Olatz Iglesias Mujika
Hija de un preso

Menores y dispersión

Menores y dispersión, palabras que deberían separarlas abismos y, por desgracia, no es así. Son abismos kilométricos los que los separan de sus familiares encarcelados. Para compartir en primera persona nuestra vivencia, y explicar las consecuencias que acarrea la política de dispersión en los menores de edad, acudí junto con Maider y Patricia, en nombre de Etxerat, a la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Gasteiz.

En esta comisión buscábamos empatía, compromiso, pronunciamiento, en definitiva, ayuda para pedir que hicieran todo lo posible para poner fin a este drama. Íbamos nerviosas, porque no es nada fácil desnudarte emocionalmente ante personas que no conoces y con las que vas a compartir algo tan íntimo, pero era necesario ir y contar lo que durante casi tres décadas llevamos padeciendo los familiares de los presos y presas vascas, entre ellos también se encuentran cientos de niños y niñas menores de edad, este colectivo tan vulnerable no es una excepción, ni se libra del sufrimiento que supone la política de dispersión.

Yo lo sé bien porque tenía 9 meses cuando encarcelaron a mi ama en una prisión a 960 km de casa, hoy tengo 21 años y sigo obligada a recorrer 750 km para ver a mi aita. Como tantos y tantos menores, Nahia, Amaiur, Lur, Sare, Aillotz, Iker, Xane…, si queremos estar con las personas que más queremos, nuestras amas, aitas, osabas, izekos, si no estamos dispuestos a renunciar a nuestro vínculo familiar, estamos obligados a poner nuestra vida en juego fin de semana tras fin de semana.

Nuestra única intención, como ya he dicho, era la de poner encima de la mesa nuestro dolor ante tan cruel política de excepción, y así lo hicimos. La respuesta de todos los grupos políticos, excepto del PP, fue la de respaldar la necesidad de acercar a las presas y presos vascos, respondiendo así a la solicitud que realizábamos desde Etxerat. Por ello, quiero aprovechar esta oportunidad para agradecérselo.

Respecto a la intervención/ataque de la parlamentaria del PP en la citada comisión, sólo puedo opinar que, además de desafortunado, especialmente agresivo y nada ético, me demostró, una vez más, que los discursos pretéritos, sustentados en el odio y la venganza, no sirven absolutamente para nada y cada vez se encuentran más alejados del anhelo de una amplia mayoría de la sociedad vasca.

Señora Bengoechea, lo que debe usted saber, estando además sentada en la Comisión de Derechos Humanos, es que los derechos de cualquier persona (también los tenemos los familiares de los presos vascos y los mismos presos vascos) no deben estar sometidos a contrapartidas, y aunque pretendió herirme con su inhumano gesto, yo sólo me quiero quedar con una conclusión y es que, si somos capaces de trabajar juntas y juntos, en la misma dirección, sociedad e instituciones, como hemos hecho en el caso de Sara e Izar, podemos acabar con la dispersión más pronto que tarde, porque ésta es una cuestión prioritaria a resolver en el nuevo ciclo político abierto en Euskal Herria.

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