Juan Carlos Pérez

PSOE: testamento a un socialista desconocido, antes de las primarias

Al final del camino descubrí que el camino menos transitado era el que mayores placeres me hubiera servido. Era el más largo de los dos, pero en el más corto había trampas imprevistas no contempladas al comienzo del viaje.

Y es que cuando se ha superado y llegado a destino, se puede ver la senda que no se ha de volver a pisar, que decía el poeta. Siempre el más difícil de los pasos a dar es el primero, el que sale del portal de tu confort al mundo, y toda hoja en blanco es ese primer paso, ese primer impulso. La crisis del PSOE, con todas sus variantes, es un asunto muy jugoso, y por tanto, polémico. Y como polémico, susceptible a malinterpretaciones y deformaciones del sentido de las palabras emitidas. Aunque, como elemento central del debate político en el Estado español, puede ser interesante probar un cierto análisis con las claves actualmente al alcance. Y, tal vez, como homenaje postumo (de alguna manera) a Carme Chacón, quien, desde la discrepancia en los pensamientos, por lo menos, siempre fue honesta consigo misma, y transparente en su vocación de transformar Catalunya y España. Así pues, aún con incertidubres, empecemos el camino.

Seguramente sea vergonzoso, pero es la verdad de las cosas, precísamente, la ausencia de esa verdad, que cuente todos y cada uno de los detalles importantes de porqué el PSOE se encuentra en la actual crítica situación. Asumamos que el comienzo es en mayo de 2010, cuando de la noche a la mañana se rompen, en poco más de minuto y medio, las esperanzas e ilusiones surgidas de marzo de 2004. Y es que lo más importante para cualquier organización política no es tan sólo meramente la toma y conservación del poder, sino transformar la sociedad para cumplir con los ideales ideológicos y programáticos. Esa es la parte esencial de cualquier proyecto político que se precie. Y es esa ruptura, también en el PP, la que ha llevado a la ruptura final del bipartidismo imperfecto en el estado español. Cuando Zapatero inicia la senda de los recortes es quien, en nombre de sí, pero también de otros, hunde las expectativas electorales de su partido, del que era, aún secretario general. Puede que por patriotismo, en la creencia de salvar al país, sacrificando al partido. Eso es algo que corresponde a otros demostrar. De momento, es importante conocer los puntos de inflexión y este es el comienzo de todo. De lo que sufre el PSOE hoy.

Avancemos, cuando el PSOE pierde las elecciones municipales, autonómicas y forales de mayo de 2011 estaba claro que se iba a producir el relevo en la dirección del gobierno, y estaba con las horas contadas. Un Zapatero que estaba quemado ante los suyos, y, parece, que así lo vió la sociedad, que le castigó tanto o más a el que a los candidatos en liza en esas elecciones, para algunos, una especie de primarias o primera vuelta de las generales, que llegarían el 20 de noviembre de 2011. Rubalcaba, biográficamente relativamente jóven, con experiencia ininterrumpida en cargos de relevancia desde 1982, era, parece ser, la mejor opción desde la bancada de los dispuestos a sacrificarse en los altares de Baal. Un error, dado que cosechó un resultado irrepetible, por negativo. Desde los cielos de los 169 escaños logrados en marzo de 2008 bajó a los 110 escaños. Aunque hay que decir una cosa importante. Si bien aparentemente el que ganó fue Rajoy y el PP, fue una derrota del PSOE más que otra cosa. Es importante detallarlo.

Si en 2008 el PSOE obtuvo 11'29 millones de votantes, el PP, en esas mismas elecciones obtuvo 10'28, un resultado muy bueno, superior a los de Aznar, pero con el sambenito de la derrota al no ser capaces de alcanzar la Moncloa, en 2011 ese PP enchufado hacia la victoria arrolladora en una decisiva marea azul que barrió toda España (es decir, que en Euzkadi no afectó) obtuvo unos 10'86 millones de votos, y el PSE apenas superar los 7. ¿Que había pasado? El PP apenas sumaba unos pocos votantes más a los ya convencidos previamente, pero es el PSOE, producto de sus propios errores, reales o así percibidos, el que se hundía en casi 4'3 millones de votos. Un bajón de más de 1/3 de los votantes, más de 1/3 de los escaños en el congreso, una derrota, digamos, por méritos propios, inapelable, pero, con el tiempo, olvidada, y culpada, en exclusiva, al propio Rubalcaba (costó tiempo verlo así) y al propio Zapatero. Y así, las procelosas aguas del PSOE, se estancaron, en lugar de fluir. El PSOE se convirtió en el Ganges de la política española.

Si algo hay que echarle en cara a ese Rajoy que llega a la Moncloa en diciembre de 2011 no es el haber roto sus promesas electorales. El artículo de la constitución que prohibe para Congreso y Senado el mandato imperativo es el que se lo permite. Y, es más, es el que se lo ordena que así sea. Y Mariano, en esto, es tan obediente como lo ha sido su partido, el PP, y el PSOE antes, es decir, no tener la obligación contractual de cumplir como si fuera ante notario las promesas orales o escritas de la campaña, que, por mandato constitucional, se pueden tirar a la basura una vez conocidos los resultados… y que cuando uno es electo a Cortes, se desvincula de su circunscripción y de sus electores para representar formalmente al conjunto entero (de ahí que lo de poner circunscripciones uninominales no solucionaría nada, sino la supresión de la prohibición del mandato imperativo)… Lo que sí se le puede reprochar es el haber tomado a la sociedad por tonta, y ese pecado, sin duda, es imperdonable.

