Josetxo Lizarraga
Miembro de Orreaga

El voto, un narcótico eficaz

Llevamos un tiempo en que los tambores anunciadores de elecciones en el estado español tocan a rebato. Es año de diversas elecciones. Son elecciones ajenas para nosotros, como las que se realizan en otros estados como Alemania, Inglaterra, Suiza, etc. Pero desde fuera y desde dentro nos empujan a participar en ellas.

El voto que cada vasco deposita en las urnas tiene consecuencias políticas muy importantes, contrarias al motivo de su voto, su forma de pensar y a su sentimiento y, por ello, debemos proceder al análisis pormenorizado de las consecuencias de dicho voto.

En nuestro caso, las elecciones son la vía para acceder a las instituciones del sistema político del estado español o, en su caso, a las del sistema político del estado francés. Responden a las estrategias de dichos estados, son el medio de control político de las aspiraciones de independencia de nuestro pueblo, y tienden a convertirnos en ciudadanos españoles o franceses.

Fortalecen y legitiman a los estados imperialistas que nos invadieron a sangre y fuego y nos ocupan en la actualidad; refrendan sus legalidades impuestas; disimulan y ocultan la violencia que de forma ininterrumpida ejercen sobre nuestro tejido social, y les ayudan a travestirse de estados democráticos.

Aprovechan la oportunidad de las elecciones y vierten una serie de términos políticos para crear enfrentamientos y una mayor confusión entre los vascos, además de generar  una situación más alienante. Términos tales como “sociedad vasca”, “ciudadanía vasca”, “convivencia pacífica”, “democracia”, “normalización”, “paz” y demás, que se contraponen a otros términos que definen la realidad cotidiana en que vivimos, es decir, “pueblo”, invasión, ocupación, imperialismo, totalitarismo, derecho de autodeterminación, independencia, lucha, etc.

Con el voto nos trasladan a una situación política ilusoria para hacernos creer que estamos participando en instituciones propias, y así olvidar todo el horror físico y psicológico sufrido por nuestro pueblo a manos de los invasores, los innumerables patriotas muertos en defensa del territorio de nuestro estado en la represión posterior a la ocupación, y los muertes sufridas durante la legítima lucha para conseguir la independencia.
Participar en las elecciones es admitir como propias las representaciones de los estados español y francés en las NNUU, UE y en otras instituciones internacionales con representación a nivel de estados.

Es refrendar la división territorial impuesta frente a los que, como pueblo, siempre hemos defendido el territorio como del estado de Nabarra.

Estos devastadores efectos y otros no enumerados son consecuencia del que parece inofensivo acto político del voto que, a su vez, responde a la carencia de una estrategia propia (500 años sin estrategia)
Siendo todo lo que antecede efectos integradores en los sistemas políticos totalitarios imperialistas consecuencia del inocente voto, también produce otro pernicioso efecto reduccionista: la deslegitimación y desmovilización individual y colectiva de la lucha política y del protagonismo de la acción política como necesidad ineludible para lograr la independencia, es decir, produce un efecto narcotizante.

Reitero la palabra, el voto se convierte en el único fin de preocupación y lucha, y las movilizaciones se realizan en función de ganar unas votaciones a un mal llamado Gobierno Vasco, que es prolongación de la estructura del sistema político del estado español.

El votante considera el acto ante las urnas extrañas como la única exigencia política a cumplir, y el consecuente trabajo de militancia se reduce a realizaciones para alcanzar la mayoría. Cumplimentados estos requisitos, la actuación posterior es depositada en los elegidos quienes, fieles a la legalidad española o francesa, acatan políticamente sus constituciones, que no contemplan ningún trazado que pueda conducir a la independencia, al igual que el trazado de las vías de ferrocarril de los cuales el tres no puede salir (si no descarrila) y que, indefectiblemente, conducen a Madrid y París.

Por tanto, el voto en un territorio ocupado, ha sido y es un mecanismo muy eficaz para los imperialistas, y letal para los ocupados, si no responde a una estrategia acordada de antemano y que responda  a un interés exclusivo para la independencia.

En una situación de ocupación, el voto perpetúa la ocupación. El voto en una situación de independencia, es una manifestación política de libertad y democracia.

La delicada situación que atravesamos nos emplaza al compromiso y movilización política organizada de cada persona en la medida de sus posibilidades, como responsabilidad ineludible para el logro de la reactivación del estado de Nabarra.

Limitarse exclusivamente a la activación política a través del voto, o no comprometerse en la acción política por nuestra libertad es contribuir a la situación de ocupación.

Independencia o integración son las dos únicas alternativas.

Pueblo, territorio y gobierno propio son los tres exponentes que conforman un estado propio.

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