Eguzki Urteaga
Profesor de la UPV-EHU

Cambiar de política monetaria

Sería necesario aplicar unas políticas monetarias más flexibles para reducir e incluso hacer desaparecer las ventajas competitivas de las que gozan Estados Unidos, Japón y China

Europa está inmersa en una grave crisis económica de la que no consigue salir. Las políticas de austeridad implementadas tanto por la Unión Europea como por los Estados miembros no hacen sino deteriorar aún más la situación, puesto que la reducción del gasto público y el incremento de la presión fiscal conducen a compaginar un aumento del déficit y de la deuda pública con un incremento del desempleo, de la precariedad laboral y de la pobreza. Ante esta situación, es imprescindible modificar la política económica, es decir la política monetaria y la política presupuestaria. Centrándonos en la política monetaria, es necesario proceder a cuatro cambios fundamentales.

En primer lugar, es preciso ampliar las misiones del Banco Central Europeo. En efecto, hoy en día, la misión principal del BCE consiste en luchar contra la inflación, que no debe superar el 2%. Esto se debe a la presión ejercida por Alemania en el momento de la creación del BCE y del euro que condicionaba el abandono del marco alemán y su adhesión al euro a la autonomía del BCE y a la priorización de la lucha contra la inflación. De hecho, los alemanes vivieron traumáticamente la fuerte inflación padecida por su país durante los años treinta que propició la llegada al poder del Adolf Hitler. No en vano, la situación política y monetaria actual es muy diferente, de modo que sea indispensable asimilar las misiones de la BCE a las de la Reserva Federal Americana (FED): fomentar el crecimiento económico, propiciar la creación de empleo y luchar contra la inflación.

En segundo lugar, actualmente, el Banco Central Europeo puede prestar dinero a los bancos y operarios privados al 0,5% pero no puede hacerlo a los Estados miembros, de modo que estos últimos se vean condenados a recurrir a los mercados financieros que, sobre la base de las valoraciones de las agencias de calificación, fijan unas tasas muy superiores. Este sistema, además de favorecer a los bancos, perjudica a los Estados que tienen que pagar intereses muy altos para poder financiarse, lo que incrementa su déficit y deuda. Conviene recordar que, entre 1945 y 1975, Francia se financió ante el Banco de Francia al 0%, lo que fortaleció su crecimiento, la creación de empleo y la elevación del nivel de vida de los ciudadanos. En este sentido, sería suficiente que el BCE pudiese prestar su dinero directamente a los Estados miembros al mismo porcentaje para que éstos no dependan de los mercados y puedan desendeudarse.

En tercer lugar, el BCE debería flexibilizar su política monetaria inyectando una mayor cantidad de dinero en la economía, a la imagen de la política expansiva practicada por el gobierno japonés desde la llegada al poder de Shinzo Abe. Gracias a esta política, Japón conoce una tasa de crecimiento del 4,1% entre enero y marzo de este año con respecto al mismo periodo de 2012, después de conocer un largo periodo de estancamiento económico. Además, el gobierno japonés prevé una inyección masiva de moneda durante los dos próximos años. Sería conveniente practicar una política monetaria similar en Europa, dado que daría oxigeno a numerosas empresas; más aún sabiendo que los riesgos inflacionistas son reducidos en una zona donde domina la recesión económica, el desempleo masivo y el temor ciudadano.

En cuarto y último lugar, el BCE debería abandonar la política del “euro fuerte” que fue impuesta en su día por Alemania que solamente aceptaba abandonar el marco alemán si el euro se situaba en un nivel elevado con respecto al dólar norteamericano y al yen japonés. La paridad del euro con el dólar gira hoy en día en torno a 1,30, pero llegó a alcanzar hasta 1,50. Esta política del euro fuerte tiene como consecuencia perjudicar las exportaciones y, por la tanto, las estrategias de internacionalización de las empresas. En este sentido, sería necesario aplicar unas políticas monetarias más flexibles para reducir e incluso hacer desaparecer las ventajas competitivas de las que gozan Estados Unidos, Japón y China, que practican unas políticas de cambio mucho más flexibles. Conviene recordar que en la creación del euro, la paridad euro-dólar era de 0,90.

En definitiva, ante el elevado endeudamiento de los Estados miembros de la Unión Europea, la única manera de salir de la crisis a corto plazo consiste en modificar su política monetaria.

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