Ofrecer un futuro mejor, algo más que utopía

Los premios que la Fundación Sabino Arana entregó ayer en Bilbo, han recaído, entre otros, en Alex Salmond y en CEAR-Euskadi. El ex primer ministro de Escocia ha sido galardonado por impulsar el modelo que desembocó en el referéndum de independencia de 2014; la Comisión de Ayuda al Refugiado, por su labor con las personas migrantes. Ambos enfocaron parte de su discurso en clave de futuro, remarcando la necesidad de construir un mundo mejor, no desde la utopía sino desde las acciones. Y, en ese sentido, subrayaron el fracaso de las políticas europeas en la actual crisis de refugiados. Un fracaso que, frente a promesas incumplidas sistemáticamente, los acontecimientos constatan día tras día.

Dentro de la vorágine informativa que refleja esta despiadada cuestión, la Europol estima que al menos 10.000 niños y niñas han desaparecido nada más llegar a Europa, y alerta de que parte de ellos podría encontrarse en manos de organizaciones de tráfico de personas. Provenientes de un clima de inseguridad, el descontrol en el flujo migratorio y la escasa asistencia que reciben al pisar suelo europeo hacen temer las terribles consecuencias de estas desapariciones. Privados de poder lograr un futuro mejor, se ven expuestos a nuevos peligros.

En este contexto, la hipocresía de algunos gobernantes europeos se hace, si cabe, más cruel, pues demostrado queda que sus palabras no se corresponden con un compromiso honesto por dar asilo a quienes huyen de una vida en ruinas. En setiembre, la UE se comprometió a acoger en un plazo de dos años a 160.000 refugiados, pero a día de hoy solo una ínfima parte ha sido reubicada (331 según la CEAR). Un actitud inmovilista que viene acompañada por una serie de políticas que alimentan la marginación y animadversión para con las personas migrantes. Salmond destacaba ayer, en referencia a Escocia y Euskal Herria, que la construcción de un país debe tener en cuenta el aspecto humano y basarse en parámetros de igualdad. Un objetivo que, cuanto antes, debe dejar de tener visos de utopía.

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