Joseba Eceolaza
Miembro de Batzarre

La radio como caricatura

Lo ocurrido con la concesión de licencias de radio y el veto expreso y consciente a Euskalerria Irratia desde el año 98, supone una caricatura, poco divertida, de la forma de gobernar de UPN. Es en sí mismo un resumen certero de su mirada, de su concepción de Navarra, de su desprecio a la pluralidad y del sentido que tiene a la hora de gestionar los asuntos de la sociedad.

Hasta en tres ocasiones los tribunales han anulado o cuestionado la forma en la que los sucesivos gobiernos de UPN han gestionado las licencias radiofónicas, en esta última ocasión ha sido el Tribunal Supremo quién ha confirmado la ilegalidad del proceso de adjudicación de licencias de radio.

Y en este caso no es un mero trámite administrativo, el empecinamiento del Gobierno de Navarra en continuar con esta forma de actuar ha merecido una crítica judicial considerable y todo por evitar a toda costa que Euskalerria Irratia normalice su situación legal.

Se trata de un empecinamiento poco entendible, que no ha guardado ni siquiera las formas, y que ha supuesto un agravio comparativo para una radio con arraigo social y que emite íntegramente en euskera.

Hubiera sido deseable que en ese trámite la mesa de contratación hubiera promovido una realidad radiofónica acorde a la realidad socio-lingüística, pero desde el 98 en los sucesivos gobiernos ha primado el sectarismo y la arbitrariedad más que el interés general. Sobre todo teniendo en cuenta que la mencionada radio fue la más puntuada en la mesa de contratación según los criterios objetivos de valoración establecidos.

Se trata de una sentencia grave, no solo por los perjuicios ocasionados hacia la radio demandante o los cientos de euskaldunes que vivimos en la comarca de Pamplona, sino porque pone en entredicho una forma de actuar, un estilo y una obsesión. Que los tribunales hayan fallado hasta en tres ocasiones contra este proceso debe hacer reflexionar al Gobierno de Navarra.

UPN gobierna para los suyos, oculta a los otros, borra la pluralidad y se salta las normas… y ya van demasiados años gobernando así.

La pluralidad es un valor en sociedades contemporáneas como la nuestra, llenas de riqueza cultural por ejemplo la venida desde otras latitudes, la pluralidad debe ser una oportunidad para mejorar en valores, para afinar en modelos de convivencia, para tratar no sólo de ponerse en lugar del otro, sino principalmente hacerle un hueco al otro.

Por eso el puzle, las piezas, son importantes, todas sin excepción construyen el adoquín de nuestra comunidad. Un territorio donde conviven dos lenguas, una tierra donde convivimos diferentes sentimientos de pertenencia nacional merece tener gobernantes que actúen con más audacia y menos empecinamiento.

Es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en su pertenencia más limitada o contigua, ha existido, y lo que es peor, se ha reivindicado sin rubor, una hostilidad irracional hacia el diferente.

Las voluntades particulares no siempre conllevan conflicto si existe una voluntad pública y republicana, es decir, si existe el profundo convencimiento de que el arte del consenso y del buen gobierno supone la inclusión y el reconocimiento de esa misma pluralidad, consustancial a toda sociedad y grupo humano. Necesitamos romper las barreras físicas, pero también las mentales.

Y UPN está agotado para recrear un escenario mejor para la pluralidad. Así que solo nos queda proyectar otros valores, otras formas de hacer las cosas, otra forma de gobernar, más transversal, más respetuosa, y sin caer en la idea del «gobierno para los míos».

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