Floren Aoiz Monreal
Director de la Fundación Iratzar y miembro del Consejo Nacional de Sortu

Es la estrategia, por supuesto

Tras los hechos del pasado fin de semana en Iruñea, llega el momento de afinar el análisis, más allá de las primeras reacciones marcadas por la tensión y las prisas. Las gentes de la izquierda abertzale estamos viviendo esto con angustia y nos cuesta creer que se frivolicen los sacrificios y los logros de tantas décadas, pero precisamente por ello, toca subrayar que la cuestión central, también esta vez, es la estrategia y su validez en relación a los objetivos políticos. Es hora de dejar de lado los enfoques moralistas o esencialistas que sólo embarran o desorientan la discusión.

En materia de estrategia, por supuesto, la que democráticamente ha elegido la izquierda abertzale es mejorable y esto puede y debe hacerse a través de la crítica, siempre bienvenida por ácida que resulte. La izquierda abertzale ha afrontado la discusión estratégica en un proceso complicado y nada cómodo y ha sido capaz de llegar a conclusiones que estamos llevando a la práctica. Afrontar responsabilidades y autocríticas y poner en valor los grandes aciertos de nuestra larga trayectoria significaba salir de toda zona de confort purista-esencialista y, por expresarlo con una sola palabra, mancharse. Y lo hemos hecho.

Lo que no hemos hecho ni queremos hacer es debatir sobre esencias o limitarnos a la resistencia. Tampoco queremos quedarnos mirando al pasado, ni vamos a dejar de promover cambios concretos en nombre de grandes consignas huecas. Hay quien está en esa posición, pero de ahí, está claro, no van a venir las respuestas a los retos actuales.

Los insultos y descalificaciones de estos días contra quien no comparte lo sucedido en Iruñea no son sino una cortina de humo para eludir la incapacidad de ofrecer a este pueblo una estrategia digna de tal nombre. ¿Puede considerarse una estrategia optar por fórmulas, discursos y formas de lucha que cada vez menos gente entiende y/o apoya? ¿En serio cree alguien que dar centralidad a la kale borroka es una estrategia ganadora en la Euskal Herria de 2017? Mientras en Catalunya y Escocia avanzan a todo trapo hacia la independencia, ¿la clave del proceso de liberación vasco de nuestro tiempo es la lucha antirrepresiva?¿Qué estrategia pasa por dedicar la mayor parte de las energías (por no decir todas) a cargar contra la izquierda abertzale, EH Bildu y el cambio en Nafarroa?

Es una tragedia que precisamente cuando intentamos vaciar las cárceles haya en ellas tres jóvenes más que hace una semana. Como acertadamente han señalado desde EH Bildu de Orereta, no podemos dejarlos solos ante los tribunales españoles: es terrible que se les acuse de terrorismo y puedan ser juzgados en Madrid. Pero a la vez que denunciamos esto debemos decir alto y claro que las estrategias perdedoras son perjudiciales para nuestro pueblo y más en concreto para el proyecto independentista.

¿Quién necesitaba lo del sábado para visibilizar la represión que sufre nuestro pueblo? ¡Cómo si estuviera oculta! No desde luego las personas presas, ni sus familiares, ni quienes todavía hoy seguimos bajo la amenaza de juicios o prisión. ¿No ha sido lo sucedido en Altsasu suficientemente clarificador de la persistencia de esa represión?

Tenemos frente a nosotras y nosotros el reto de potenciar un nuevo ciclo de lucha. Ya se están dando pasos en muchos terrenos: consultas populares, avance de las posiciones de los sindicatos combativos, movilizaciones contra la tortura, por la vuelta de presas y refugiados a casa, institucionalización en Ipar Euskal Herria, lucha por la defensa de nuestra lengua y cultura, destacado fortalecimiento del movimiento feminista, etc. La lista es larga y muy rica.

Otra cosa es que nos parezca suficiente. No es así, ni mucho menos. La cerrazón de los estados impide avances y la precarización está castigando a mucha gente, especialmente a la juventud y el enfado crece, por suerte, porque eso significa que la nuestra es una sociedad viva. Pero si no logramos convertir el enfado en energía para la trasformación, si se malpierde en iniciativas inútiles, las consecuencias serán terribles, porque ni los estados ni los agentes del neoliberalismo pierden el tiempo en debates esencialistas ni están instalados en la nostalgia hacia el pasado.

Hay que saber valorar las luchas y sus frutos. El cambio institucional en Nafarroa es consecuencia de un ciclo de lucha. Debe mejorarse, hay que ampliarlo y profundizarlo, hay muchas cuestiones que ni ha tocado y los pasos dados son limitados. Algunas y algunos lo señalamos todos los días mientras intentamos mejorarlo, pero es innegable que estamos ante un cambio cualitativo con respecto al escenario anterior y reventarlo sería atacar los intereses y los deseos de la mayoría social. ¿Quién habría hecho una gran fiesta si como consecuencia de los hechos del sábado las mayorías por el cambio se hubieran roto? ¿Quién se alegraría si en una de estas UPN recuperara la alcaldía de Iruñea?

La clave es la estrategia, claro, y es hora de empujarla hacia adelante.

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