientes franceses, serbios, al menos un brasileño y colombiano, y varios voluntarios del estado español.

Precisamente ahí reside cierta contradicción ideológica. Los voluntarios franceses y serbios son miembros de una organización de derechas denominada «Unidad Continental». Su ideología es la unión de los pueblos desde el Atlántico hasta el Pacífico. Son anti UE y OTAN. A su lado combate gente de izquierdas de países de la UE y de Rusia. Por otro lado tienen unidades vecinas como la «Rusich», compuesta por militantes panrusos, cuya simbología según ellos es nórdica, pero que recuerda a la de cualquier grupo de extrema derecha.

Otras unidades no tienen ninguna ideología a parte de expulsar a las fuerzas de Kiev de su territorio. Su unión se basa en el carisma de sus comandantes. Estos son los casos de los batallones que combaten en la zona del aeropuerto de Donetsk. Son comandados por Guivi, un ucraniano de Ilovaisk de origen georgiano, y por Motorola, un combatiente local que dejó el frente durante dos semanas en verano para casarse. Su liderazgo y preocupación por sus hombres es el pegamento que une y proporciona motivación a las unidades.

El batallón Vostok (Este) es quizás la unidad más mediática de todas las existentes en Donbass. Se lo debe a su nombre, que comparte con un batallón que existió en las fuerzas armadas rusas hace unos años. Se puede decir que el nombre es la única coincidencia. Lo interesante de este batallón en términos de ideología es uno de sus símbolos, que mezcla la bandera soviética y la zarista. Según ellos es una cuestión de continuidad del nacionalismo ruso. Este batallón tiene además una destacada presencia de hombres provenientes del antiguo espacio soviético, lo cual le ha dado popularidad en Rusia.

Este panorama de unidades destacadas se completa con los cosacos, tanto locales, como rusos. En algunos casos estos cosacos, como los comandados por Nikolai Kozitsyn en la zona de Lugansk, son unidades totalmente independientes e incontrolables. Ni reciben ordenes, ni se coordinan con otras unidades. Otros rebeldes les acusan incluso de crímenes contra la población como el robo, la extorsión o el secuestro.

Precisamente los elementos criminales que hay entre los combatientes y sus actos contra la población son la asignatura pendiente para tener a la ciudadanía de Donetsk y Lugansk plenamente de su lado. Así no son pocos los casos de robo de vehículos particulares para uso militar como le explican a su dueño mientras se queda sin coche. Pero, sobre le terreno, no hay duda de que a pesar de estos fallos, estos combatientes son reconocidos como defensores de la población. La animadversión hacia Kiev es plena entre la población después de los combates del verano, y los bombardeos sobre civiles que supusieron.

Ayuda rusa y su importancia

A pesar de todos los rumores sobre la participación de tropas rusas, nadie ha podido aportar pruebas efectivas de ello. Los reporteros que hemos podido visitar las unidades del frente sí hemos visto a voluntarios de otros países. Se conocen casos de voluntarios del estado español, francés, brasileños, colombianos y otros. Sin embargo, la mayoría, unos tres cuartos, son locales, el resto voluntarios rusos y de diferentes nacionalidades del Cáucaso, chechenos, abjasios, georgianos.

Estos hombres, y no pocas mujeres, no tenían nada que ver con la vida militar antes de este conflicto. Hablando con ellos la tendencia es general, nadie quería la guerra. Combaten por sus casas y puestos de trabajo. La ayuda rusa la reconocen, y abiertamente agradecen, ya que sin ella no hubieran resistido. «Deseamos expulsar a los que consideran invasores», sin poner demasiado énfasis real en términos como fascistas o nazis. «Queremos liberar nuestro país. Volver a trabajar y cuidar nuestras familias. Lo hacemos por nosotros», asegura el miliciano Krest.

Ello no significa que no pueda haber comandos rusos de élite dando apoyo a estos combatientes, pero sobre el terreno cualquiera puede comprobar que los que llevan el peso de la guerra son locales. Combaten por un estado a día de hoy no reconocido.