Si uno vuelve a visualizar los debates de 2008 entre Rajoy y Zapatero, y entre Soles y Pizarro; y de 2011 entre Rajoy y Rubalcaba observará que tanto Rajoy como Pizarro sostenían algunas verdades, posteriormente evidentes, aderezadas por visiones puramente ideológicas. Cabe recordar que el hoy esposo de la ex presidenta de Navarra fue rápidamente apartado de la dirección del grupo parlamentario e invitado al exilio fuera del Congreso, algo que sin duda ocurrió, dejando en evidencia el valor de los fichajes de fuera en el seno del aparato de un partido tan jacobino como el PP. Asumir que, conociendo cual iba a ser la herencia que iba a recibir, luego pusiera cara de asombro. Si todo el mundo llegó a comprender que, si las elecciones no fueron en marzo de 2012, cuando tocaban, sino antes, era, entre otras razones, para no asumir el reto, sacrificio supremo, de hacer los presupuestos generales para 2012. Zapatero y el PSOE renunciaron, porque sabían lo que venía; y el PP también lo sabía, y aún así, postergaron las medidas urgentes, sin otra justificación que la lucha partidista, por Andalucía.

Andalucía es importante, no sólo por el hecho de que Susana Díaz es la presidenta de esa noble Comunidad Autónoma, sino porque, en teoría, debían concurrir las elecciones con las generales, costumbre adquirida, que no obligada, para las 4 nacionalidades y sus parlamentos. Obviamente, ante la temible y temida marea azul, el Presidente Griñan prefirió estirar la legislatura hasta el final. ¿Porqué? Porque sabía de los sacrificios que debía hacer el PP, continuación y profundización de los ya iniciados por su partido, el PSOE. Y esa era la (única) baza que tenía para jugar, para intentar retener la Junta de Andalucía, con un PSOE en horas bajas, en el nivel estatal y con un evidente hundimiento en el poder autonómico y local (con grave riesgo de pasokización). Y el PP ayudó, no presentando los presupuestos, a pesar de la presión de Bruselas, hasta pasadas las andaluzas (con el consiguiente elemento de incertidumbre, dada la absoluta falta de comunicación de las intenciones de Rajoy), sino que anunció la subida de (casi todos) los impuestos. Así Griñán salvó los muebles de un PSOE necesitado, si bien, no de victorias, que no lo fue, una dulce derrota, con sabor a triunfo. 47 diputados del PSOE, 50 del PP y 12 de IU, cuando las encuestas daban mayoría absoluta para el PP. Y este espejismo nubló el juicio de muchos en el PSOE, con un efecto narcotizante parecido a la dopamina.

Sorprende, sin la menor duda, que, tras la apabullante y abultada derrota electoral en las generales de 2011, el timonel que la dirigió tuviera arrestos para presentar su candidatura a liderar el PSOE en los tiempos de crisis que eran pleno presente en aquél momento. Y no sólo eso, sino que, además de respaldado por el aparato, fue apoyado por la militancia en un congreso de comienzos de 2012. Andalucía se había salvado. Había opciones en el horizonte. ¿Cuales? Sencillo. Dejarse quemarse vivo al PP, que se cociera en su propio jugo. Dejarle hacer las medidas que el PSOE no se atrevió a hacer. Casi todas ellas impopulares. Al socialismo le viene bien un gobierno de la derecha para que haga todo aquello que sus votantes no tolerarían que hicieran sus líderes, pero que, secretamente, consideran positivo para equilibrar el modelo general. Y es que, tras la burbuja inmobiliaria y la ausencia de un modelo de gestión del régimen común (con media docena de metodologías fallidas), la ausencia de un modelo de federalismo en el ingreso, pero si en el desbocado gasto en algunas instituciones autonómicas y locales (con el riesgo de recaudación externalizado en Papá Estado), el hundimiento de los ingresos fue irremediable e hizo insostenible el nivel previo de gasto, con lo cual las deudas y el déficit se multiplicaron, en un riesgo sistémico, en un país que fue pionero en la desindustrialización, en apostar por la especulación del suelo, la construcción y el turismo. Es decir, con ausencia de un modelo de economía productiva sostenible y viable para el presente y el futuro. Y ante ello, el PSOE trató de emular al PP, y dejarse llevar… hasta que el otro cayera, y el camino a la Moncloa quedara abierto, cáido como fruta madura.

