Ramzy Baroud
Columnista, consultor de medios, creador de PalestineChronicle.com, y autor de varios libros

Hacia un nuevo comienzo palestino

La dirección palestina que ha aguado la lucha palestina, y ha perdido años preciosos persiguiendo un espejismo estadounidense, debe rendir cuentas.

Ahora que la máscara estadounidense ha caído por completo, los palestinos necesitan replantearse urgente sus propias prioridades políticas, alianzas y estrategia de liberación nacional.

Las cosas no pueden continuar como siempre después de que el presidente de Estados Unidos Donald Trump haya aceptado la posición de Israel de que Jerusalén es su capital, violando de esta manera el abrumador consenso internacional sobre la materia.

El movimiento Fatah, que ha controlado la Autoridad Palestina (AP) desde su creación en 1994 se ha adelantado al estallido de indignación de los palestinos tras la decisión de Estados Unidos, declarando un «día de ira». Varios palestinos han resultado muertos y otros muchos heridos en enfrentamientos a lo largo de los Territorios Ocupados en un justificado estallido de indignación por la injustificada decisión estadounidense.

Sin embargo, la manipulación de las emociones palestinas por su dirección es rechazable, por decirlo suavemente. La «política de la indignación», que ha sido utilizada por la dirección palestina en el pasado ha servido a menudo para desviar el descontento y la crítica popular.
Israel y los EEUU merecen sin duda la más completa condena por su papel en el mantenimiento, financiación y defensa de la ocupación militar y el sometimiento del pueblo palestino. Sin embargo, la dirección palestina también merece en buena parte esa condena. Los que han participado voluntariamente en el juego inútil del «proceso de paz», agitando la débil perspectiva de una «solución de dos estados» antes los desesperados palestinos no deben salir de esta tan fácilmente.

Los líderes palestinos y un ejército de funcionarios, políticos, expertos y contratistas han obtenido miles de millones de dólares de fondos del exterior para mantener la farsa de un «proceso de paz» que dura más de 25 años, mientras que la población en general es más pobre y está peor que nunca.

Quienes resistieron, fuera del marco político aceptable representado por la dirección palestina fueron acosados, encarcelados y castigados severamente. No sólo en Gaza, también en Cisjordania. Muchos periodistas, académicos, artistas y activistas fueron tratados duramente por cuestionar los métodos de la AP a lo largo de los años.

Sin embargo, aquí estamos; la AP ha pedido a esos mismos palestinos que desaten su indignación. Hamas también está llamando a una nueva Intifada. Desgraciadamente, las facciones palestinas nunca aprendieron de la historia. Los levantamientos populares auténticos nunca responden al llamamiento de un partido o un dirigente. Son un grito genuino espontáneo por la libertad que nace de las masas, no de las elites políticas.

Aunque algunos grupos palestinos esperan que la indignación popular dirigida contra la ocupación israelí creará un colchón de protección que les permita sobrevivir, otros grupos cabalgan la ola en razón de sus propios intereses políticos.

Pero esto no es una estrategia. Enviar a personas con las manos vacías a luchar contra soldados armados sólo para comunicar un mensaje multimedia no presiona a Israel ni a los EEUU. De hecho, la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses están centrando el debate en la «violencia palestina», como si la violencia de la ocupación israelí no existiese, y como si la seguridad de los israelíes fuese la preocupación prioritaria del momento.

Los llamamientos diplomáticos a los EEUU para que reconsideren su decisión y presionen a Trump para que cancele el traslado de su embajada tampoco sirven de mucho.

La declaración final de los ministros de Exteriores de la Liga Árabe en El Cairo fue un ejemplo de la mediocre retórica que resulta ineficaz.

Pedir a Trump que revierta su decisión no servirá, por sí solo, para nada. Los palestinos necesitan que sus hermanos árabes articulen una posición fuerte y unificada sobre el tema, que se atreva a explorar nuevas vías políticas y ejerza presión real y tangible en los EEUU e Israel.
La dirección palestina que ha aguado la lucha palestina, y ha perdido años preciosos persiguiendo un espejismo estadounidense, debe rendir cuentas.

¿Por qué los líderes palestinos siguen agarrándose con tanta fuerza a sus sillas teniendo en cuenta el mucho daño que han causado a la causa palestina?

Si la dirección palestina tuviese un mínimo de responsabilidad y auto-respeto ofrecería una disculpa sincera a su gente por todo el tiempo, la energía y la sangre desperdiciados. Movilizaría inmediatamente a sus filas, activaría todas las instituciones palestinas de la OLP; reuniría a todas las facciones, bajo el paraguas de la OLP, para formular una nueva estrategia con respecto a un futuro cada vez más sombrío.

Nada de esto ha sucedido aún. Unas declaraciones airadas y llamamientos a la movilización palestina sin una estrategia común no sólo sirven exclusivamente a los intereses de las facciones, sino que, a la larga, no ayudarán al pueblo palestino y a sus aspiraciones nacionales.

En realidad, los palestinos no necesitan ni a Fatah ni a Hamas para convocar un «día de ira» o una nueva Intifada. Su odio a la ocupación y el amor por su ciudad de Jerusalén no requieren ninguna declaración oficial. Es su lucha. Siempre ha sido su lucha, la que han luchado cotidianamente los últimos 50 años.

Lo que Trump ha hecho tendrá consecuencias terribles en la región en los próximos años. Pero uno de los primeros resultados es que muestra el proceso de paz como una farsa completa y el papel de Estados Unidos como lo que es, ni honesto ni justo. Pero también debe exponer a la dirección palestina, por sus defectos y corrupción.

Si los palestinos tienen que empezar de nuevo, tienen que iniciar su viaje con un nuevo discurso político, con nuevos dirigentes, y una nueva perspectiva del futuro que se base en la unidad, la credibilidad y la competencia. Nada de ello es posible con las mismas caras de siempre, el mismo discurso cansado y la misma política de callejón sin salida.

Es hora de un nuevo comienzo.

© Sin Permiso

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