No son rescatadores, son prestamistas

El acuerdo al que llegaron ayer Grecia y sus acreedores sobre el tercer rescate a ese país permitirá a su Gobierno hacer frente a los problemas de liquidez a corto plazo, y a medio le puede suponer un respiro para, sin la amenaza del Grexit, poder maniobrar políticamente. La parte negativa parece más clara, y es que, sin la reestructuración de la deuda, le resultará sumamente difícil salir de esa espiral de endeudamiento para hacer frente a una deuda anterior. Todo esto muestra la tremenda dificultad que entraña para un país ser «rescatado».

En primer lugar, convendría dejar claro de qué se habla cuando se utilizan las palabras «rescate» o «ayuda» referidas a la situación del país heleno. Un rescate o ayuda, entendidos como salvamento, son desinteresados. Todo lo contrario del caso griego y otros similares, en los que el supuesto rescate va acompañado de jugosos intereses, además de la exigencia de una serie de reformas a modo de aval. Curiosa pero no inocentemente, a lo largo de las negociaciones en torno a la deuda griega los prestamistas han aparecido como víctimas que soportan una carga endosada por quienes se niegan a pagar: los griegos. En segundo lugar, a estas alturas está bastante claro que la deuda griega es impagable y que la dinámica de los rescates en los términos planteados e impuestos por las instituciones europeas es perversa porque, además de no incidir en la reactivación económica del país, lo endeuda y empobrece aún más. Ayudarlo sería aceptar una quita como forma de salir de esa dinámica.

Grecia tenía una comprensible prisa por cerrar el acuerdo dada su necesidad de cubrir el vencimiento, la próxima semana, de un nuevo pago al BCE. Todo lo contrario que Alemania, a quien la crisis, y en gran parte la situación griega, ha beneficiado notablemente, como ha expuesto el Instituto Halle para la Investigación Económica. Un pequeño ejemplo del funcionamiento de un modelo económico depredador cuyos valedores no tienen empacho para incluir en su vocabulario la palabra «solidaridad».

Bilatu