Cuando el PSOE elige a Rubalcaba Secretario General lo hace pensando en tumbarse en la hamaka desde la que, al final de su mandato, Zapatero pensaba situarse para ir contando las nubes que pasaran, cual ovejas que pastan, sin plantearse que era mejor pensar en trasquilar esas ovejas, y vender la lana, ordeñar a esas ovejas, y vender la leche, o transformarla en queso de oveja… o, ya que estamos, poner aerogeneradores y producir energía; la que le faltó a un PSOE falto de ideas y de dinamismo, en la creencia que la dinámica del pasado sería para anticipar el futuro, y que en el bipartidismo imperfecto, si no era tu, sería yo, y viceversa. Y que la única alternativa existente era el PSOE al PP. Y eso fue lo que falló. Dejar al mando al desgastado y derrotado Rubalcaba durante más de 2 años, preciosos años en los que dejó al PSOE en el mismo punto (es decir, mucho peór) que en el que se encontraba en marzo de 2012 fue un error tremendo. Visto con perspectiva, sin duda, el PSOE debió haber elegido a Carme Chacón como nueva líder del partido. Algo que nunca sabremos como habría impactado en la posterior trayectoria del partido, pero está demostrado que debió ser mejor probar con lo presuntamente malo por conocer que lo malo ya conocido. La seguridad de la incertidumbre fue superada por la inseguridad de la certidumbre de la generación que había llevado al PSOE al caos y a la ausencia de un proyecto ideológico e identitario. Al vaciamiento interior, iniciado en Suresnes en 1974. Aunque, esa es otra historia. Y es así que, tanto al PP como al PSOE le surgieron enanos a derecha e izquierda. Y como en todo circo, esos enanos, crecen.

UpyD fue la primera gramínea en salir del acné no juvenil de uno de los partidos del bipartidismo imperfecto español. Su ausencia de democracia interna, su latrocinio de las propuestas e iniciativas (contra la corrupción) de otros grupos minoritarios, y su culto sectáreo al líder supremo la acabaron por condenar a la irrelevancia de los que ni siquiera saben pactar para su supervivencia. Ciudadanos, surgido en una comunidad, también como sarampión furibundo contra lo que sea nacionalismo del denominado periférico (el mayor éxito de satanás es haber hecho creer al hombre que no existe, es decir, el nacionalismo jacobino español) se planteó ocupar el hueco, no ya de UpyD, sino de CDS, y, en resumen, de la propia UCD. Una formación centrista y centrada… claro, que su nacimiento con un sesgo ideológico muy específico… algunos pensaban, con razón, que como la gran mayoría (Albert no, el vino del PP y de NNGG) provenía del PSC, no por ser Partido, ni Socialista, ni de Catalunya, sino por ser el principal partido español en Catalunya (ese que ganaba las generales, pero perdía las autonómicas frente a un Pujol que finalmente, ha podido recibir «lo suyo» en cuanto se decantó por el independentismo) se definía como socialdemócrata, al menos, en Catalunya… y posteriormente, como ese espacio, en teoría, en España, ya está ocupado, ha pasado a definirse como liberal, en un juego trilero de definiciones que simplemente trata de ocultar la indefinición para poder pactar con cualquiera y así ganar centralidad y cuotas de poder. CDS y UCD son los referentes… como los de Cádiz de 1812. Así lo dicen. Ahora.

Sin duda, el CDS fue cooptado y destruído por el PP y por José María Aznar, que fue el arma «homicida» final al proyecto centrista que molestaba y estorbaba en un modelo de bipartidismo imperfecto, en el que un partido del tipo del liberal en Alemania no era algo bien tráido para el sistema, en tanto que, preferían el turnismo de Cánovas y Sagasta. Así se entiende que, para Aznar, además de el, el mejor presidente en la historia de España fuera… Cánovas del Castillo, asesinado por el anarquista Angiolillo en Arrasate en 1897. Jamás sabremos que hubiera pasado si en ese congreso de Palma de 1981, obstaculizado por una «casual» (o causal) huelga aérea, hubiera podido estar el Presidente Suárez (como era su intención, la de cabalgar y liderar a ese tigre, para, más adelante, volver… como Artur Mas, sirva el ejemplo, para que se entienda la mentalidad del momento del estadista castellano). UCD se disolvió rápidamente como un azucarillo (seguramente, como producto de la denominada operación De Gaulle, tras el triunfal intento frustrado del 23F, aunque esa es otra historia larga y que es harina de otro costal) y se acabó por dejar huérfano el denominado centro político, realmente, sin gran tradición política e institucional, en los escasos tiempos en los que España ha sido una democracia y ha acudido a las urnas. Ciudadanos, aspira a eso. Eso si, actualmente, la mayoría de los votantes provienen del PP. Y es a el al que aspiran que vuelvan con el reflujo hacia atrás de la marea-tsunami de la crisis (y de la corrupción).

Aún más importante que la extensión de Ciudadanos a España (recordemos que en Euzkadi sólo poseen 2 concejales, ambos cuasi expulsados de la organización y un juntero por Araba que acusó a los suyos de espionaje) la irrupción inesperada de Podemos fue la que puso en serios aprietos los planes preconcebidos de un PSOE falto de ideas y horizontes. Y de eso se aprovechó Pablo Manuel Iglesias Turrión, que puso su cara en unas papeletas al Parlamento Europeo. Sirvase de punto señalar y resaltar que, el hecho de una circuscripción electoral única, que favoreció el viento a favor para Podemos (nombre de un partido chavista de Venezuela) no existe en ningún otro de los países de su entorno, en las elecciones europeas, pues, tanto Reino Unido, como Francia, como Italia, como Alemania, tienen sub divisiones y circunscripciones sub estatales, para reflejar su pluralidad y pluralismo interno. Así pues, cuando nadie se lo esperaba, una formación que prometía todo lo que Felipe y Alfonso prometieron en Suresnes y en las campañas de 1977 y 1979, e incluso, en la de 1982, antes de la toma del poder, y del denominado «Secuestro del Cambio» se hizo con el corazón y el alma de las capas más desfavorecidas por la crisis. Aquellas que, en ausencia de un liderazgo claro, vagarán por las arenas del desierto buscando agua que beber… y llegado el caso, como no saben distinguir, beberán arena.

