Nadie en este mundo debería «alegrarse» o regocijarse por la muerte de un semejante, esta no hace distinciones, que todos somos mortales, aunque algunos se crean los amos del cortijo. El reciente fallecimiento de la senadora y exalcaldesa de Valencia, Rita Barbera, a la que ahora mismo se le están rindiendo unos “honores” póstumos, que para si quisieran muchos que los merecieron y no los tuvieron. Es muy lógico y comprensible el dolor de sus familiares allegados o amigos (ante su repentina y «sorpresiva» muerte) incluso la de sus antiguos compañeros de partido, que huyeron y se apartaron de ella cercada por una corrupción masiva. Ahora todo son "loas" a su gran figura, se ha acusado a la prensa y medios que denunciaron e informaron de tales practicas, de nada menos que de una “caceria” y persecución en toda regla, atreviéndose los mas osados de hacerles “culpables” de alguna manera de su fallecimiento. Lo cierto es que durante muchos años se vivieron días de vino y rosas en Valencia y su alcaldía. Grandes viajes a costa de erario publico y toda una suerte de grandes regalos e «ingeniería de la corrupción», sin que al parecer nada la salpicara con unas golferías bastante bien acreditadas. La lloran ahora muchos de sus paisanos (con su legitimo dolor) El que seguro tambien tendrán, los alumnos y padres de un colegio de la ciudad Valencia (si se puede llamar colegio a unos barracones) recientemente desalojados por inundación (literal) de sus aulas debido a las intensas lluvias. Esos barracones deberian haber sido un colegio normal, hasta que alguien un buen dia decidió por su cara que no debía ser asi. Decia el escritor y filosofo francés Voltaire que a los vivos se les debe respeto y a los muertos solo la verdad. Que descanse en paz.