Algo tan sencillo y raro como una persona hablándole a un pueblo

Frente a mandatarios silentes, tartajeantes o intrigantes, Arnaldo Otegi mostró ayer por qué es considerado un líder por todos. Hizo algo tan sencillo y tan extraño como hablarle a la gente, exponerle sus ideas, sugerir sus preocupaciones, plantearle soluciones, mostrarse humilde y honesto. Trasciende a su parroquia, empatiza, tiene talento y humor. Lo hizo con la fuerza moral y política que le daba su salida de prisión, tras haber sido castigado por su labor y por sus capacidades. Ayer, unos y otros confirmaron que lo encarcelaron para eliminar ese activo, para mantener la ventaja. Lo lograron parcialmente, no en lo esencial. Ahora vuelve reforzado.    

Ayer, en sus dos alocuciones, Otegi reafirmó sus compromisos vitales y políticos. Entre ellos destaca el de lograr la liberación de los presos, con mención lógica a Rafa Díez. A la espera de Anoeta, conviene recuperar ese compromiso. Hay condiciones para abrir otra fase.

«Free Them All», uno a uno, de 392 a 0
Ya en el número cero que publicó para dar a conocer su proyecto, el 9 de enero de 1999, GARA se sumaba a la iniciativa «Presoak Euskal Herrira». En su primer editorial, tres semanas más tarde, se recordaba a los cientos de presos políticos vascos, refugiados y deportados. Desde entonces hasta ahora, las iniciativas en favor de los derechos de los presos y sus familiares y la denuncia de las violaciones de esos derechos han sido una constante en estas páginas. Hemos dado testimonio y lo hemos puesto en contexto. En esa línea, hace ahora poco menos de un año nos adheríamos a la campaña internacional «Free Otegi, Free Them All», lanzando un llamamiento a estar a la altura de esa iniciativa, cada cual desde su ámbito; nosotros, desde el periodismo. Entonces decíamos lo siguiente: «En este contexto, nos hemos hecho la pregunta de qué podríamos hacer nosotros como periódico, además de informar y analizar lo sucedido. Nos hemos preguntado cómo ponerlo en valor. Y, atendiendo al llamamiento de los firmantes del manifiesto por Otegi y los presos, hemos decidido adherirnos a la campaña por su liberación y su regreso a casa. A partir de hoy GARA incorpora en su cabecera el lema ‘Free Otegi, Free Them All’». Hasta hoy.    

Hoy esta respuesta ya no sirve, pero queda la pregunta: ¿qué podemos hacer? Tras la liberación de Otegi, Guimón y Labaka quedan 392 presas y presos políticos, según el recuento que realiza la asociación de familiares Etxerat. Son la consecuencia más visible de la anterior fase del conflicto. Ellos, ellas y sus familiares sufren severas violaciones de derechos humanos, dentro de un plan vengativo que tiene la dispersión como punta de lanza. Son utilizadas como rehenes por parte de los estados, mientras sus mercenarios gozan de total impunidad. Son un capítulo de su relato, que narra una historia en blanco y negro guiada por el castigo, la venganza y la tortura. Un triste cuento que vive de la inercia y del desequilibrio de poder pasados, pero que tiene un recorrido muy corto si se le contrapone otro relato que tenga los derechos, la responsabilidad, el compromiso, la libertad y la justicia como principios rectores. Si el objetivo compartido de la sociedad vasca debe ser una escenario en el que se respeten todos los derechos de todas las personas, la situación que viven los presos y sus familiares no es sostenible. Conviene dejarlo sentado ahora, en vez de lamentarse después.

A partir de hoy, haciendo nuestras las palabras de una de las firmantes del manifiesto internacional, Angela Davis, esperamos «que la gente dentro y fuera del país salude la liberación de Arnaldo Otegi como una señal para acelerar los esfuerzos que garanticen la liberación de todos los presos vascos». Por eso, junto con el lema «Free Them All», a partir de hoy en la cabecera aparecerá diariamente el número de presos que quedan. Una cifra que debe pasar en el plazo más breve posible de 392 a 0. Nuestra páginas centrales marcan hoy esa hoja de ruta, de tal manera que nuestra comunidad la pueda sostener, acompañar y enriquecer.

Al fin y al cabo, también de eso va esta apuesta política. Frente a quienes, desde los intereses particulares o desde el cinismo, plantean como horizontes desistir, abandonar y empobrecerse, Arnaldo Otegi le propuso a este país ayer –como ya hizo hace seis años– un futuro mejor, libre y más decente. Y lo hizo con la contagiosa calidez de un líder que inspira y que ha invertido estos años en aprender, pensar y proyectar. Un militante al servicio de su pueblo. Ni más, ni menos.

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