Así pues, llegó el momento de un nuevo liderazgo en el PSOE. Y en esas, llegó Pedro Sánchez, el 26 de julio de 2014. Al final del camino se descubrió, una vez roto, que el chiche de Solares ya no daba más de sí. Con una Europa en crisis, una socialdemocracia en Europa huérfana de referentes y tras unas elecciones europeas, en apariencia intrascendentes, pero que bien pudieron empujar a la deserción (aquí abdicación) del anterior jefe del Estado, el PSOE afrontaba con más prisas y agobios que mesura y sosiego la que se le venía encima. Unas elecciones municipales, autonómicas y forales a menos de un año vista y unas elecciones generales, para las que no tenían cabeza de cartel. Y con un competidor más a la izquierda, aunque, en aquellos momentos, se hacían pasar por mirlo blanco transversal, para captar votantes a derecha e izquierda. A dos Carrillos. Antes se habían celebrado unas primarias peculiares en Andalucía. Vamos a resumir. Se jugaba la sucesión a Griñan en el liderazgo en el partido en un momento en el que las elecciones o la eventual sucesión ni estaba ni se le esperaba. Se presentaron varios candidatos, entre ellos el Consejero de Agricultura o el Alcalde de Jun, ambos descalificados por presunta falta de avales. Así, se cerró las primarias con una sóla candidata, Susana Díaz Pacheco, quien, al de poco, heredó también la Junta de Andalucía. ¿Porqué? Porque Jose Antonio Griñán intentó limpiar tanto que se acabó limpiando a sí mismo. Es decir, se fue. Porque entendió que era más beneficiosa su marcha que su permanencia, para el partido y para Andalucía. Y así, lo imprevisto, se transformó en realidad.

Dicen que el pacto del Betis fue el origen verdadero de la animadversión entre Felipe y Nicolás (Redondo Urbieta, padre) y de la lucha entre el sindicato y el partido. Y es que, antes de Suresnes, entre aquellos conjurados para derribar a Llopis por lo civil o lo criminal, que lo intentaron en el congreso de 1970, pero que tuvieron que esperar a 4 años después, tenían, en principio claro que el puesto de liderazgo era para el pequeño Nicolás, dado que la renacida federación andaluza era de reciente creación, fundamentalmente, en torno a Sevilla, Alfonso y, sobre todo, Felipe. No fue así, y desde entonces, Andalucía ha ido creciendo hasta convertirse, actualmente, en la primera y más poderosa federación del Partido Socialista. Con un par de matices. Uno, que se ha debido a la desestructuración de un PSC que ha demudado su ideología e identidad al mismo ritmo que sus electores y hasta algunos de sus dirigentes se pasaban a la vera del catalaniso. O el propio PSC les abandonaba y se acercaba al calor Ciudadano y Popular que más calentaba en Madrid, olvidando las causas estructurales que originaron la desafección creciente que denunciara Montilla a finales de 2010, en el origen del actual procés soberanista. Y dos, Susana prefiere unas agrupaciones diezmadas y amortizadas, manejables, a vigorosas y con militancia activa. Siempre que le sean fieles, por supuesto. Ahí está la clave. Y el miedo a la confrontación en buena lid.

Entre julio de 2014 y mayo de 2015 un anodino Pedro Sánchez intentó, en vano, hacerse con las riendas del partido. Un tal Josep Borrell intentó en las primarias de 1998/99 hacerse con el mando del PSOE. Fueron unas primarias para ser candidato a la Presidencia del Gobierno. Seguramente lo habrán pensado más de uno (Bono lo confiesa en sus memorias) el hecho de que, inmediatamente tras lograr vencer al aparato debería haber conseguido para sí la Secretaría General, en manos de un gris Almunia (posteriormente vicepresidente de la Comisión Europea) desde la espantada de Felipe en el Congreso de 1997. Y así es que el aparato le segó la hierba bajo los piés y acabó dimitiendo por un presunto caso de corrupción del que, todo lo más, sería culpable in vigilando (más le toca el haber estado en el Consejo de Administración de Abengoa cuando ha acabado casi en la quiebra, tocando de lleno a Susana Díaz y sus aspiraciones y quitándo a Borrell de un plumazo las opciones de siquiera intentarlo). Eduardo Madina se presentó contra Sánchez. Y Perez Tapias, un socialista íntegro, con ideología, identidad y adn socialista, fue el tercer contendiente. Más bien testimonial… Ganó Sánchez, quizás pensando Susana Díaz desde Andalucía que no era su momento. Que se iba a presentar más de un candidato (ella prefiere las primarias sin oposición). Y que Pedro pudiera ser un significante vacío (como «Make América Great Again»… que significa para cada escuchante lo que le quiere incorporar; todo y nada a la vez). Y que sería manejable y teledirigido desde Sevilla. Una especie de valido, como en tiempos del Conde Duque de Olivares. Y se dió cuenta que no, y Pedro acabó pagando las consecuencias. Aunque no adelantemos acontecimientos.

