Pili Zabala Artano
Hermana de Joxi Zabala

Derechos de las víctimas de ETA y de las de motivación política

Desde mi humilde opinión, considero que las llamadas víctimas de ETA han sido mejor tratadas que nosotras, víctimas del terrorismo de estado, ya que hoy día no somos reconocidas por el Ministerio del Interior como tales. Por tanto, ese hecho delata claramente el agravio comparativo entre víctimas de ETA, con más derechos y privilegios, y las víctimas del GAL sin reconocimiento legal de ningún tipo. Es importante resaltar que se nos niegan los derechos que por Ley nos asisten a las víctimas de terrorismo como es el derecho a la verdad, justicia, reconocimiento y reparación moral y económica.

Me gustaría destacar que dentro de los propios colectivos de víctimas ha habido algunas que han sido más reconocidas, tal vez por el modo, el momento en que ocurrió o por la repercusión mediática de ese suceso histórico en los medios de comunicación.

Creo que es un error hacer esas diferencias entre las víctimas concediendo más privilegios a unas que otras, porque rechaza el Principio de Igualdad, reflejado en el Artículo 14 de la Constitución Española, creando desigualdades y desconfianzas entre las personas que hemos sufrido la mayor desgracia que puede sufrir un ser humano como es tener que aceptar que unos asesinos premeditadamente arrebatan la vida a un ser querido teniendo que aprender a aceptar que ya nunca más oiremos su voz, veremos su sonrisa, compartiremos nuestro proyecto de vida.

Todas las víctimas, independientemente del grupo terrorista que las reivindica, eran personas únicas e irrepetibles. Esa debe ser la premisa desde la que se debe partir para conseguir una mejor y más digna democracia.

Por todo ello, creo que siempre se debe cuidar a cualquier persona que ha sufrido violencia tanto terrorista como de otra categoría (género, raza, religión, sexual, trabajo, colegio) puesto que tanto el apoyo como el acompañamiento es necesario para conseguir un equilibrio físico, psíquico y orgánico.


Derechos de las víctimas de motivación política. La propia palabra ya, en sí misma, es un agravio comparativo ya que no se menciona el término «terrorismo». Y yo quiero dejar constancia de que nosotros, claramente hemos sufrido terror por estar gobernados por un gobierno mentiroso, corrupto y terrorista que oculta la verdad y nos ha hecho sentir culpables del crimen más horrible nunca visto en la historia de España en democracia y calla... Ese silencio no se puede tolerar. Frente al asesinato, permanecer callado y pasivo es un error: cualquiera que permanezca pasivo mientras asiste al homicidio se convierte en su cómplice; el que no lo condena, lo consiente.

Durante 11 años, cinco meses y cinco días tuvimos que escuchar las mentiras de los conspiradores y asesinos con su doble moral mientras manipulaban a la opinión pública a través de la mentira. No contentos con eso, se seguían mofando de nosotros cuando condecoraban y ascendían en el escalafón jerárquico de la maldad al mayor torturador legal del cuartel de Intxaurrondo. ¿Dónde está la justicia plena para las víctimas del terrorismo de estado? Ellos, terroristas institucionales y políticos del autodenominado bloque democrático querían olvidar rápidamente su delito pero nosotros, familiares y sociedad civil defensora de los derechos humanos no podemos quedarnos sin alzar la voz contra ese mal no reconocido y no erradicado todavía a fecha de hoy.

La violencia ejercida por los estados es doblemente grave por el carácter de sus responsables, es decir el estado y sus subordinados tienen entre sus obligaciones preservar la vida y seguridad de todas las personas. Por otro lado, por el casi nulo grado de responsabilidad penal derivados de sus crímenes.


