Rafa Díez Usabiaga

Primero de Mayo

Ausente forzoso de nuevo en este Primero de Mayo, en este artículo enviado desde su celda Rafa Díez sitúa la jornada del domingo con sus antecedentes y sus razones, y reflexiona sobre la necesidad de convergencia sindical para potenciar su papel de transformación social.

Rafa Díez. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)
Rafa Díez. (Juan Carlos RUIZ/ARGAZKI PRESS)

Hace 40 años participaba por primera vez en un 1º de Mayo. Llevábamos ya casi 80 días de huelga indefinida en Michelin-Lasarte, en una batalla que se convirtió en una auténtica «licenciatura» para el desarrollo de mis convicciones y compromisos sociopolíticos. Los asesinatos de Gasteiz estaban en la memoria reciente y la rabia colectiva. Como clase trabajado ra, se percibía en múltiples luchas ante un régimen político que iniciaba su metamorfosis para encauzar una transición tasada en sus contenidos y tutelada desde la larga sombra franquista. Aquel 1º de Mayo fue un día de lucha donde las reivindicaciones de clase (derecho a la negociación colectiva, legalización de organizaciones sindicales…) se identificaban con las de un pueblo que exigía su reconocimiento nacional, autodeterminación, y reclamaba la liberación de todos los presos políticos. Ese mismo verano del 76, con mi entrada en LAB, todavía en aquel momento una organización de masas «ilegal», inicié una militancia sindical y política que ha marcado toda mi vida.

Desde entonces el 1º de Mayo ha sido para mí una cita ineludible donde reafirmar, desde LAB, compromisos como miembro de una clase trabajadora vasca en lucha por sus derechos nacionales y sociales. Excepto los años de «secuestro» por parte del Estado español –bien en el extinto servicio militar obligatorio o estos últimos años en prisión–, ha sido una fecha desde donde, individual y colectivamente, mostrar un sentido de pertenencia de clase, enfatizar referencias reivindicativas y situar prioridades en el combate nacional y social.

En ese ya largo recorrido guardo especial recuerdo de dos citas, por el significado y huella que dejaron en mis convicciones. La primera en 1984, siendo miembro de la ejecutiva de LAB y parlamentario de HB, asistiendo al 1º de Mayo en una Nicaragua sandinista que combatía a la «contra» auspiciada, financiada y dirigida por la CIA. Los interminables discursos de los comandantes Jaime Wheelock y Daniel Ortega, en un ambiente de fervor revolucionario, me impresionaron dejándome un recuerdo imborrable.

La otra fue en 1995, con un 1º de Mayo de gran relevancia sociopolítica, tras el documento que LAB y ELA planteamos en el Aberri Eguna de ese año, con una defensa del derecho de autodeterminación y una apuesta por la soberanía política, económica y sociolaboral (Marco Vasco de Relaciones Laborales). Abordamos aquel 1º de Mayo con una manifestación unitaria en Bilbo bajo el lema ‘‘Euskal Herria eraikitzen, por el empleo y la justicia social’’. Era el primer 1º de Mayo conjunto, y aunque fue una manifestación «en bloques», la cabecera de la misma fue conformada por un séquito unitario con las direcciones de ambas organizaciones. Había cierto nerviosismo por comprobar el desarrollo de la marcha y la «cohabitación» de dos militancias sindicales confrontadas durante casi 20 años. Hubo algunas tensiones, pero volvimos a demostrar tras el primer gran paso de febrero de 1994 (manifestación conjunta ELA-LAB en Bilbo por el MVRL) que el sindicalismo abertzale abría una nueva etapa en su intervención y aportación a las reivindicaciones sociales y nacionales.

