Enric Vivanco Fontquerni

La marcha a Bruselas

En las memorias del Príncipe de Metternich, la inicia con un resumen de su quehacer político y de su pensamiento profundo como: “Lo que se llama el sistema Metternich, no es un sistema, sino la aplicación de leyes que gobiernan al mundo. Las revoluciones descansan sobre los sistemas, las leyes eternas son superiores y están por encima de las que, con razón, no tienen más valor que el de un sistema”. La Europa actual sigue al pie de la letra la inspiración del Príncipe conservador. La diferencia entre un activista social, y un político, estriba en la larga mirada de su quehacer, y no en los eslóganes publicitarios que ahogan la respiración. La Señora Ada Colau, rodeada de unos mediocres, ha tenido la oportunidad de estar en Bruselas, para poder hacer política y no seguir de activista, de no sé de qué cosa, ya que los precios de los alquileres están batiendo records históricos. Los hermanos flamencos, corsos, galeses, vascos y catalanes, estaban apoyando a un exilado político que si quiere hacer política de largo alcance, ya que las leyes eternas son la soga de los pueblos que intentan cambiar esta Europa pequeña y miserable. La señora Colau, custodia de las urnas para que no se pudiesen utilizar en el Referéndum, es una cumplidora escrupulosa de una Constitución de derecho divino. Lo social, se consigue cambiando las estructuras políticas y no recitando lo que jamás han cumplido, ya que ni tan siquiera es capaz de proporcionar un aire que deje de matar al que lo respira, ya que es gracias a su inoperancia política, de favorecer el crecimiento económico, sin pensar en sus consecuencias. La desgracia es que los conservadores siempre han tenido a políticos e intelectuales, que si saben defender sus intereses, todo lo contrario de esta izquierda culturalmente insuficiente, porque no leen, ni reflexionan, a los que dicen combatir.

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