Jon Nikolas Lz. de Ituiño
Euskaria

¡Escucha español!

Escucha español: No hay nación de naciones. Los Estados que imponen la grandeza de sus metrópolis son realidades imperialistas que defienden situaciones colonialistas contra la voluntad de los pueblos dominados. En el presente como en el pasado. Nuestras experiencias son parte de las vivencias de confrontación ideológica mantenidas en las cárceles  con quienes, como nosotros, también luchaban contra la dictadura franquista.

Eran los años sesenta y los compañeros de prisión, comunistas de distintas orientaciones, como buenos españoles nos daban lecciones para salir del error nacionalista. Los vascos hemos conocido desde hace mucho tiempo las implicaciones de esta actitud general que comparten por igual las izquierdas y las derechas españolas. Aunque las izquierdas invocaban el internacionalismo con más convencimiento que cinismo, quizá, la historia universal del socialismo, con sus implicaciones, giraba en torno a la revolución pendiente… en España.

Falacias y confusiones que vienen de lejos trataban de quitarnos la venda que tapaba nuestros ojos «pequeño burgueses». Con una carga emocional digna de su patriotismo rechazaban el nuestro, explicándonos la historia de España. Alegaban títulos de propiedad adquiridos en una vida en común de historia española. Un testimonio de las relaciones y la formación de jerarquías feudales, hasta la explotación de los recursos de las colonias americanas primero y luego la acumulación de plusvalías con el desarrollo del capitalismo monopolista. Sólo la unidad en la lucha contra el franquismo, agudizando la crisis general del régimen fascista, nos llevaría desde la ignorancia nacionalista al progreso e ilustración en un futuro.

Cincuenta años más tarde, llega una nueva voz de la izquierda española, Juan Carlos Monedero, apoyando una de las candidaturas de Podemos en la parte occidental de Euskal Herria. Invoca su condición de docente y nos explica a los vascos independentistas que nuestro problema no es la falta de un Estado propio, pendiente de una consulta de autodeterminación claramente favorable. Tampoco es un dilema que se nos niegue la consulta que Podemos apoya, sino que no hemos entendido la verdadera historia de España.

La identidad de una nación es la conciencia de toda nacionalidad basada en su memoria colectiva, inseparable de sus particularidades como comunidad; con la percepción de su continuidad también se incorpora el mestizaje de nuevas gentes al propio sujeto histórico. Es así, porque esta identidad se ha forjado en un fenómeno donde las capacidades de supervivencia de hombres y mujeres sostienen viva la relación de convivencia.

La nación es el sujeto colectivo que enmarca las potencialidades de sus gentes donde se espera que crezcan las aspiraciones positivas de una comunidad libre y solidaria. La solidaridad colectiva es el fruto del comportamiento de la ayuda mutua que se establece con libertad y responsabilidad en las personas como sujetos individuales. Con empeño y compromiso en la seguridad y el empleo que mantiene la sana convivencia de  todos, cada cual según sus capacidades.

Porque la nación no es una respuesta a derechos individuales privilegiados, sino que es, en sí misma, sujeto colectivo donde el igualitarismo es el derecho de todos. Por el mismo respeto a la libertad de decisión de cada persona, la nación en su conjunto, se constituye en sujeto de responsabilidades y derechos universales compartidos. Si persiste la nación original como memoria colectiva es porque se ha desarrollado la relación de convivencia y seguridad, fortalecida desde la libertad, impulsada por una categoría moral y ética de justicia.

La nación es el resultado de la suma de influencias mutuas de muchos yo individuales que han fijado su identidad en la historia de un nosotros colectivo. Es así como la soberanía de la nación proyecta su permanencia al presente y al futuro, de manera que el concepto de nación está indisolublemente conexionado con el espacio territorial, su lengua y su cultura.

El valor de nuestra decisión ante el futuro está unido a la osadía para romper con una historia que no es la propia de Euskal Herria. El nacionalismo vasco hoy es incluyente y no rechaza el mestizaje. Hace años que son considerados vascos y vascas todas las personas los que trabajan codo a codo para construir la Euskal Herria solidaria donde alcanzar la seguridad y la justicia distributiva, tanto para hombres como para mujeres. Con el derecho a decidir todas estas prioridades y la garantía de los derechos humanos se convierten en necesidades inmediatas por convicción, para que toda una sociedad sea tan libre como lo sean sus gentes.

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