Peru Larrea
Sección sindical de LAB en TRW

¿Hasta cuándo?

Lo acontecido en los últimos tiempos dentro del marco de «negociación» del convenio de ZF TRW, es una clara muestra del inmenso poder que acumulan las multinacionales, y la dificultad que entraña plantear alternativas y confrontarlas cuando éstas deciden ejecutar los planes que diseñan para sus fábricas.

Y es que estamos ante otro caso más de deslocalización a plazos, iniciado hace años por la estadunidense TRW y continuado tras absorción de ésta por la alemana ZF hace apenas un año.

Las deslocalizaciones, claro exponente de la expansión del capitalismo neoliberal, responden entre otros intereses a una búsqueda de reducciones de costo en relación a dos aspectos concretos: uno sobre la mano de obra (a pesar de que en nuestro caso y según la propia multinacional solo supone entre el 6 y el 8% del valor del producto) y otro como consecuencia de las diferentes ventajas fiscales que obtienen al instalarse en otros países.

Además de ser utilizadas constantemente para chantajear a los trabajadores con el objeto de mermar las condiciones laborales bajo la amenaza del cierre, en el caso concreto de las empresas proveedoras de componentes, sirven a las multinacionales para tener diferentes factorías fabricando un producto idéntico, lo que unido a la capacidad de sobreproducción para acumular stock (incluso a nivel local utilizando eventuales como en nuestro caso), condiciona enormemente las configuración de la huelga como herramienta de presión: He aquí el motivo de la imaginación demostrada en ZF TRW a la hora de dosificarla alternando paros discontinuos con jornadas completas, ante la certeza de que afrontábamos un proceso de huelga prolongado en el tiempo.

A este escenario habría que añadir la dificultades creadas por la última reforma laboral, facilitando los ERE de extinción al suprimir la aprobación de la autoridad laboral y generalizando las causas por las que éstos pueden llevarse a cabo, ya que a efectos prácticos siempre se cumplen los requisitos legales para despedir: Una clara muestra es como en nuestro caso, la multinacional mediante ingeniería financiera adujo pérdidas como causa económica para iniciar el expediente, a pesar de haber obtenido sólo en el estado español más de 100 millones de beneficios en los últimos cuatro años.

Siendo grave todo lo anterior, todavía lo es más si tenemos en cuenta la gran cantidad de dinero de todos los navarros y navarras que esta empresa se ha embolsado durante muchos años: Para evitar tales abusos, es indispensable la elaboración de un nuevo marco jurídico por el que las subvenciones dadas por los gobiernos con dinero de todos los ciudadanos a las multinacionales, conlleven también obligaciones en torno al mantenimiento y generación de empleo no precario.

Evidentemente, el ámbito laboral no es ajeno a la actual coyuntura social, sumida en una profunda crisis de valores donde los intereses individuales prevalecen sobre los colectivos, lo que unido al enorme vacío ideológico, propicia actos de insolidaridad.

Las organizaciones sindicales tienen la obligación de utilizar la pedagogía sindical para revertir esa tendencia: un comité que renuncia al protagonismo de las siglas de los sindicatos que lo componen por un bien común, es un buen ejemplo del camino a seguir.

Desgraciadamente, la unidad del comité y de la plantilla durante el proceso, los apoyos recibidos por parte de toda la sociedad Navarra y de todos los partidos políticos del arco parlamentario y de personalidades de todos los ámbitos (con su punto álgido en la manifestación del día 30 de enero), no han servido para evitar el fatal desenlace.

Ni la mediación del Gobierno de Navarra, ni la suspensión de la huelga para posibilitar una ventana de negociación de cuatro días con los responsables europeos de la multinacional, sirvieron para cambiar el marco de imposición anteriormente establecido por la dirección local.

Finalizado el periodo de consultas sin acuerdo, y toda vez que el comité fracasó en su intento de lograr los objetivos (salidas no traumáticas y futuro) por la vía de la negociación, llegó el momento de que la plantilla, única dueña de su destino, tuviera que tomar una decisión: lo hizo a través de una difícil asamblea en la que tuvo que elegir entre el sí a última propuesta de la multinacional, que conllevaba 123 despidos y dilapidaba gran parte de las condiciones del convenio colectivo a cambio de un no futuro, y el no para iniciar una huelga indefinida en torno a los objetivos iniciales del comité.

El resultado, favorable a la propuesta de la multinacional con 327 síes y 223 noes, implica la aceptación (la culpabilidad siempre recaerá sobre la dirección local y la propia multinacional) de la salida de 123 compañeros y asume tanto la merma de las condiciones, como un futuro incierto. Porque aunque la huelga indefinida no garantizaba el éxito era la única opción que abría la vía de la esperanza para 123 familias, a la vez que podía ayudar a descifrar el futuro.

El ejercicio del voto como derecho individual, en una circunstancia muy complicada, se tradujo en un acto de insolidaridad colectivo, de cuyas consecuencias para el futuro esta plantilla deberá responsabilizarse. Una nueva ocasión perdida, otra salida al paso de dramáticas consecuencias por no querer asumir el riesgo obligado para resolver la incógnita del futuro de la fábrica. ¿Hasta cuándo?

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