A Podemos le faltaba recorrido. Y cuando han pasado 3 años desde su puesta de largo en las Europeas se puede decir que han quemado naves más rápido que un Nexus 6 agota su vela vital. Han alcanzado, desde «su Suresnes» a la crisis entre Almunia y Borrell en un tiempo récord. Los anticasta ya son casta, pasando a ser un Tripartidismo imperfecto, o Tetrapartidismo (no cuatripartito, que sería para un gobierno, por ejemplo) imperfecto… ocupan el mismo espacio electoral. En mayo de 2015 fueron a las elecciones locales con diferentes marcas. A las autonómicas como Podemos. Y facilitaron el gobierno, bastante gratuítamente, al PSOE, en muchas comunidades: Aragón, Castilla La Mancha, Extremadura, Asturias, Valencia, Baleares… A estas alturas del partido, querían empezar a gobernar… es posible, pero eran plenamente conscientes de que su única bala era la de las generales. Si no, corrían el riesgo de acabar por convertirse en un partido más del sistema. Una nueva Izquierda Unida, con algo más de peso que con Carrillo en 1977 o Anguita en 1993/96 … así pues, pudo contribuir a mantener el espejismo, dado los gobiernos, débiles, pero monocolores (a cambio del apoyo a Podemos en las denominadas «ciudades del cambio») que aún con todo, el derribo al PP de Moncloa, bien pudiera llegarles de manera gratuíta e inevitable. Y se volvieron a equivocar.

Pedro Sánchez Castejón, natural de Madrid (aunque matrimoniado con una Begoña de Bilbao) dejó de ser diputado en 2011 y se tuvo que buscar las habichuelas fuera de «la política». Porque… el último de la lista en lograr el escaño fue el inmediatamente superior al suyo. Algo similar a lo que le hizo en 2015, situándole independientes como una ex diputada de UpyD (de la anterior legislatura además) o Zaida Cantera, comandante del ejército español, acosada por un mando. Intentó tomar las riendas del partido, logró ser el candidato a presidente y… se fué a las elecciones de 20 de diciembre de 2015 con poco más que los ánimos de los entusiastas que no veían las dificultades objetivas de una candidatura y unos contendientes que pedían algo más que una sonrisa y buenas palabras para llevarse el gato al agua (si, Pablo Iglesias, ahora recortado su nombre para coincidir con el fundador del PSOE, verdadero enemigo de Podemos, y del que quieren rascar hasta la última gota de militantes y votantes “aprovechables, empezó su carrera televisiva en el chiringuito de Julio Ariza, Intereconomía). Y así fué que llegó el golpe electoral. Si, previsto. Para el PP, y el PSOE.

20 de Diciembre de 2015. Un «victorioso» PP logró 7'23 millones de votos, bajando un 33'4%, un tercio (parecido al descalabro del PSOE de Rubalcaba en las elecciones inmediatamente anteriores, de 2011), bajando 63 escaños, desde los 186 a los 123. Esta vez, por méritos propios. El PSOE no tuvo nada que ver, ni en positivo ni en negativo. Un PSOE que logró 5'55 millones de votos, lo que se tradujo en una merma del 20% de los votantes, es decir, 20 escaños menos, de los 110 a los 90 con los que empezó la legislatura (más corta de la democracia). Son importantes los datos, para comprender que cuando se acusa a Pedro Sánchez de perdedor, de loser, bueno, puede ser, pero no fué el único que perdió en el PSOE, y no fué responsable de lo sucedido antes de su llegada, que fue mucho y muy perjudicial. El cuadro hay que verlo en su globalidad, y buscar todos y cada uno de los matices, para comprender que las ideas lineales o simplificadas podrán ser asumibles y aceptables para el gran público, pero no describen el cuadro de verdad. No, Pedro Sánchez no es el único responsable, y con el, el PSOE moderó su cáida. Aunque, como veremos, de nada le sirvió tener de su lado a la mayoría de la militancia dado que no convenció a los suficientes votantes, y tampoco logró controlar su aparato, el del partido.

Resulta interesante recordar que ese Pedro Sánchez que asume el líderazgo de buscar una investidura tras la espantada de Rajoy, que prefiere huír de la foto de verse derrotado en el hemiciclo, ante Europa y el Mundo, se ve obligado por su propio Comité Federal a no buscar esa investidura con Podemos ni con los independentistas (catalanes). Un corsé que hacía prácticamente imposible cualquier investidura, dado que era complicado sumar una mayoría, sobre todo si se quería orillar al PP y a C's. Y es así que Pedro Sánchez intentó un primer acuerdo con Ciudadanos. Era fácil, ambos tenían la ideología flexible de una hoja en blanco. Y después, pedir a Podemos la generosa abstención a cambio de paz y amor (y el Plus al salón). Y no. Si a Albert Rivera le ofrecía la vicepresidencia, Pablo Iglesias la reclamaba para el. Y más cosas, que el Comité Federal jamás habría admitido y aceptado conceder, cuando la idea del PSOE era un gobierno monocolor de ellos. 90 escaños de 350. Así estaban pinados los bolos, en tanto que se mantenía una visión un tanto borrosa y con espejismos de cual era el escenario real en el que se movían. Y es que, sin C's el PSOE debiera haberse apoyado en la antigua CDC, ahora PdeCat y en ERC (además de EAJ/PNV y CC)… siempre que hubiera convencido de alguna manera al Comité Federal. Inflexibilidades e incomprensiones, todos tirando de la cuerda, hasta que la cuerda se rompió, y Mariano Rajoy «se vió obligado» a convocar nuevas elecciones.

