Siete condenas más en una sinrazón sin fin

La misma semana en la que ha comenzado en la Audiencia Nacional el juicio contra diez jóvenes de Iruñerria por su actividad política, el tribunal de excepción encarcela a otros siete por la misma causa. Una condena más dentro de la sinrazón que mueve al Estado español y que deja en este último capítulo –como en otros tantos– claras evidencias de ese carácter vengativo. Las acusaciones basadas únicamente en tesis policiales y en declaraciones realizadas en régimen de incomunicación, en el que varios de los jóvenes denunciaron haber sido torturados, son atropellos que se repiten, la última el lunes en la sala habilitada ex profeso para estos macrojuicios en San Fernando de Henares, y que evidencian el carácter político del bucle represivo en el que está inmerso el Gobierno del PP.

El contexto en el que se produjeron ayer las detenciones, antes incluso de que les fuera notificada la sentencia, deja asimismo interrogantes preocupantes en el aire. Recuerda inevitablemente el caso de Jone Amezaga, detenida en diciembre en Gernika mientras era arropada por numerosas personas a pesar de que la Ertzaintza se empeñó en forzar su detención antes de que se cumpliera el plazo establecido para entregarse en sede judicial y evitar así la activación de un muro popular. La avidez policial de ayer vuelve a dejar claro en qué sentido se orientan las prioridades. Los gobiernos de Gasteiz e Iruñea no solo prestan su apoyo en la ejecución de un nuevo abuso judicial sino que también quieren evitar el respaldo ciudadano y acallar las voces de protesta.

A pesar de todo, los jóvenes condenados contaron con el respaldo popular, con el apoyo de personas que se reunieron a su alrededor en una respuesta improvisada al llamamiento de solidaridad. Son gestos que demuestran la voluntad de un pueblo que quiere terminar con un conflicto que sigue dejando demasiadas vulneraciones de derechos en nuestro país. Un camino hacia la paz en el que hechos como los de ayer constatan que no todas las partes se involucran por igual, ni caminan en la dirección correcta.

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