La focalización del valor de la acumulación de fuerzas (alianzas táctico-estratégicas), como herramienta para una confrontación democrática con el Estado, fue una referencia que LAB y ELA experimentamos y que fue calando progresivamente en una izquierda abertzale que estaba consiguiendo, con su resistencia y lucha, el cuestionamiento del modelo autonómico en amplios sectores sociales. La experiencia de Lizarra-Garazi y, por supuesto, el cambio estratégico de 2008-2009,tuvieron como elemento básico esa idea de «acumulación de fuerzas» entre sectores sociales y políticos para una confrontación con el Estado en otro campo de juego político. Como decía Sun Tzu, «en lugar de retar al enemigo en el campo de batalla es mejor, mucho mejor, llevarle a una situación desfavorable de la que no pueda escapar de ninguna forma».

Razones

Ahora, cuando abordamos este 1º de Mayo, tenemos que hacer un gran esfuerzo por situar el valor de esta fecha histórica y emblemática. Desde ámbitos ubicados en la superestructura del sistema (sectores mediáticos, partidos políticos…) tienden a desvirtuar el carácter e, incluso, el sentido de esta jornada de reivindicación y lucha, apelando a la necesidad de superación de conceptos como «lucha de clases» o «clase trabajadora», considerándolos anacrónicos, «viejos», «rancios». Como dice Marx «quienes controlan la producción tienden a controlar también la producción mental» y el sindicalismo tiene que hacer frente a discursos que, embadurnados con un falso «modernismo», pretende devaluar todo sentido y proyección a su papel como instrumento colectivo de lucha y reivindicación.

Nos dicen que «la lucha de clases no existe» nos presentan la «clase obrera» como una ficción del pasado… ¿Cómo puede decirse cuando un 2% de la población acapara enormes riquezas en una concentración económica fundamentada en la explotación de la fuerza de trabajo de cientos de millones de trabajadores/as; cuando los beneficios (plusvalías) sacados a los trabajadores/as en empresas de cualquier país son protegidos en paraísos fiscales creados por el propio sistema capitalista (clones del sistema) escapando de una fiscalidad que es instrumento básico para incidir en cualquier planteamiento de reparto de la riqueza; cuando la clase trabajadora está atravesada por una realidad de desempleo, precariedad, discriminación de la mujer trabajadora, esclavismo en las condiciones laborales y sociales… que están devaluando continuamente la fuerza de trabajo para soportar un circulo vicioso de competitividad utilizado como muleta dialéctica para ocultar objetivos de beneficio y rentabilidad; cuando desde el poder político se realiza un enorme trasvase de poder y rentas a los empresarios intentando anular la capacidad de organización y respuesta de un sujeto de clase atomizado y sacudido por reaccionarias reformas laborales y sociales; cuando los niveles de desigualdad, marginación y pobreza aumentan conviviendo con una clase social que amontona riquezas de forma obscena, utilizando «ingenierías financieras» para escapar a la fiscalidad y multiplicar sus beneficios; cuando las multinacionales abordan cierres productivos en un juego de competencia y rentabilidad donde los trabajadores/as somos un mero «número contable» en su análisis de costes; cuando a los trabajadores/as vascos se nos niega la disposición de instrumentos y capacidades (negociación colectiva, MVRL) para defender nuestros intereses y reivindicaciones como clase trabajadora?

Por tanto, sí, sí hay lucha de clases, si hay clases sociales con composición y objetivos antagónicos en el actual escenario político y económico. Sí hay razones para salir a la calle este 1º de Mayo afirmando nuestra voluntad de lucha, resistencia y compromiso. Para pelear y avanzar en cambios sociales y políticos que reviertan este enorme desequilibrio de poder, derechos y riqueza, establecido por los poderes políticos y económicos del Estado y unas instituciones autonómicas convertidas, por la falta de soberanía, en estructuras cipayas del modelo económico y sociolaboral español.

Reflexión

Por tanto, una vez más el 1º de Mayo tiene que ser una jornada donde denunciar las falacias de la maquinaria ideológica del sistema, visualizar las luchas abiertas por el empleo (Arcelor, ACB…) o la mejora de las condiciones laborales en la Negociación Colectiva, asumir compromisos en reconducir la discriminación crónica de la mujer en empresas y sociedad, reflejar los contenidos de propuestas económicas y sociales que sean parte ineludible de un cambio político en la senda de constitución de un Estado Vasco. Pero, asimismo, debemos realizar un ejercicio sincero y profundo de reflexión sobre el momento que vive el sindicalismo vasco en ese combate social y político.