Con la utilización del término víctimas de motivación política se intenta suavizar o quitar importancia a la gravedad del delito, mientras que decir terrorismo de estado significa reconocer que en un pasado reciente hemos sufrido graves pérdidas morales y políticas por parte de las desviaciones de las leyes humanas y éticas por parte de una corrupta clase dirigente. El delito cometido por toda esa generación de políticos durante una época cercana, todavía hoy en día sin reparar, pesa gravemente sobre los pilares de la democracia y sobre las conciencias de aquellos que de un modo u otro eran partícipes del curso de nuestra historia.

No hay que obviar que la historia no es inamovible y que, a fecha de hoy, quedan muchos acontecimientos manipulados que le ha interesado ocultar a la clase dirigente pero que con el tiempo se irán resolviendo a través de la exigencia de otros tribunales internacionales más imparciales y con mayores cotas de libertad para evitar esa degeneración de la democracia. Se trata de una obligación moral de la humanidad ya que para gobernar se requiere de un mínimo de legalidad.

Pensar es la facultad de la mente que permite cuestionar reglas injustas admitidas por la sociedad, también es importante la capacidad de cada individuo para expresar un juicio.

Una persona, para elaborar un juicio, no se puede quedar inmóvil en la convicción de estar en la verdad, sino que debe tener la modestia y la curiosidad de emprender un viaje físico y mental entre los demás intercambiando opiniones con ellos y esforzándose en comprender e interpretar las diferentes aspiraciones de cada uno. Hay que ponerse en el lugar del otro para poder juzgar. Si se vive en un país democrático y avanzado, hay que imaginar la condición de quien no tiene el privilegio de la democracia y del desarrollo económico.

Juzgar significa escuchar a los otros dentro de sí y constatar la presencia de la pluralidad humana, pero también anticipar con nuestra imaginación el eventual pensamiento del otro.

Hannah Arendt decía: «Cuanto mayor sea el número de personas que puedo tener en cuenta en mi pensamiento y en mis juicios, más representativos serán estos». Por tanto, escuchar a los otros dentro de sí no significa renunciar a la opinión propia y adoptar un juicio que no es el nuestro. Yo intento formarme una opinión considerando determinada cuestión desde diferentes puntos de vista, teniendo presente en mi cabeza las opiniones de los que están ausentes; o dicho de otra manera, les represento.

Un itinerario de este tipo puede llevarse a cabo en un sistema democrático donde la prensa libre y las instituciones facilitan el recorrido de apertura del otro.

El Parlamento y los diferentes órganos representativos corren el riesgo de convertirse en una caja vacía si los ciudadanos no son capaces de cuestionarse, de considerar los diferentes puntos de vista, de sentir la alegría de cambiar de opinión y de juzgar de un modo imparcial. La democracia política es insuficiente si no hay ciudadanos educados en la democracia y con una mentalidad abierta. El gusto por la democracia requiere un largo aprendizaje. Esa forma mental puede ser, si cabe, más importante en una situación de emergencia, cuando se pisotean los derechos humanos.

Quien es capaz de salir de su propio caparazón de llevar a cabo un viaje hacia la situación de los demás, de juzgar desde diferentes puntos de vista puede convertirse en un dique contra las fuerzas del mal. En las democracias inmaduras, un individuo si quiere ser libre, debe tener la fuerza de construirse por sí mismo la mentalidad abierta.


Volvemos al comienzo, no tenemos los mismos derechos porque la Ley no nos reconoce la condición de víctimas del terrorismo. Por tanto, creo que:

Lo primero es rectificar una Ley injusta e inhumana desde el respeto a la Igualdad de los ciudadanos.

Segundo, sería conveniente un reconocimiento moral y apoyo institucional como comienzo de un hermanamiento entre personas que han sufrido un trauma derivado por una violencia política terrorista.

Tercero, un reconocimiento del daño causado por ese ente superior que es el Estado español que tantos fantasmas y noches de insomnio nos ha causado y nos sigue persiguiendo en los momentos de flaqueza que todos los ciudadanos de vez en cuando sufrimos.

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