Si Euskal Herria decide, no será gracias a Urkullu

Una de las cuestiones que más sorpresa provoca en torno al proceso catalán, aquí y en el exterior, es que Euskal Herria no esté acompañando su proceso soberanista. La inexistencia de eso que se ha dado en llamar «segundo frente», ante un Estado en sus mayores cotas de debilidad histórica, resulta demasiado clamorosa, tanto desde el análisis de la trayectoria pasada de las dos naciones como desde la actual realidad de su relación de fuerzas interna. Y muy consciente de ese estupor general debe de ser Iñigo Urkullu cuando ayer decidió dar una explicación autoexculpatoria. Un ejercicio muy poco habitual, dado que conlleva revelar una conversación política privada y de alto calado con el president catalán Artur Mas, pero que encierra una «sinceridad» clarificadora.

En primer lugar, porque con ello Urkullu confirma lo que se aprecia hace tiempo en sus palabras y sus actos: que el único «segundo frente» que desea no es junto a Catalunya frente al Estado, sino más bien junto al Estado frente a las aspiraciones catalanas, fiándolo todo a una apertura democrática en Madrid que cada vez se observa más remota. El lehendakari de la CAV no apeló al president para ayudarle, sino para frenarle. A la vista está, y Urkullu lo admite, que Mas afortunadamente no le hizo caso.

Siendo grave esto, más aún lo es la segunda parte de la frase, cuando Urkullu asegura que «Catalunya decidió su camino y Euskadi, el suyo». Porque «Euskadi» no ha decidido nada, al contrario que Catalunya con sus sucesivos pasos testados en las urnas y con todas las cartas puestas sobre la mesa. A lo sumo, y quizás se refiera a ello, optó hace tres años por que Iñigo Urkullu fuera lehendakari. Pero incluso ello tuvo su trampa, porque el PNV prometió lograr en esta legislatura un nuevo estatus que arrinconó nada más pasar las urnas y al que ahora renuncia.

Que este país llegue a decidir pasa hoy más por las manos de un president que de un lehendakari. Lamentable.

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