26 de junio de 2016. El PP sube casi un 10% de votos, y 14 escaños. En este caso, la estrategia de dejar hacer y que se desgaste el contrario ha surtido efecto. Eso y el hecho de que los votantes de Ciudadanos no entendieron que demonios habían intentado hacer sus líderes y escaños electos, dando unos bandazos que ni el mejor lateral de Europa. Es por ello que C's bajó un 10'6% de sus votos, y 8 escaños. El PSOE obtuvo prácticamente los mismos escaños, pero perdiendo 5 escaños por el camino. Así pues, era más complicado, pero, matematicamente, el escenario seguía siendo prácticamente el mismo. Porqué no hubo un gobierno alternativo al de Mariano Rajoy y el del PP? Multiples factores, claro. Algunos de ellos, el citado veto del Comité Federal. La incomprensión e incomunicación mutua de Podemos y Ciudadanos. Aún cuando, ambos, desbancaron en mayo de 2016 al alcalde del PP de Granada, para darle la alcaldía al PSOE. Algo que, casi un año después, quiere desandar, con una nueva moción de censura entre el PP y C's. Como para entender a los que primero acordaron la investidura del alcalde de Santander (actualmente ministro de fomento), dejando para más adelante los contenidos del acuerdo limitante de la libertad del equipo de gobierno del PP. O quienes hicieron marcharse a Pedro «pedrone» Sanz por acumulación de legislaturas, pero mantuvieron en su puesto a Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León desde 2001. Y Podemos, que intentaba, de nuevo, dar el sorpaso, con los esteroides incorporados de la IU de Alberto Garzón (que había descabalgado a Cayo Lara, obstáculo para la confluencia)… consiguió los mismos escaños, pero con un millón de votos menos. Obviamente nadie dimitió ni asumió su responsabilidad por los resultados obtenidos. Y así el escenario era, o nuevas elecciones, las terceras, o un gobierno, el que fuera. Tan es así que la candidata ocasional de Elkarrekin Podemos a Lehendakari acabó confesando que cualquier gobierno era preferible, incluso uno de Mariano Rajoy y el PP, antes que las temidas elecciones. Lamentablemente no añadió la oferta de votar favorablemente su investidura, lo que hubiera añadido generosidad y honestidad al compromiso pública y libremente adquirido en el programa de la Sexta Al Rojo Vivo.

¿Que hacer? ¿Gobierno de PP y C's? No daba la suma. ¿Gobierno de PSOE y C's? Ahora sumaban menos que el PP en solitario, con lo que la abstención de Podemos (y el resto) no era suficiente. Había que contar con Podemos sí o sí. Un gobierno de PSOE y P's? C's no se iba a abstener a eso. Y a ello, sería necesario, pues, sumar a vascos y catalanes. Así que complicado, pues el escenario se movía en escenarios ya conocidos, y el asunto tenía que romperse por algún flanco para salir del bucle. Y se rompió… por el flanco más débil. Pedro Sánchez. Si, se dirá que el poder en Podemos es de la gente… ya, ¿alguien se lo cree aún? Los círculos (plagio absoluto de los chavistas y, porqué no, del círculo de lectores) son meros floreros a los que se les rellena con agua de porrón de tanto en tanto. Ahora son poco más que centros culturales. Ser jacobino, de arriba a abajo, en la izquierda, se llama «contradicción primaria y secundaria», sobre todo, cuando se le añade el cleadvage nacional (centro-periferia). Es decir, decidir si ser españoles, pero siempre, para quedarse en España. Y con ese esquema, difícil sumar a la vez a catalanes y a Podemos. Pablo estaba atornillado al liderazgo mesiánico (como se ha visto en el proceso a la segunda asamblea de Vistalegre), y qué decir de Albert Rivera (el partido es él) o Mariano Rajoy (el que se mueva, sale de Génova). Pedro Sánchez era él y sus circunstancias. Y queriendo ser leal al Comité Federal y a sus votantes, mantuvo hasta el final la negativa a investir, por activa u omisión al PP de Mariano Rajoy. Y como eso no podía ser, una parte, la que dirigía, de verdad, el aparato, lo sacrificó en el altar de Baal, en la sede de Ferraz, una mala tarde de Octubre de 2016, a escasas fechas del final del plazo para tener que volver a votar en unas nuevas elecciones generales.

