Pedro Mari Usandizaga Añorga

Felipe VI y su discurso de Navidad

Han pasado horas, desde el discurso del Rey y  las opiniones, se han ido juntando en un dictamen generalizado, con todos los matices que se quieran.

«Y con esa profunda convicción…», «son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas…» Que desprecio a la memoria de los 112.000 desaparecidos, es decir asesinados por la orden del asesino que impuso la monarquía y que nombró  a Juan Carlos I. Este señor (ni su padre) han entendido nada, no se abren heridas cerradas, porque nunca se han cerrado.

La grosería de su hermana Cristina, la infanta niñata que solo espera que su juicio acabe para no volver a pisar este país que le ha dado cuanto tiene.

De ser un Rey «que ha elegido no escuchar a la gente» y de «hablar sólo a una parte» de España, dejando fuera a una buena parte de la población.

Ese discurso puede ser perfectamente de un portador del PP. Faltó en ese relato más espacio para los perdedores, para los refugiados, para quien sufre la pobreza infantil o energética o para las víctimas del terrorismo machista. También faltó alguna palabra contra la corrupción y los corruptos aprovechados de esa grandeza de espíritu, alguna mención a los próximos que representan lo contrario, a tanto trabajo honrado, solidaridad y sacrificio.

¿Se ha votado democrática mente esta monarquía? No. Pues entonces no está legitimada por el pueblo, único soberano en un Estado de Derecho. ¿Se puede saber por qué el rey Felipe VI no se presenta a elecciones?

¡¡¡República ya!!!!

Bilatu