Estos últimos años, a consecuencia de las diferentes reformas económicas y sociales que el poder político ha planteado, dando continuidad a este capitalismo salvaje tras la crisis financiera que ellos mismos provocaron, se ha producido una rápida y profunda transformación del «campo de juego» Capital-Trabajo. Se ha facilitado un trasvase de poder a los empresarios, que consiguen una capacidad de actuación arbitraria en la contratación (precariedad), condiciones laborales (reforma de la negociación colectiva) y extinción de la actividad laboral (despido «libre y barato») mientras por otro lado se di ficulta la intervención del sin dicalismo como instrumento colecti vo de organización y reivindicación de los trabaja do res/as. Esa erosión del poder contractual del sindicalismo, unido al discurso neoliberal perma nente que emana de unos mass media fagocitados por el poder económico cuestionando o denigrando la actuación sindical, nos está situando en un momento delicado que necesita de una reflexión de calado estratégico.

El sindicalismo abertzale goza de una gran salud representativa, ganada a pulso con un trabajo permanente en la empresa y sociedad, pero ese debilitamiento contractual ante el Capital-Poder económico/político puede acentuarse rápidamente si no abordamos una ofensiva social y política en la empresa y sociedad por recuperar un poder de clase (derechos, condiciones laborales, políticas sociales…) que fortalezca nuestra tarea y objetivos al servicio de la clase trabajadora vasca.

Necesitamos abordar esa recuperación de poder dando cuerpo y proyección estratégica a una unidad de acción del sindicalismo abertzale (ELA-LAB) que sume fuerzas y compromisos, que cree confianza e ilusión para implementar luchas colectivas, que establezc a un plan de Acción Sindical que supere los condicionamientos de la reforma de la Negociación Colectiva, que sitúe propuestas socioeconómicas que respondan a los intereses del conjunto de la clase trabajadora (asalariados/as, pensionistas, personas desempleadas, autónomos,…), que convierta al sindicalismo en sujeto autónomo de un proceso por el cambio social, pivotado en una soberanía política y económica (derecho a decidir, MVRL) y entendido como una recuperación de poder de clase en el marco político vasco.

El sindicalismo tiene que ser contrapoder pero tenemos, también, que articular alternativas que nos permitan ser parte de procesos de cambio político y social en el objetivo de recuperar condiciones (derechos laborales, sindicales y sociales) que favorezcan y refuercen nuestra intervención en las empresas y en la sociedad.

Es pues un momento de reflexión y audacia dentro del sindicalismo abertzale. La unidad de acció n no puede seguir deambulando sobre coyunturas o temáticas específicas, sino que necesita sólidos horizontes táctico-estratégicos para su consolidación y la activación eficaz de nuestros capitales humanos de militancia y afiliación. No es, pues, una cuestión de oportunidad política o táctica sindical. La unidad de acción es una necesidad colectiva del sindicalismo abertzale para responder a los grandes desafíos en la próxima década en Euskal Herria.

Por tanto, desde la preocupación por la fuerte evasión de nuestra capacidad contractual en el pulso Capital-Trabajo y la importante aportación que el sindicalismo abertzale ha venido realizando en el escenario social y político vasco, considero imprescindible recorrer un camino de convergencia en propuestas, planes de movilización y mecanismos de colaboración intersindical que refuercen nuestra intervención y protagonismo en la empresa y sociedad.

Es necesario, pero sobre todo, no hay alternativa, si no queremos que esa mayoría sindical vaya globalmente debilitándose en el «cuerpo a cuerpo» en las empresas y pierda peso como sujeto de transformación social.

Así pues, desde la prisión de El Dueso, ánimo…

Gora Maiatzaren Lehena!

Gora Euskal Herriko langileria!

Gora Euskal Herria independiente eta sozialista!