Hay quien dice que cuando se decidió el golpe palaciego en Ferraz la hoja de ruta para su gobierno estaba perfilada. Es posible. Eso sí, los españoles deben grabarse a fuego que el Senado sí vale para algo. Tan es así que, deberían empezar a saber como votar en esas elecciones, dado que en esas se producen las famosas y deseadas (tanto como el felón de Fernando VII) listas abiertas. Y aún así, por dos veces, ha logrado el PP una super mayoría absoluta que el «pueblo español» se la ha negado al PP para la cámara baja, es decir, el Congreso. Si se quería un gobierno que tocara la Constitución era necesaria una mayoría en ambas cámaras, cosa que, evidentemente, un gobierno sin el PP, no tenía. O una finura jurídica de orfebrería que, en el marco del Estado, suele ser ausente, y cuando se hace presente por parte de otros, suele enviarse preventivamente al Tribunal Constitucional por el artículo 33. Sea como sea, Pedro estorbaba y molestaba, porque se resistía a dejar paso a la gobernabilidad del PP, es decir, a la estabilidad del sistema, y así mantener a Francia o Italia como riesgos sistémicos europeos más próximos de los que ocuparse desde Bruselas. Y, dado que Pedro, no controlaba el aparato, desde la cúpula se decidió la gestora y la abstención. Y chin pun, que es hora de ir a por churros. Claro que, como todo, no hay acción sin reacción. Ahí está el principio de Arquímedes, por ejemplo.

Y así nos desayunamos con otros 4 años más de un Rajoy que pactó en falso unas promesas que no pensaba cumplir con un Ciudadanos necesitado de cariño que se dejó sodomizar por un plato de lentejas. Y que ahora empieza a reclamar su puesto en el cosmos político español con la re-moción de censura en Granada o la dimisión (en falso) del presidente de Murcia Pedro Antonio Sanchez (a pesar de su palabra y compromiso electoral y de investidura). Asumen los etéreos elementos de corrupción y regeneración política (ya presentes hace décadas en el escenario político español) como únicos banderines de enganche hacia unos votantes que, cada vez más, migran en retorno a un PP que ve como la sociedad, en general, ya ha amortizado sus casos de corrupción, y vuelve a confiar en su manera de gestionar la economía y el incipiente crecimiento económico. Y es así que Podemos, ante el berrinche de no acceder a cotas de poder en el Estado usó como rehenes a los ciudadanos de determinadas comunidades autónomas para presionar, chantajear y zaherir a determinados barones del PSOE complices e impulsores del golpe y derribo de Pedro Sánchez en el octubrazo (u oktoberfest, para otros)… rompiendo acuerdos de gobierno que marchaban en el máximo grado de cumplimiento, o revocando la palabra dada de apoyar los siguientes presupuestos de la comunidad, con una comunidad de acción en el voto junto al PP. PP y Podemos, los extremos, a veces, se juntan. Y es muy peligroso, aunque no por ello, deja de ser real. Lo absurdo de algo, a veces, es condición de su existencia.

Como afronta el PSOE el nuevo escenario? Dilatando los plazos. Tratando de cerrar heridas. PP, P's y C's tuvieron sus congresos en enero/febrero de 2017. El PSOE las primarias en mayo y el congreso en junio, con la semana santa y la feria de abril de por medio. Y hechos luctuosos como el triste fallecimiento de la ex ministra y la que debió haber cogido el timón tras Zapatero, Carma Chacón, que es ejemplo primoroso del momento en el que había llegado el PSOE. Un PSOE que agilizó los deshaucios para contentar a una clase media que jamás se lo agradeció y que lo enfrentó a unas clases populares que, cuando llegó la crisis, fue incapaz de pagar hipotecas o alquileres, y que, mediante las típicas «asociaciones» super neutrales (que siempre se acaban por escorar a…) acabaron por acercar y acelerar el voto a una opción emergente como ha sido Podemos. Una Chacón que estuvo en el acto de presentación de la candidatura de Susana Díaz… junto con Bono y Zapatero, Alfonso y Felipe, junto a Edu Madina… gente, del aparato, del pasado post-Suresnes del PSOE. Cargos o ex cargos públicos, a la espera de saber si tiene reflejo en la militancia. Y es que Chacón fue cabeza por Barcelona en las primeras elecciones de Sánchez. Pero, después, no se quedó satisfecha con el post partido, con el tercer tiempo, tras las elecciones; con la gestión de los resultados. Y no fue candidata en las siguientes. Así era el PSOE con el que lidió Pedro Sanchez. Y al que ya no podrá contribuir a arreglar Carme. Descanse en paz, Goian Bego.

