Iulen Lizaso

Desde Idomeni... in nomine Patris

A mí me gustaría que Dios viniera y dijese: «Hola soy Dios y vengo a ayudaros»… Clamaba o reclamaba con cierta angustia y mayor impotencia un tertuliano, cuando llegado a un punto del debate, todos tenían razón pero nadie daba con la solución a esta crisis humanitaria itinerante que se ha agudizado y hecho más visible con las personas que huyendo de la guerra en Siria e Irak buscan refugio en la turbia, rica e insolidaria Europa.

Todos tenían razón pero nadie daba con la solución. También se tenía «razón» hace 2.000 años para detenerle y darle muerte con mofa y escarnio clavado a un madero, a quien encarnando a Dios, vino a ayudar a una humanidad perdida entre guerras y persecuciones, espiritualmente desorientada y sedienta de justicia ante las desigualdades provocadas por la voracidad fiscal, desatención a las tareas de gobierno por rivalidades y tramas políticas, opulencia y malversación de bienes públicos, de unos gobernantes corruptos que entonces como hoy marcaban clase y casta entre siervos y señores, elites y desheredados.

Todos tenían razón… todos tienen razón, pero el problema que impide solucionar el Problema es que en los ámbitos de control y decisión entre esos todos no están Todos; faltan voces o mejor dicho las voces de unos valen por dos o «valen» por la voces de otros… por enemistad de clase. Y sobre esto escribía Cervantes: «Entre los pobres pueden durar las amistades, porque la igualdad de la fortuna sirve de eslabón a los corazones; pero entre los ricos y los pobres no puede haber amistad duradera», a lo que Shakespeare puso broche de oro al sentenciar que «sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco por lo mucho que tenemos»… en la desalmada, rica e insolidaria Europa.

«Solo la Verdad nos hace libres» dijo Jesús de Nazaret, tras recibir la sentencia de muerte que llevaba implícita la condena de la jerarquía del sanedrín al llamarles hipócritas y sepulcros blanqueados…Pero como dijo Antonio Machado: «La verdad es un espejo partido que nadie posee por completo. ¿Mi verdad? No, ¿tu verdad? Tampoco. Juntémoslas y tendremos ambos una porción más grande de verdad»… ¿Cómo encontrar la otra mitad de nuestro eslabón?... La otra parte de la Verdad dividida.

Quienes le acompañaron en su agonía le pedían que no se fuera… Prometió volver: «No me voy, volveremos a encontrarnos». ¿Para qué llamar a Dios, si tanto Él como nosotros, hoy como entonces, obraríamos de la misma manera, y a su mensaje de paz y Verdad responderíamos con guerra y mentira?... ¿Acaso lo que hoy vive Siria no es una ficha más de aquel dominó que comenzaron a tirar con la gran mentira (aún hoy impune) de la invasión de Irak por parte de la piratería occidental? Guerras diseñadas desde lo infinito de una deformación moral, retratadas por el escritor Paul Valery: «La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para beneficio de personas que se conocen y no se masacran».

A las puertas de una Semana de la Muerte, en que los negros sepulcros andantes devalúan la condición humana hasta lo inerte de la materia gris: «polvo eres y en polvo te has de convertir»… en su intento de eclipsar la inteligencia-luz, cuando hasta el Caballero Andante elevaba nuestra motivación: «Ama no lo que eres sino aquello en lo que te puedes llegar a convertir». Idólatras y ritualistas mercaderes de almas, año tras año de nuevo sometido a escarnio y mofa, paseándolo por la vía pública ante el tumultuoso y cavernícola jolgorio folclórico-piadoso, en clara muestra de apología del terror y atentado contra la inocencia de un público infantil forzado a dar morada al miedo fanático-religioso, cuando la alegría era el rasgo del Maestro que pedía a esos padres que dejaran a sus hijos que se acercaran a Él… y ¿dónde los llevan?... donde los «parten» en dos.

Difícil solución a tanta miseria presente en el espejo del mundo, mientras no se reconozca (reencuentre) la verdad de las partes. Difícil conocer esa verdad mientras no descubramos la razón de nuestra existencia. Difícil conocerla mientras los sepulcros blanqueados, hoy como entonces, se limiten a lanzar mensajes de paz, concordia y solidaridad con los pobres y perseguidos, desde tribunas ostentosas y balcones engalanados, cuando viajar al lodazal macedonio, heleno, turco… y alzar en brazos a una de las miles de criaturas temblorosas y traumatizadas que sobreviven en el barro de Idomeni… sería la mejor pastoral. Grito episcopal desde ese campamento clamando ayuda, no al gobierno de Dios, sino a los «pastores» de gobiernos de los hombres… pastores «spirituales» que situaron el amor multiuso por encima de la Justicia única, desviando la línea maestra del Maestro bueno, hasta hacernos olvidar nuestra realidad de ser, la razón de nuestra existencia y nuestro propósito de vida…ser Primavera… primera Verdad… verdad Única.

Justicia salomónica por encima del amor, como también en tiempos de Saba enseñaba Jesús… hoy también. Justicia interna en la disputa entre madre y madrastra, la Bella y la Bestia que por amor a sí misma, pidió partir la criatura en dos… dos mitades, dos verdades.

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