El Parlamento foral ha acogido durante los dos últimos días el primer debate sobre el estado de Nafarroa desde que las fuerzas del cambio desalojasen del poder a UPN hace ahora poco más de un año. Ha sido una oportunidad de oro para poner el termómetro a la salud de la política navarra, en general, y al cuatripartito que sustenta el Gobierno de la lehendakari Uxue Barkos en concreto. Cabe destacar, a modo de resumen, que la innovadora coalición goza de buena salud.

Los socios del cuatripartito no coinciden en todo. Tienen metas y objetivos políticos diversos. Vienen también de culturas políticas, trayectorias y experiencias diferentes. Sin ir más lejos, complejos del pasado llevaron ayer a Geroa Bai a permitir la resolución que insiste en elevar a categoría política la trifulca de bar de Altsasu, pese al rechazo del resto de fuerzas del cambio. En cualquier caso, y por fortuna, los discursos de los socios que decidieron darse la mano para derrocar al régimen no suenan igual. No se ha buscado la uniformidad, sino el acuerdo dentro de la pluralidad, en la que cada actor puede aportar lo mejor de sí. Las resoluciones aprobadas ayer son buena muestra de ello: desde el texto de Geroa Bai contra los recursos al Tribunal Constitucional a la apuesta de Podemos por el software libre, desde el debate ciudadano propuesto por EH Bildu sobre el estatus político de Nafarroa hasta el rechazo de Izquierda-Ezkerra a la reforma laboral. Fruto del debate parlamentario entre diferentes es también la aprobación de varias propuestas del PSN, pese a que este partido no forma parte del bloque del cambio.

En cualquier caso, el principal hito alcanzado ayer, máxima expresión del diálogo entre diferentes, es el acuerdo unánime para reclamar a Madrid la actualización del Convenio Económico con el Estado. Desde el PP a EH Bildu, todas las fuerzas votaron a favor. No es poco, cierto, pero el verdadero reto será mantener una respuesta plural cuando desde Madrid, si nada cambia, llegue la respuesta negativa a la propuesta navarra.