En una tertulia uno de los intervinientes, refiriéndose al contencioso entre de España y Venezuela, llamó a Maduro dictador y a su país dictadura. La periodista que coordinaba el diálogo argumentó que no era una dictadura, pues los políticos se eligen en comicios libres. El interpelado respondió: «Es que se comporta como un dictador». La actitud de las autoridades y la prensa española rayan el ridículo y de ahí la pésima imagen que ha adquirido en el concierto internacional, especialmente en el Cono Sur de América. Además de la verborrea incontenible de las declaraciones de los políticos y la vergonzosa de la prensa, sorprende la actitud sumisa del Gobierno español, pues sabe que peligran los intereses energéticos y financieros de muchas empresas allí radicadas.

Ahora se le ocurre al Señor X ofrecerse como defensor de un preso acusado de diseñar un golpe de estado contra Maduro para usurpar el poder por la fuerza. Le han declarado “persona non grata” y no podrá acceder a Venezuela. En otra entrevista un político echaba venablos acusando a las autoridades venezolanas de corrupción sin límites. Es increíble la contumacia en su voluntad de nuestros prohombres de hacer el ridículo. Convendría por discreción que no se airease que somos los campeones de corrupción y que nuestros políticos van siendo forzados a salir de sus madrigueras acusados de robo, de evasión de impuestos, blanqueamiento de dinero y de controlar férreamente la opinión pública por medio de una prensa subsidiada. Son estos líderes los que quieren dar lecciones de ética y democracia al pueblo venezolano cuyo presidente fue CAP, íntimo amigo del Señor X, a quien animó a utilizar métodos criminales para solucionar el problema vasco. Por asepsia, señores que se consideran los amos de España, procuren al menos guardar una cierta estética para que no tener que escuchar cantares en el exterior. Procuren moderar sus excesos patrióticos y respeten las lecciones que les ha dado el pueblo venezolano pleno de dignidad que ha logrado acabar con las dictaduras de forma democrática y ahora se ven acosados por el Gobierno español continuador de la dictadura franquista en el que ahora mandan los herederos de los que colaboraron para ganar la guerra civil desde décadas.