3 candidatos. Ahí está el primero en lanzarse al ruedo. Gure Patxi. Nuestro Patxi. Es un decir. Más que nada porque cuando nació, y sus padres fueron expatriados a otras provincias (su padre fue Eduardo «Lalo» López, diputado al comienzo de la democracia) un ex alcalde de la república de Bermeo ofreció trabajo al abuelo de Patxi, padre de Lalo, empleo en la taquilla de su cine (Cines Mar, por Mariano, que así se llamaba este ex alcalde de EAJ/PNV) para que pudieran vivir más o menos sosteniblemente hasta la vuelta de los padres de Patxi. Este Patxi que lideró la destrucción del PSE, pasando de 25 escaños en 2009, a 16 en 2012 y a 9 en 2016, por no hablar de las elecciones municipales y forales. O que ha pasado de 9 escaños al congreso en 2008 a 3 en 2015/16. Y no dimitió por los resultados electorales, o por mentir (como cuando dijo que sólo gobernaría si ganaba o que jamás llegaría a un acuerdo con un PP que hacía antinacionalismo y antisocialismo), sino porque en 2014 Pedro Sánchez se lo llevó a Madrid. Y en 2015 le hizo Presidente del Congreso. Y, lo que es mejor, desde el primer día les descubrió su verdadera alma y capacidades. Genio y figura. Puede que se mantenga o puede que se retire. Si lo hace, será porque Rodolfo Ares así se lo habrá dicho; dado que así ha sido para que se pudiera presentar. Y Ares es, o era, del círculo de Rubalcaba. Una modernez pues en el elenco del PSOE. Y si se retira, se le pregunte a cambio de que, porque no será gratis. Con Patxi López nada, de lo personal, es grátis.

Pedro Sánchez, que ha pasado del No es No, al Si es Si, podría resumir su campaña en un claro «Vengaaaaaaaaaaannnnnnnzzzzzzaaaaaaa!!!!!!!», pues reclama que le restituyan lo que la militancia le dió, pero el aparato le quitó, de aquella manera. Ahora parece que tiene ideología e identidad. Las que le ofrece Perez Tapias, que estaba a su lado en su puesta de largo como, nuevamente, candidato. Aquí el asunto es importante, y es comprender si va en serio, si lo que dice lo cree y si lo puede aplicar. Claro que, el tablero, supuestamente, da para una moción de censura. Y desde el 3 de mayo, Mariano (el del PP), puede convocar elecciones nuevamente, teniendo esa carta, esa espada de Damocles, en la confianza de que ahora sí, una suma PP con C's les dé la cómoda mayoría absoluta. O como el lo piensa, que el PP vuelva a tener mayoría absoluta. Y así uno se explica la rabieta traicionera del voto comprometido y desligado a última hora en el asunto de la estiba. Si gana Pedro, puede, que, visto lo sucedido con la ruptura del grupo parlamentario con ocasión de la abstención a la investidura del PP, pueda verse fracturado, y haga imposible dicha moción. Aunque, claro, también está el riesgo la propia ruptura del PSOE…

Susana Díaz era la cabeza tras el golpe. Si había llegado a ese punto era ingenuo pensar en que iba a volver a poner a un hombre de paja en Madrid para no mojarse. Se había ido demasiado lejos para ser tan ingenuo. Cree que es su momento. Aunque hubiera preferido llegar a Madrid en loor de multitudes y con incienso y mirra, aunque no montada en una burra. Hay clases después de todo. Madrid no es Jerusalém. Y la andaluza presume de victorias, aunque con su mandato el PP ha sido capaz de vencer al PSOE en unas generales en Andalucía. Otra Invictus. Y apuesta por que el aparato «recupere» el poder. Y para eso, lo tiene de su lado. Y por eso se dan esta clase de «debates», sobre arriba y abajo, izquierda y derecha, propopulares y propodemitas, fundamentalmente entre sanchistas y susanistas. Y Patxi López en tierra de nadie, tratando de hacerse ver como la tercera vía, ni con unos ni con otros. Es complicado saber quien va a ganar, porque eso deberá decidirlo la (menguante) afiliación del PSOE. Y aprender de errores (o aciertos) ajenos, en partidos hermanos suyos, europeos, dentro de la internacional socialista (Italia, Portugal, Grecia, Francia, Reino Unido, Alemania…) para intentar superar su crisis de manera satisfactoria y sin rupturas, aunque, a veces, parezca inevitable, gane quien gane, algún tipo de escisión en el partido.

Y, de esta manera, dejando el futuro en manos de los verdaderos dueños del PSOE, que son sus mujeres y hombres, con carnet de tal o cual agrupación la pregunta importante sigue siendo el para qué. Conseguir ser el o la secretario/a general para hacer qué. Que rumbo poner en lo interno o lo externo. Cual es el modelo organizativo que propone cada cual. Cual es la reforma de la socialdemocracia «a la española» (el primer modelo fue importado desde la SFIO) para el siglo XXI. Y, llegado el caso, con quien. Y como se llega a decidir con quien. Es decir, que partido quieren y para qué, mucho antes de con quien quieren lograrlo. Y si no tienen claro eso, será, una vez más, una lucha cainita por el poder, con cuotas de poder, familias llegan a acuerdos a última hora, en pasillos poco iluminados, y generando equilibrios de poder, insostenibles cuando el poder, de verdad, reside en la soberana decisión del militante. Ahí está el reto. Un reto tan importante que ha revelado que la crisis es sistémica, y que la enfedermedad que acoge el PSOE lo es por la ruptura del bipartidismo imperfecto «tradicional» español (por más que, donde antes estaban 2, ahora están 4, siendo, por lo general, en líneas básicas, prácticamente, lo mismo) y que, de su solución, tal vez, se pueda vislumbrar sobre que bases se puede perfilar el siguiente escenario de juego en el estado español, en el que los actores, una vez más, acabarán por resituarse. Siempre que tengan ojos y voluntad para ello.

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