Hay un texto que se le atribuye al premio Nobel de Literatura Jose Saramago, en el que se define una manera exacta lo que «significa» en toda su extensión palabra «hijo» y su vez el papel que todos aquellos que somos (padres-madres) tenemos en su vida. Nos dice el insigne escritor que los hijos, son algo que nos «prestaron» para un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos y como cambiar nuestros peores defectos para darles nuestros mejores ejemplos, el más maravilloso y preciado de los «prestamos», ya que son solo nuestros, solo mientras no puedan valerse por sí mismos.

Estos días hemos visto a unos padres Antonio y Estela, padres de Andrea la niña gallega, una pequeña de 12 años que sufre una enfermedad rara y degenerativa, y cuyo cuerpo ya no aguanta más el sufrimiento y el dolor. Piden para su hija una muerte «digna» ante la negativa de las autoridades sanitarias ya que estas consideran que no sería moralmente ético. Si nos ponemos por un momento en el lugar de Antonio y Estela, padres «coraje» por no querer ver padecer más a su hija, porque ser padre-madre es el mayor acto de coraje que alguien puede tener. Significa exponerse a todo tipo de dolor y principalmente a la incertidumbre de saber si estás actuando correctamente y del miedo de perder algo tan amado. Por último, hay algo en lo que no estoy muy de acuerdo con el escritor: los hijos no solo son nuestros mientras no puedan valerse por sí mismos, los hijos son para siempre. Un abrazo para todos aquellos que sean Antonio y Estela.